TAN CERCA DE LA ESTANFLACIÓN

TAN CERCA DE LA ESTANFLACIÓN

Chavela Villamil

En los últimos meses las economías (industrializadas y periféricas) han venido repuntando sus indicadores negativos, sin salir de la zona de desaceleración en la que han estado sumidas desde la pandemia y exacerbada por conflicto geopolíticos como Ucrania-Rusia, Israel-Palestina, entre otros. El Banco Mundial (BM) recientemente afirmó que, aunque el índice de Producto Interno Bruto (PIB) global ha venido repuntando, este es muy incipiente y es prematuro anunciar la recuperación total de los mercados; por lo tanto, considera prudente sostener sus proyecciones de desaceleración económica, durante 2023 la economía de América Latina y el Caribe creció en una media ponderada de 1,95 por ciento, y para este año se estima que el crecimiento no sea superior al 2,5 por ciento [1]. 

De acuerdo al más reciente informe del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), durante el mes de noviembre del año anterior el PIB creció 2,25 por ciento, cifra que es positiva pero no alcanza a subsanar las cifras negativas de los meses anteriores, como septiembre (menos 1,8 por ciento) y octubre (menos 0,37 por ciento), y la marcada desaceleración en el trascurso del año; el suscitado repunte de la economía no deja de ser una oscilación de la fluctuación del mercado, que dada las condiciones económicas adversas, como desempleo, empleo informal, pérdida de poder adquisitivo per cápita, entre otros, carece de sostenibilidad. 

El sostenido decrecimiento de la productividad y el desarrollo tiene impacto sobre el costo de vida, aunado al alto índice de desempleo y proliferación del empleo informal, y la inflación que cede muy lentamente, nos deja en un alto riesgo de caer en un periodo de estanflación. Según el DANE a nivel nacional la Pobreza Monetaria oscila en 39,2 por ciento y la Pobreza Extrema está en 13,8 por ciento; índices que acentúan la crisis económica y desde luego detrimentan el desarrollo integral del país, dejando los indicadores en 19,3 millones de habitantes en la pobreza y 6,9 millones en pobreza extrema. Estos indicadores nos dejan dentro del rancking negativo de los países con mayor margen de pobreza en América Latina y el Caribe.

La desaceleración económica que sufre nuestra economía es un agente que contribuye a la actual crisis económica, sin embargo, en sí misma esta no es como tal la causante del déficit económico y financiero; el tronco del problema radica en una política económica y financiera que se centra en la aplicación del ‘factor goteo’, bajo el sofisma que la proliferación de utilidades de las grandes empresas disminuirá el desempleo y generará desarrollo y cambios positivos en el poder adquisitivo per cápita; sin embargo, esto no ha ocurrido ni ocurrirá, ya que lo que se requiere realmente es decrecer el margen de utilidades de las grandes empresas, para trasladar este superávit a la masa monetaria fluctuante del mercado.

La marcada contracción de la economía obliga al Gobierno no solo a incrementar la tributación, sino principalmente a cambiar la política del gasto y consumo en términos, de la necesidad de en plazo inmediato disminuir el Gasto Corriente (burocracia, guerra, pago de intereses de Deuda Extarna -DE-); además la política tributaria debe cambiar hacia un método  que no se centre en la captación por masa de capital, sino en la captación por volumen de capital neto, lo que quiere decir, que debe implementar la tributación de los grandes capitales y empresas con un enfoque redistributivo. Por otro lado, la política de glosa [2], de pasivos implementada por el gobierno incrementa el déficit fiscal y pone en saldos rojos la regla fiscal de mediano plano y sobre incrementa la deuda externa, que en el segundo trimestre llegó a 190.429 millones de dólares, lo que equivale al 57,3 por ciento del PIB.

La desaceleración negativa del PIB y el estancamiento de nuestra economía, prácticamente obliga al gobierno a disminuir el gasto corriente a la vez que decreta un periodo de austeridad; desde luego esta o cualquier política económica tendiente a subsanar la crisis económica implica a nivel interno congelar el presupuesto destinado a la DE, y a nivel internacional nos obliga a negociar la refinanciación de este pasivo que asfixia el PIB y pone en colapso nuestra economía y sostenibilidad financiera.

Salir de la Recesión Técnica y reactivar nuestra economía implica una política que genere nuevas plazas laborales y a su vez formalice el subempleo, además de una política económica integral que repotencie la industria y la agroindustria para suplir el mercado interno.

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[1] la economía de América Latina continúa con pronóstico reservado. Valora Analitik, 11-01-2024.

[2] Glosa: sobregirar varias veces una misma deuda.

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