EL GOBIERNO DE LA PERFIDIA

Damaris Izaguirre
La política de paz del Gobierno del Cambio no dista mucho de las políticas de anteriores Gobiernos, todas tienen como común denominador el Desarme, la Desmovilización y la Reinserción (DDR), fundamentadas en promesas vanas que están encaminadas a defender el statu quo.
La promesa de traer la paz fue uno de los pilares de la campaña presidencial de Gustavo Petro y Francia Márquez, pero esta quimera a la que llamaron Paz Total, no deja de ser una pacificación, que desde sus comienzos se ha basado en las imposiciones unilaterales y la perfidia. Iniciando este gobierno en diciembre de 2022, el presidente ‘sacó del sombrero’ un decreto de cese el fuego multilateral, sin haberlo hablado o negociado con antelación con la contraparte; luego ha nombrado a confesos narcoparamilitares como Gestores de paz; enseguida, en un acto de abierta perfidia el Comisionado de Paz Otty Patiño, montó una negociación paralela con un frente del ELN; ahora, la ‘cereza del pastel’ es la captura con fines de extradición de uno de los integrantes del equipo negociador de una de las disidencias; así, ¿quién negocia con un Gobierno pérfido que no brinda garantías a lo que acuerda ni respeta a los negociadores?
La visión de paz de los colombianos de a pie es muy contraria a la visión que tiene el Gobierno, cuya visión no es otra que la pacificación decretada por el Tío Sam e impuesta en sus neocolonias. Lo que queremos Los Nadie, los pobladores de la Colombia profunda, es un proceso de solución política con justicia y equidad social y que desaparezca el entramado paramilitar, que en colusión con las Fuerzas Armadas (FFAA) amedrenta y desaparece a todo aquel que discrepe tan solo un poco, de los planteamientos del régimen y del Tío Sam.
Todos los Gobiernos sin excepción reproducen el modelo de pacificación impuesto desde EEUU, donde la paz se reduce al silenciamiento de los fusiles, al Desarme, Desmovilización y Reinserción (DDR) de la insurgencia, de esta forma aseguran que el modelo de saqueo de recursos naturales prosiga y que la subordinación del Estado colombiano siga siendo instrumental a los intereses geoestratégicos, geopolíticos y belicistas del imperio norteamericano.
Los hechos han demostrado que el Gobierno de Petro replica la propuesta de pacificación dictada por el Tío Sam; no es fortuito que este Gobierno Progresista prosiga sosteniendo la Doctrina de Seguridad Nacional y la política del Enemigo Interno, o que sostenga el modelo de engordar narcotraficantes, para entregarlos posteriormente a los EEUU, donde estos lavan su dinero sangriento y luego los regresan como ‘gente de bien’.
Este Gobierno Progresista continúa sembrando el país con Bases Militares de EEUU, sin importar que estas traen pérdida de autonomía y en muchas ocasiones estas serán utilizadas como plataformas de invasión o agresión para países vecinos, que se oponen a los planes imperialistas de la potencia norteamericana; en otras palabras, la política de paz de Petro es ambigua y ambivalente, mientras habla de soberanía y mitigación de la pobreza y la exclusión, sus actos son belicistas y reproducen sin mancha el modelo imperialista norteamericano.
Un verdadero Proceso de Paz no debe tener como único fin el silenciamiento de los fusiles, su objetivo central no debe ser otro que atacar las causas socioeconómicas y políticas que gestan el Conflicto Armado, en otras palabras, desarrollar los cambios estructurales y de fondo que generen una sociedad más equitativa y sin cordones de pobreza y miseria; Colombia debe desarrollar un verdadero proceso de Solución Política, que desde luego es diametralmente opuesto al DDR y la pacificación, y no se puede llevar a cabo mientras el proceso de solución no contemple cambios en la Doctrina de Seguridad, deslinde con la política guerrerista de los EEUU, cambios estructurales en la tenencia de la tierra y la mitigación de la desigualdad.
No se puede pasar por alto que el conflicto armado es consecuencia de un modelo opresor y excluyente que reproduce pobreza y desigualdad, por lo tanto, sin resolver las causas que le dieron origen es imposible construir una verdadera paz que implica justicia y equidad social.
Deponer la pacificación impuesta por los EEUU, implica romper la dependencia y subordinación de nuestro país al Tío Sam, pero como ni este ni ningún Gobierno lo hará, solo queda la lucha y la unidad social y popular para que construyamos una nueva política antidrogas propia, que se centre en los eslabones representativos del narcotráfico; además implica instaurar un modelo de Solución Política que tenga como pilar subsanar las causas socioeconómicas que dan origen al Conflicto Social, Político y Armado.