LES SALIMOS A DEBER
Damaris Izaguirre
En Colombia el narcotráfico surgió y se desarrolló de la mano del régimen lo que rápidamente dio lugar a un Narcoestado, donde los grandes capos bajo el auspicio de Estados Unidos amasan fortunas y lavan su dinero, en un ciclo perpetuo donde ambos ganan.
Como es y sigue siendo costumbre del Tío Sam, habla fuerte e impone su Guerra contra las drogas para garantizar la dominación de países como el nuestro, mientras por debajo del tapete permite el auge y el crecimiento de capos como los Escobar, Gacha y Ochoa, entre otros. Cuando lo considera usa narcos caídos en desgracia para derrocarlos y llevarlos a EEUU como trofeo, allí los tiene un tiempo mientras lava sus capitales y luego estos regresan a su país de origen con alforjas llenas, limpios de todo pecado e integrados a la ‘gente de bien’; desde luego el Narcoestado no levanta cargos y ‘mira para otro lado’ para que se perpetúe el ciclo del narcotráfico, que es la esencia del imperio norteamericano.
Por estos días regresaron al país a Fabio Ochoa, un capo del Cartel de Medellín, luego de pagar condena por exportar cocaína a los EEUU; aunque parezca inverosímil e irónico en Colombia no existe un proceso judicial abierto en su contra, por ‘arte de magia’ desaparecieron sus nexos y coautoría en masacres, asesinatos, fabricación de narcóticos, financiación del paramilitarismo, entre otros, solo en un Narcoestado un capo como Ochoa puede arroparse con este manto de impunidad. El colmo de todo, se rumora que Ochoa podría ser nombrado como gestor de paz, una dura bofetada contra las víctimas del conflicto.
Acabar con el narcotráfico no es cuestión de perseguir campesinos y bañar los campos con venenos como el glifosato, acabar con el narcotráfico y toda su cadena de corrupción y muerte, implica salir de la fracasada Guerra contra las drogas impuesta por el Tío Sam, junto a gestar las bases de un Estado no permeado por la mafia; esto no es lograble mientras no rompamos radicalmente con el viejo régimen, con una gran presión social y la exigencia del cumplimiento del Mandato del Estallido Social que reclama la instauración de un Estado al servicio del pueblo.