CAMBIAR EL MODELO PARA MEJORAR LA PRODUCTIVIDAD

CAMBIAR EL MODELO PARA MEJORAR LA PRODUCTIVIDAD

Chavela Villamil

Resulta ambiguo y contradictorio hablar de mejorar las condiciones socioeconómicas de la población, pero no modificar la política económica ni el modelo de tributación, ya que sin modificar estos es imposible mitigar la desigualdad y reducir considerablemente el déficit socioeconómico.

El año anterior nuestra economía creció solo 0,6 por ciento, mientras en el primer trimestre de este año la economía nacional creció solo 0,7 por ciento; siendo los resultados más bajos los del primer trimestre de 2024.

La Organización de Cooperación para el Desarrollo Económico (OCDE), aseveró que para lo que resta de este año el crecimiento de nuestra economía no superará el 1,2 por ciento, mientras que el próximo año este indicador oscilará entre 1,8 y 2,2 por ciento; por lo tanto, “en lo que resta de este y en los próximos dos años se debe optar por una flexibilización monetaria prudente y un decrecimiento paulatino del Gasto Corriente; además, no se deben soportar incrementos en la Regla Fiscal y los egresos se deben ajustar a este instrumento, para evitar un aumento en los costos de financiamiento e incrementos oscilantes en la cuenta corriente” [*].

La baja productividad y la baja capacidad de compra de los sectores socioeconómicos medios, medio-bajos y bajos, incrementan la deceleración económica existente y hace más difícil la posibilidad de una recuperación económica, por lo tanto, el país está lejos de alcanzar un punto de equilibrio a largo plazo. El incremento en las ventas que reflejan algunos sectores de la economía, se percibe como un leve aumento del comercio y de las utilidades, pero esto, no se refleja en aspectos como la recuperación del empleo ni la formalización del trabajo informal, solo repercute en el repunte de las utilidades de las grandes empresas y las corporaciones.

Nuestras políticas económicas continúan y perpetúan la fracasada teoría neoliberal del Trickle Down Effect (TDE, por sus siglas en inglés), ligando la productividad, el desarrollo y el empleo al favorecimiento fiscal y tributario de las grandes empresas, bajo el supuesto de que estas luego gotearan la riqueza acumulada hacia las capas bajas de la sociedad; sin embargo, han pasado tres décadas continuas de su aplicación, y el resultado es el empeoramiento de la desigualdad y la pobreza monetaria y multidimensional, mientras crecen desmesuradamente las utilidades del sector plutocrático minoritario, de los grandes monopolios y capitales.

Debemos transformar el paradigma económico

La desaceleración económica, la Recesión Técnica declarada por el Banco de la República, la inflación, el incremento constante de la Deuda Externa (DE), entre otros, exige una política de austeridad que permita mitigar estos fenómenos; es inaplazable un cambio de fondo en el modelo económico, que disminuya los pasivos estatales, fortalezca y desarrolle integralmente la producción nacional y equilibre la balanza comercial, disminuyendo la importación de materias primas y productos con valor agregado.

El principal problema de nuestro país es que tenemos una política económica que centra sus esfuerzos en sostener el pago continuado de la DE, que además de ser onerosa es constantemente sobregirada, convirtiéndola en un pasivo incremental al que mes a mes aumenta su valor y los pagos realizados solo sirven para amortizar los intereses, pero la deuda de capital continúa intacta; lo que convierte a este pasivo en un círculo vicioso que asfixia el PIB e imposibilita pagar la Deuda Social.

La política económica y financiera del Gobierno de Petro se ha concentrado en incrementar el Gasto Corriente (burocracia, guerra, pago de intereses de DE) para ampliar la cobertura de algunos programas de subsidios e incrementar estamentos estatales, en otras palabras, aumenta considerablemente los pasivos en un momento en que los activos decrecen hasta llegar a indicadores negativos.

El Gobierno tiene el deber y el reto de dinamizar la economía, lo que tiene implícito la disminución del Gasto Corriente y en si misma un cambio de política económica y la construcción de un nuevo paradigma económico, que se centren en medidas que incrementen el poder adquisitivo per cápita, que solo es posible en la medida en que opere una política de formalización y estabilidad laboral, que permita a las capas sociales medias y bajas sufragar sus gastos básicos.

Superar la actual crisis económica y el déficit de poder adquisitivo, implica instaurar una política económica fundada en la formalización del empleo y la mejoría de las condiciones salariales, además debe generar una tributación redistributiva que permita subsidiar capas bajas de la sociedad, el sistema actual no genera ni inclusión social ni sostenibilidad ni mucho menos crecimiento y productividad, por tanto, se requiere un modelo que fomente el desarrollo integral de la producción nacional, y que a su vez disminuya el Gasto Corriente e incremente de manera integral el Gasto Social.

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[*] PIB de Colombia en el 2025: ¿Cuándo podría crecer? Valora Analitik, 31-10-2024.

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