EL PIB NO ESTÁ CRECIENDO LO SUFICIENTE
Chavela Villamil
En la recta final del año el Producto Interno Bruto (PIB) juega un papel trascendental, ya que de él depende en buena parte el aumento del salario mínimo, las proyecciones económicas del año siguiente y el grado de inversión estatal.
El modelo económico imperante genera acumulación de capital en un reducido grupo plutocrático, mientras incrementa la brecha de desigualdad per cápita y amplía el margen de desigualdad entre países del Norte del mundo con los del Sur, que empobrece y excluye grandes grupos de la sociedad y exacerba la actual crisis económica global.
Las fluctuaciones positivas que reflejan algunos mercados son muy bajas y por tanto incipientes y volátiles como para modificar el patrón decreciente del PIB; además, el modelo económico centra el crecimiento de la economía en la oscilación estadística del PIB, que no es más que una cifra macroeconómica, que apenas mide el valor monetario de la producción de bienes y servicios de demanda final, en otras palabras, no basta con medir las utilidades ya que vender no es sinónimo de crecimiento económico.
En una sociedad ideal y acorde a lo que atañe a la definición de economía –formas y métodos para administrar los recursos disponibles para satisfacer las necesidades humanas–, el Producto Interno Bruto (PIB) debería ser inversamente proporcional al déficit social, es decir, a mayor PIB debería ser menor el desempleo y la pobreza (multidimensional, monetaria y extrema); sin embargo, en nuestra economía el PIB esta más ligado a las utilidades del capital plutocrático monopólico, que al desarrollo de la sociedad y a subsanar pasivos estatales en materia pobreza estructural.
Persiste la contracción económica
Recientemente se dio a conocer el informe semestral de Perspectivas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que plantea un leve repunte de la economía que por su incipiencia está a un lejos de frenar la desaceleración económica actual, según la OCDE este año nuestra economía no crecerá por encima de 1,8 por ciento, en el 2025 el crecimiento será de 2,7 por ciento y en 2026 no superará el 2,9 por ciento; pese a los alentadores pronósticos, este organismo es enfático al afirmar que:
“Los niveles de crecimiento siguen estando por debajo a los reportados antes de la pandemia del covid-19 y cambiar estos perfiles será en periodo largo y determinado por las oscilaciones del mercado global (…) La inversión en el país continuará una recuperación lenta, en la medida que las condiciones financieras se relajen, aunque la incertidumbre mantendrá las inversiones por debajo de los niveles anteriores a la pandemia, motivado por las recientes reformas que el Ejecutivo planea implementar” [*].
El incremento del PIB se debe principalmente al crecimiento de:
- A) los sectores de actividades artísticas y de entretenimiento (35,7 por ciento) y
- B) al alojamiento y servicios de comida (25,3 por ciento).
Pero su vez el PIB presentó contracción en:
- C) los sectores financiero (3,2 por ciento) y
- D) el agropecuario (2,5 por ciento).
El contraste entre los sectores que aumentan su PIB y los que se contraen, permite concluir que el repunte del PIB, no es otra cosa que un aumento en las ventas de sectores que son fluctuantes, por un incremento coyuntural de la demanda, aumento volátil sin capacidad de sostenerse en el tiempo, ni de impactar positivamente el poder adquisitivo per cápita y por ende no contribuye a la dinamización de la economía.
Si existe un repunte comercial y de las utilidades de las ventas en especial las de gran flujo de capital, pero no podemos hablar de reactivación económica, toda vez que el incremento de la inflación y el desempleo, y la desaceleración de demanda de alimentos básicos (menos 5,5 por ciento) inducen una caída brutal de la demanda que deja al país más acerca a la estanflación (inflación sostenida, desempleo alto y estancamiento económico).
Nuevos paradigmas económicos
El principal engaño al medir el crecimiento económico con base en el aumento de la cifra del PIB, es que no recoge los costos imprevistos ni las actividades económicas del mercado informal. La política económica del país debe estar fundada en favorecer a todos los colombianos, en especial buscar el bienestar de las capas medias y bajas de la sociedad, pues el sistema actual no genera ni inclusión social ni sostenibilidad, mucho menos crecimiento y productividad; por ende, se requiere un modelo que fomente el desarrollo integral de la producción nacional y aumente el poder adquisitivo per cápita, ligado a un Sistema Tributario redistributivo que disminuya el Gasto Corriente (burocracia, Guerra y pago de Deuda Externa) e incremente el Gasto Social.
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[*] Economía colombiana crecerá un 2,7 por ciento en 2025, pero sigue por debajo de los promedios históricos: informe OCDE. Valora Analitik, 04-12-2024.