SIN MIEDO, SIN OLVIDO

Damaris Izaguirre
El modelo político instrumental al régimen y a los Intereses del Tío Sam, sostiene la Doctrina del ‘Enemigo Interno’, para sofocar cualquier conato insurreccional, que les arrebate sus privilegios y cambie el statu quo; por esto, los crímenes de Estado los continúan ejecutando, además de ocultarlos con el poder judicial.
En Colombia, el Tío Sam ha estado detrás de los puntos críticos que han generado hitos sociales y populares; uno de los más representativos es el 9 de abril, cuando la CIA en asociación con el régimen asesinaron al líder popular Jorge Eliécer Gaitán, que desató una década de violencia y el surgimiento de las guerrillas. Décadas de un cruento Conflicto Armado Interno y de políticas belicistas alejadas de la Solución Política de los conflictos, han recrudecido la Guerra a lo largo del tiempo y han dejado millones de víctimas, que tienen en común sus exigencias de justicia, verdad, reparación integral y no repetición.
El Estallido Social de 2021 fue reiterativo al exigir un cambio estructural del modelo y en quitar la Doctrina de Seguridad Nacional, que ordena perseguir al ‘Enemigo Interno’, la que ha sido ejecutada por la colusión entre las Fuerzas Armadas (FFAA) y los paramilitares, generando millones de víctimas de crímenes de Estado y decapitado las organizaciones populares, además de diseminar el miedo en la Colombia profunda. Se esperaría que un Gobierno de corte progresista depusiera esta necrófila doctrina, pero este por congraciarse con el Tío Sam y facilitar el remozamiento del régimen, persiste en sostener la nefasta Doctrina de Seguridad Nacional, a tal punto que volvimos a los tiempos de tener como Ministro de Guerra -más que de Defensa- a un General activo, cosas que ni en los tiempos de Uribe se vieron.
El resultado es evidente, la persecución y exterminio del liderazgo social es necesario para mantener el régimen, por lo tanto, la han probado como un arma efectiva de control insurreccional. Mientras este o cualquier Gobierno no rompa con el régimen y cambie radicalmente la Doctrina de Seguridad existente, el respeto a la vida y los Derechos Humanos no será más que letra muerta. Las víctimas exigen ‘verdad total’, justicia y no repetición y a su vez la gente de a pie exige que cese la horrible noche y, que pensar distinto, exigir derechos y manifestarse contra el sistema no sea castigado con la pena de muerte.