FRAGMENTACIÓN TERRITORIAL, POLÍTICA IMPERIAL

FRAGMENTACIÓN TERRITORIAL, POLÍTICA IMPERIAL

Comandante Antonio García

Hablando de la geopolítica mundial, Venezuela es un nexo en el que convergen intensamente las fuerzas históricas, la política petrolera y la competitividad entre grandes potencias. Si tomamos el contexto latinoamericano, vemos una batalla regional con profundas implicaciones para el orden internacional.

En el centro de esta turbulencia geopolítica se encuentran las vastas reservas de petróleo de Venezuela, las mayores del mundo. Recordemos que estas tierras fueron del dominio de Exxon-Mobil, el antiguo territorio de los Rockefeller. Si sumamos el contexto histórico de influencia corporativa desde principios del siglo XX, y la presencia actual del Comando Sur en el territorio, es el resultado de la ambición planificada por el control de los recursos estratégicos.

Situación que se hace más controvertida a medida que el mundo es testigo de un impulso de occidente hacia la energía verde; sin embargo, no es coincidencia que Tesla esté perdiendo terreno frente a los fabricantes chinos, que están superando a Estados Unidos en la producción de vehículos eléctricos.

El dominio de China en tecnologías de energía solar y eólica ya supera las capacidades europeas y estadounidenses, obligando a reevaluar las estrategias energéticas de las capitales occidentales.

Desde esta perspectiva, la potencial «sirianización» de Venezuela, propuesta como una campaña mediática promovida por los extremistas venezolanos desde el exterior, busca, por medios violentos, escenarios que conduzcan a la fragmentación del Estado venezolano para su posterior saqueo.

La otra importancia estratégica de Venezuela, más allá de sus reservas de petróleo, es la posición del país para controlar el Caribe en su totalidad, sobre todo en medio de las disputas por las fuentes de energía tradicionales y renovables, pero también por el control hegemónico sobre las arterias comerciales transoceánicas.

Vale resaltar lo dicho recientemente por Donald Trump: se refirió a la transferencia del Canal de Panamá bajo la administración Carter, mostrando lo que es realmente la política hemisférica de los Estados Unidos.

El presidente estadounidense lamentó la «pérdida» del Canal y señaló a China por el supuesto control del Canal en la actualidad, lo que refleja más una ansiedad por la pérdida de influencia hegemónica. Esta narrativa se inscribe en un patrón también utilizado contra Cuba y Venezuela. La pretensión de «recuperar» el control del Canal revela la persistencia de una mentalidad colonial, que desconoce la autodeterminación de los pueblos latinoamericanos.

Aunque la influencia de Washington se extiende profundamente a Colombia, Ecuador, Guyana y varias otras naciones de la región, el desafío fundamental para las fuerzas populares radica en su capacidad para resistir y evitar que Nuestra América siga el trágico camino que ha devastado Oriente Medio.

Por tanto, el destino de Venezuela, entrelazado con la lucha por la autonomía latinoamericana, se convierte un campo de batalla clave, donde se determinará el futuro de la soberanía regional.

El camino a seguir exige no solo resistencia a las presiones externas, sino la construcción activa de estructuras de poder alternativas basadas en la organización popular y la solidaridad regional. Solo mediante esta acción unificada podrá la región evitar la fragmentación y el conflicto, que han asolado a otras regiones del Sur Global ricas en recursos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *