CRECE LA ECONOMÍA Y CON ELLA CRECE LA POBREZA

Claudia Julieta Parra
Aunque los datos hablen de un crecimiento de 2,6 por ciento de la economía, el alto costo de vida y la pérdida de poder adquisitivo creciente, dejan en evidencia que el tal crecimiento no es generalizado, sino focalizado en un reducido grupo plutocrático.
El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) acaba de dar a conocer el Indicador de Seguimiento a la Economía (ISE) para el mes de enero de 2025, que fue de 116,84, lo que representó que el desarrollo para este mes fuera de 2,65 por ciento. Oscilación positiva exagerada por los medios y el Gobierno como un “repunte” de la economía; aseveración apresurada porque sí subió este indicador, pero sectores como la agricultura decreció en menos 0,13 por ciento, las actividades primarias solo crecieron 1,2 por ciento; lo que infiere que esta leve mejoría del ISE es volátil y obedece a picos comerciales, pero se mantienen los fenómenos disruptivos a nivel macroeconómico, que mantienen la desaceleración de nuestra economía.
La reactivación y la solidez de la economía se consigue aumentando el flujo de capital circulante y la creación de nuevas plazas laborales, además es necesaria una tributación redistributiva y diferencial acorde al capital neto, esto dinamiza el poder adquisitivo per cápita aumentando la demanda, lo cual se traduce en reducción del desempleo y aumento de la capacidad de producción de las empresas.
La desaceleración económica, la Recesión Técnica declarada por el Banco de la República, la inflación, el incremento constante de la Deuda Externa (DE), entre otros, exige una política de austeridad que permita mitigar estos males; es inaplazable un cambio de fondo en el modelo económico, que disminuya los pasivos estatales, fortalezca y desarrolle integralmente la producción nacional y equilibre la balanza comercial, disminuyendo la importación de materias primas y productos con valor agregado.
Superar la actual crisis económica y el déficit de poder adquisitivo, implica instaurar una política económica fundada en la formalización del empleo y la mejoría de las condiciones salariales, además debe generar una tributación redistributiva que permita subsidiar capas bajas de la sociedad, el sistema actual no genera ni inclusión social ni sostenibilidad ni mucho menos crecimiento y productividad, por tanto, se requiere un modelo que fomente el desarrollo integral de la producción nacional, y que a su vez disminuya el Gasto Corriente (burocracia, guerra, pago de intereses de DE) e incremente de manera integral el Gasto Social.
Colombia Humana,por la via Democratica
La visión marxista del mundo, o materialismo histórico, enfatiza que la historia y la sociedad están determinadas por las condiciones materiales, especialmente las relaciones de producción y la lucha de clases, buscando una sociedad sin clases y con propiedad colectiva de los medios de producción.
El Materialismo Histórico y sus Principales Conceptos:
Materialismo:
El marxismo considera que la realidad material (la economía, las relaciones de producción) es fundamental y determina la estructura social, política, cultural e ideológica.
Lucha de Clases:
La historia se entiende como una serie de conflictos entre clases sociales con intereses opuestos, principalmente entre la burguesía (dueña de los medios de producción) y el proletariado (trabajadores).
Superestructura:
La cultura, la política, el derecho y la ideología son vistos como una superestructura que se basa en la estructura económica, es decir, son producto de las relaciones de producción.
Alienación:
El trabajo en el capitalismo es visto como una fuente de alienación, donde el trabajador se separa de su propia actividad y del producto de su trabajo.
Revolución Social:
El marxismo postula que la sociedad capitalista, con sus contradicciones y crisis, eventualmente será reemplazada por una sociedad socialista y luego comunista a través de una revolución social.
Socialismo y Comunismo:
El socialismo es visto como una etapa de transición hacia el comunismo, una sociedad sin clases, sin propiedad privada de los medios de producción y sin Estado.
Análisis de la Historia:
Marx analizó la historia de la humanidad a través de diferentes modos de producción (esclavitud, feudalismo, capitalismo) y predijo que el capitalismo sería reemplazado por el socialismo y luego el comunismo.
Crítica del Capitalismo:
El marxismo critica el capitalismo por su carácter explotador, desigual y por la generación de crisis cíclicas.
Propiedad Colectiva:
El marxismo postula que la propiedad privada de los medios de producción debe ser reemplazada por la propiedad colectiva o estatal.
Libertad y Autonomía:
Marx quería que la sociedad fuera independiente, creativa y que los trabajadores pudieran decidir cómo vivir, más allá del trabajo.
Ejemplos de la Aplicación de la Visión Marxista:
Análisis de la Economía:
El marxismo se utiliza para analizar la economía capitalista, la explotación laboral, la concentración de capital y las crisis económicas.
Análisis de la Política:
El marxismo se utiliza para analizar el Estado, las instituciones políticas, las ideologías y las luchas políticas.
Análisis de la Cultura:
El marxismo se utiliza para analizar la cultura, las ideas, la religión y la forma en que son utilizadas para legitimar el poder.
Análisis de la Historia:
El marxismo se utiliza para analizar la historia de la humanidad, las revoluciones, las guerras y los cambios sociales.
Acción Política:
El marxismo inspira a movimientos políticos y sociales que buscan la transformación de la sociedad a través de la lucha de clases y la revolución.
Mensaje de Colombia humana
La antropología mundial es el estudio científico de la humanidad, incluyendo la diversidad cultural, social, biológica y lingüística de las sociedades humanas, tanto pasadas como presentes.
En detalle:
¿Qué es la antropología?
La antropología es una disciplina que busca comprender a la humanidad en su totalidad, explorando cómo las sociedades se organizan, cómo se comportan, cómo piensan y cómo se relacionan con su entorno.
Ramas de la antropología:
Antropología social o cultural: Se enfoca en las sociedades humanas, sus culturas, costumbres, creencias y valores.
Antropología biológica (física): Estudia la evolución humana desde una perspectiva biológica, incluyendo la genética, el desarrollo y la adaptación humana.
Arqueología: Examina las culturas pasadas a través de la excavación y análisis de objetos y sitios.
Lingüística antropológica: Analiza cómo el lenguaje refleja y forma la cultura y la sociedad.
Día Mundial de la Antropología:
Se celebra el tercer jueves de febrero, una fecha para reconocer y compartir el fascinante mundo del estudio científico de la humanidad. Este año se celebra el 20 de febrero de 2025.
Importancia de la antropología:
La antropología ayuda a comprender mejor la diversidad humana, a promover el respeto por otras culturas y a abordar problemas sociales y culturales.
Orígenes de la antropología:
Se considera que el nacimiento de la antropología como disciplina tuvo lugar durante el Siglo de las Luces, cuando en Europa se realizaron los primeros intentos sistemáticos de estudiar el comportamiento humano.
Antropologías del mundo:
Existen diversas perspectivas y prácticas dentro de la antropología, algunas de las cuales no son reconocidas como antropología desde las antropologías hegemónicas y algunas de las subalternizadas.
El partido Colombia Humana y la visiòn republicana
Bajo el concepto socialismo utópico (en alemán, Frühsozialismus) o socialismo premarxista,[1][2] primer socialismo y protosocialismo se engloba a los pensadores socialistas de principios del siglo XIX anteriores al marxismo —cuyo inicio se sitúa en la fundación de la Liga de los Comunistas en 1847 y la publicación al año siguiente de su programa, el Manifiesto comunista—.[3]
Los representantes más destacados del primer socialismo son Santo Tomás Moro y Robert Owen en Gran Bretaña, y Henri de Saint-Simon, Flora Tristán, Charles Fourier[4] y Étienne Cabet en Francia. También se pueden incluir las corrientes insurreccionalistas de Graco Babeuf, Filippo Buonarroti y los neobabuvistas y de Auguste Blanqui. Una diferencia clave con el socialismo marxista y anarquismo moderno es que los socialistas utópicos no desarrollaron teoría sobre la lucha de clases y creían que las personas de todas las clases pueden adoptar voluntariamente su plan social si se presenta de manera convincente sin necesidad de una revolución social.[5]
El socialismo utópico es originalmente parte de una perspectiva de progreso y confianza en el hombre y la tecnología. Esta corriente está influenciada por el humanismo, vinculada muchas veces con el catolicismo. Se describe a menudo el socialismo utópico como la presentación de sociedades ideales imaginarias y/o futuristas, así como importante precursor del socialismo científico. Los socialistas utópicos sienten que su forma de socialismo cooperativo se puede establecer entre personas de ideas afines dentro de la sociedad existente y que sus pequeñas comunidades pueden demostrar la viabilidad de su plan para la sociedad.[5] Los socialistas posteriores y los críticos del socialismo utópico consideraron que este socialismo no se basaba en las condiciones materiales reales de la sociedad existente. Estas visiones de sociedades ideales compitieron con los movimientos socialdemócratas revolucionarios de inspiración marxista.[5]
Las diferentes corrientes del socialismo utópico se disolvieron o se fueron integrando al vasto movimiento socialista hegemonizado desde la Asociación Internacional de Trabajadores (1864-1876) por las ideas de Marx y de Bakunin. No obstante, dejaron una impronta significativa en las ciencias sociales y en algunas luchas revolucionarias socialistas. Se puede notar su influencia en el cooperativismo, la socialdemocracia, el movimiento hippie, el ecologismo, el feminismo, las ecoaldeas, el anarco-sindicalismo y el socialismo cristiano. A principios del siglo XX surgió una escuela de pensamiento similar que también defendía el socialismo sobre bases morales, el socialismo democrático.[6]
Origen del término
Karl Marx y Friedrich Engels. Fue Engels quien acuñó el término de «socialismo utópico»
Friedrich Engels fue quien acuñó el término de «socialismo utópico» en Del socialismo utópico al socialismo científico (1880, sección de una obra anterior, el Anti-Dühring de 1878) para referirse a los primeros socialistas, por oposición al «socialismo científico» creado por él y por Karl Marx.[7] De esta forma pretendía destacar que las propuestas de aquellos eran puras formulaciones «idealistas» —irrealizables, utópicas— ya que no se basaban en el análisis «científico» de la sociedad capitalista y de sus fundamentos económicos y no tenían en cuenta la realidad de la lucha de clases.[8] Marx y Engels creían que no se debería fantasear con «imágenes» distractoras de falansterios o estados imaginarios, sino organizar a los trabajadores exponiendo las contradicciones del capitalismo.[9] Los principales utopistas fueron: «Saint-Simon, en quien la tendencia burguesa sigue afirmándose todavía, hasta cierto punto, junto a la tendencia proletaria; Fourier y Owen, quien […] expuso en forma sistemática una serie de medidas encaminadas a abolir las diferencias de clase».[4] Según Lenin, los utopistas «no sabían explicar la esencia de la esclavitud asalariada bajo el capitalismo, ni descubrir las leyes de su desarrollo, ni encontrar aquella fuerza social capaz de convertirse en la creadora de la nueva sociedad».[10]
La literatura revolucionaria que guía estos primeros pasos vacilantes del proletariado es, y necesariamente tenía que serlo, juzgada por su contenido, reaccionaria. Estas doctrinas profesan un ascetismo universal y un torpe y vago igualitarismo. Los verdaderos sistemas socialistas y comunistas, los sistemas de Saint-Simon, de Fourier, de Owen, etc., brotan en la primera fase embrionaria de las luchas entre el proletariado y la burguesía […]
Cierto es que los autores de estos sistemas penetran ya en el antagonismo de las clases y en la acción de los elementos disolventes que germinan en el seno de la propia sociedad gobernante. Pero no aciertan todavía a ver en el proletariado una acción histórica independiente, un movimiento político propio y peculiar […] Estas descripciones fantásticas de la sociedad del mañana brotan en una época en que el proletariado no ha alcanzado aún la madurez, en que, por tanto, se forja todavía una serie de ideas fantásticas acerca de su destino y posición, dejándose llevar por los primeros impulsos, puramente intuitivos, de transformar radicalmente la sociedad. Y, sin embargo, en estas obras socialistas y comunistas hay ya un principio de crítica, puesto que atacan las bases todas de la sociedad existente. Por eso, han contribuido notablemente a ilustrar la conciencia de la clase trabajadora […] La importancia de este socialismo y comunismo crítico-utópico está en razón inversa al desarrollo histórico de la sociedad.
Manifiesto comunista, Literatura socialista y comunista (1848), K. Marx y F. Engels,
Mientras que la utopía, el socialismo doctrinario, que supedita el movimiento total a uno de sus aspectos, que suplanta la producción colectiva, social, por la actividad cerebral de un pedante suelto y que, sobre todo, mediante pequeños trucos o grandes sentimentalismos, elimina en su fantasía la lucha revolucionaria de las clases y sus necesidades […] el proletariado va agrupándose más en torno al socialismo revolucionario, en torno al comunismo […] Este socialismo es la declaración de la revolución permanente, de la dictadura de clase del proletariado como punto necesario de transición para la supresión de las diferencias de clase en general, para la supresión de todas las relaciones de producción en que éstas descansan.[11]
Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850 (1850) K. Marx
Sin embargo, hoy en día se cuestiona que todos los protosocialistas se puedan calificar como verdaderos utopistas porque muchos de ellos partieron del análisis de la sociedad industrial y capitalista, por lo que se propone que el término se restrinja a aquellos que «se propusieron construir comunidades comunistas en el propio ámbito de una sociedad capitalista cuyos fundamentos permanecían inmutables». Pero incluso en este caso, como ocurre con Fourier, Owen o Cabet, se constata que muchas de sus ideas fueron plenamente realistas y que a diferencia de los utopistas antiguos no se quedaron en el plano de la mera especulación filosófica sino que intentaron llevar a la práctica sus ideas convirtiéndolas así en un proyecto político —«la verdad de mañana», como definió Víctor Hugo a la utopía— capaz de movilizar a determinados sectores de la sociedad.[12]
Aunque las propuestas de los primeros socialistas no forman un cuerpo homogéneo ya que existen notables diferencias entre ellas, presentan algunas características comunes. Todos ellos critican la nueva sociedad capitalista resultado de la revolución industrial en la que los trabajadores quedan a merced del «frío» cálculo económico de los dueños de los talleres y de las fábricas, y todos entienden la propiedad privada no como un derecho natural sino como un fenómeno puramente histórico. Así el principal problema que abordan es cómo alcanzar la igualdad que vaya más allá de la mera igualdad legal, lo que les lleva a rechazar la exaltación de la libertad abstracta que propugnaba el liberalismo —que, como dijo el socialista francés Philippe Buchez, solo enseña «al hombre a ser egoísta, a convertirse en su propio Dios, su propia fe, su propia gloria, su propia razón y su propia fuerza»—. De ahí la importancia que conceden a la educación como medio para que arraiguen los valores que hagan posible la sociedad igualitaria y «armónica» que proyectan. Por otro lado, también comparten la idea de un cierto internacionalismo social-proletario que al superar las rivalidades de los nacientes estados-nación dé paso a una era de paz y de libre convivencia entre los pueblos. Un último rasgo, aunque no compartido absolutamente por todos, fue el optimismo, su confianza en el progreso y en la posibilidad del cambio social que pusiera fin a la explotación y a la opresión para conseguir la regeneración moral de la humanidad.[13]
El término «utópico» se usó como peyorativo para implicar ingenuidad y descartar sus ideas como poco realistas.[14] Historiadores franceses actualmente prefieren utilizar para definirlas las categorías de “primeros socialismos”, “socialismos románticos”, “socialismos premarxistas”, “socialismos conceptuales” incluso para Loïc Rignol son los primeros “socialismos científicos”.[15]
Antecedentes
Edición de 1777 de Utopía por Thomas More.
Jean-Jacques Rousseau.
Hasta finales del siglo XVIII, la concepción de una sociedad utópica estuvo confinado a elucubraciones filosóficas o literarias. Se puede comenzar en la concepción del paraíso perdido, en la Biblia cristiana, hasta la Edad de Oro en la mitología griega y romana. Pero a menudo se señala a La República, de Platón, como el primer planteamiento literario-filosófico de una comunidad ideal. En Asia, algunos aseguran que el primer revolucionario socialista de la historia fue el iraní Mazdak (m. 524), fundador de una corriente específica de mazdeísmo.
Ya hacia el Renacimiento, Tomás Moro escribe su famosa novela Utopía (1516), que inventa el término que nombrará a esta corriente del socialismo. Otras utopías literarias son La ciudad del sol (1602), de Tommaso Campanella; Código de la naturaleza (1755), de Morelly; Foción (1763), de Gabriel Bonnot de Mably. El reformador protestante inglés Gerrard Winstanley abogó por la colectivización de la tierra y de todos los recursos naturales como bienes fundamentales de todo el pueblo. Críticas hacia la propiedad privada y el Antiguo Régimen continuaron durante la Ilustración en el siglo XVIII a través de pensadores como Gabriel Bonnot de Mably[16] y Jean-Jacques Rousseau en Francia.[17]
El primer individuo al que, tras haber cercado un terreno, se le ocurrió decir «Esto es mío» y encontró a gente lo bastante simple como para hecerle caso, fue el verdadero fundador de la Sociedad Civil. Cuántos crímenes, guerras, asesinatos, cuántas miserias y horrores no le hubiera ahorrado al género humano el que, arrancando las estacas o cegando el foso, hubiera gritado a sus semejantes: «Guardaos de escuchar a este impostor; estáis perdidos si olvidáis que las frutas a todos pertenecen y que la tierra no es de nadie…»
Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres
Tras la agitación de la Revolución Francesa, el comunismo surgió más tarde como una doctrina política.[18]
No queremos la igualdad escrita en una tabla de madera, la queremos en nuestras casas, bajo nuestros techos.
François-Noël Babeuf, Conjuration des Égaux, 1795.
Cuando el momento de auge del socialismo utópico había sido superado, volvió a frecuentarse el género de la utopía literaria. Se pueden citar Looking backward (1884), de Edward Bellamy, conocida en castellano como El año 2000; News from nowhere o Noticias de ninguna parte (1890), de William Morris; La ciudad anarquista americana (1914), de Pierre Quiroule; Buenos Aires en 1950 bajo el régimen socialista (1908), de Julio Dittrich, entre otros.
Colombia abre la Democracia a los partidos
Solo al final de su vida Karl Marx dejó las tierras europeas para viajar a un país bajo dominio colonial. Fue cuando viajó a Argelia en 1882. “Para los musulmanes, no existe la subordinación”, escribió Marx a su hija Laura Lafargue. La desigualdad es una abominación para un “verdadero musulmán”, pero Marx encontraba que estos sentimientos “se irán a la ruina sin un movimiento revolucionario”. Un movimiento de comprensión revolucionaria podría, pensaba él, crecer fácilmente donde hubiera un sentimiento cultural contra la desigualdad profundamente arraigado. Marx no escribió más sobre Argelia o sobre el islam. Estas fueron observaciones de un padre a su hija, pero nos dicen mucho sobre la sensibilidad de Marx.
No hay lugar en el marxismo para la idea de que ciertas personas necesitan ser gobernadas porque se las considera como inferiores social o racialmente. De hecho, desde los primeros escritos de Marx en adelante, el marxismo siempre ha comprendido la libertad humana como un objetivo universal. La esclavitud y la degradación de seres humanos en la esclavitud asalariada despertó en Marx una indignación profética. En una de las declaraciones principales de Marx en la Primera Internacional en 1865, exigió que todxs lxs ciudadanxs de Estados Unidos “fueran declarados libres e iguales, sin reservas” y les advirtió que si no abordaban decisivamente el oscuro legado de la esclavitud podrían “manchar su país con la sangre su pueblo”. W.E.B. Du Bois, el gran intelectual afroestadounidense, citó esta declaración en su obra magna Black Reconstruction in America [Reconstrucción negra en Estados Unidos, en traducción libre](1935), acogiéndola como una intervención “audaz”.
Uno de los pasajes más famosos de Marx en El Capital (1867) señala que “el rosado amanecer de la era de la producción capitalista” no se encontraba en el banco o fábrica antisépticos. El origen del capitalismo tuvo de hallarse —entre otros procesos— en “la extirpación, la esclavitud y el entierro en minas de la población aborigen, el comienzo de la conquista y saqueo de las Indias Orientales, la transformación de África en un coto para la caza comercial de pieles negras”. El capitalismo creció y se sustentó por la degradación de la humanidad en todo el mundo. No es de extrañar, entonces, que el anticolonialismo juegue un papel tan importante en el movimiento marxista.
Una vez que se sale de los límites de la región del Atlántico Norte, de Europa a Estados Unidos, las categorías del marxismo tienen que ser “ligeramente estiradas” y la narrativa sobre el materialismo histórico debe ser ampliada, como argumentó el intelectual caribeño asentado en Argelia, Frantz Fanon. De lo contrario, la gente estaría adoptando categorías que seguramente tenían una aplicación universal, pero que no se aplicaban de la misma manera en todas partes. Pocos marxistas adoptaron el vasto continente de materialismo histórico y dialéctico sin traducirlo a sus propios contextos y a sus propios dilemas. Este ha sido uno de los elementos más ricos de la tradición marxista, y uno que muy raramente se considera.
Más aún, en las colonias, la estructura de la acumulación y robo capitalistas determinaron que estas regiones no viesen sus fuerzas productivas desarrolladas por el sistema capitalista. El desarrollo social de sus medios de producción (incluidas maquinaria e infraestructura) y su capacidad humana se verían obligados a privilegiar las tierras de sus gobernantes coloniales. Este estancamiento del desarrollo social planteó desafíos a lxs marxistas en las regiones colonizadas, donde sus tareas se expandieron y resultaron confusamente difíciles: debían acabar con el dominio colonial, desarrollar las fuerzas productivas en un contexto adverso y hacer avanzar las relaciones sociales hacia el socialismo. Estos procesos simultáneos tuvieron que desarrollarse durante un ataque sostenido de las fuerzas imperialistas que incluía guerra abierta (como lo experimentó Vietnam por décadas), pero también la técnica de la guerra híbrida (que incluye sanciones y bloqueos).
El dossier 37 es una invitación al diálogo, una conversación sobre la enmarañada tradición del marxismo y la liberación nacional. Una tradición que surge de la Revolución Rusa y que hunde sus raíces en los conflictos anticoloniales de los siglos XX y XXI. Esta es una introducción a un debate amplio que incluye muchos movimientos revolucionarios diferentes, en su mayoría de África, Asia y América Latina. En el Instituto Tricontinental de Investigación Social estamos interesados en reavivar una discusión seria sobre esta tradición.