ES HORA DE UN NUEVO PARADIGMA ECONÓMICO
Claudia Julieta Parra
La política económica es la encargada de proyectar el crecimiento y de mitigar la desigualdad y la pobreza (monetaria y multidimensional); en el país, la política económica está orientada a favorecer las utilidades de grandes capitalistas, por esto, necesitamos cambiar el paradigma económico.
Décadas de aplicar a nivel global un modelo económico que monopoliza la riqueza en un reducido grupo plutocrático y a su vez promueve el libre mercado, no solo ha incrementado la desigualdad y la pobreza, sino que además ha venido desacelerando los mercados de manera casi que imperceptible hasta el periodo pandémico; donde el estancamiento de los mercados afloró la desaceleración exponiendo sus impactos.
El reciente Informe Perspectivas económicas mundiales del Banco Mundial (BM), concluye que, la economía mundial está próxima a batir un lamentable récord a fines de 2024, de ser los cinco años con el menor crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), de las últimas tres décadas. Según el BM en 2021 el PIB global era de 6,2 por ciento, en 2022 fue de 3,05 por ciento, en 2023 de 2,6 por ciento y se proyecta que este año cerrará en 2,4 por ciento; lo que muestra que el crecimiento global ha caído 4,8 por ciento y continúa con una tendencia decreciente o en su defecto con crecimientos inferiores al 1 por ciento anual, lo que son rasgos irrefutables de la llegada de un periodo de recesión global [1].
El economista Michael Roberts plantea que, “los keynesianos, postkeynesianos (y los partidarios de la Teoría Monetaria Moderna -TMM-) creen que los estímulos fiscales a través de más gasto público y el aumento de los déficits presupuestarios de los gobiernos, es la manera de poner fin a la Larga Depresión y evitar una nueva recesión”, además, Roberts argumenta que “ni los ‘monetaristas’ ni los keynesianos/TMM tienen razón. Ni una mayor flexibilización monetaria [2], ni estímulos fiscales podrán detener la recesión que se aproxima. Esto se debe a que no tiene que ver con la débil ‘demanda agregada’. El consumo de los hogares en la mayoría de las economías es relativamente fuerte porque la gente sigue gastando más, en parte, a través de un mayor endeudamiento a tasas muy bajas de interés” [3].
Durante décadas nuestra política económica ha basado el desarrollo y la plaza laboral en el Trickle Down Effect (TDE, por sus siglas en inglés), que plantea que si los grandes capitales incrementan sus dividendos, por efecto de derrame de incrementa el empleo y se dinamiza la economía, teoría que ha sido ampliamente refutada y que se convirtió en un lastre de las economías que la implementan; a su vez, desde la Apertura Económica de hace tres décadas, abrieron la economía a la flexibilización económica lo que ha incrementado el déficit de cuenta corriente (Deuda Externa -DE-) a términos casi insostenibles; por si fuera poco, ha dejado que el mercado de mínimo y corto plazo sea reemplazado por la economía informal, lo que genera masa monetaria fluctuante pero de carácter volátil, lo que incrementa el déficit de costo de vida y amplia la brecha de pobreza monetaria y la pérdida de poder adquisitivo per cápita.
No se puede negar que el Gobierno actual recibió una economía con un alto déficit fiscal, sin embargo, este no es el problema central y el causante del progresividad del declive de nuestra economía, la responsabilidad directa recae en proseguir o darle continuidad a una política económica que claramente solo favorece a los intereses del gran capital privado, y que plantea el recaudo tributario desde la captación masiva (que exprime a la clase media) y no desde la percepción de masa monetaria de gran volumen o impacto financiero; en otras palabras, dio continuidad a una política de recaudo que grava con más fuerza a las capas sociales medias y bajas por ser la de mayor movimiento de masa monetaria volátil, mientras da alivio fiscal a las grandes empresas bajo el sofisma de incentivar la generación de empleo; a su vez, no decrementa el gasto corriente (burocracia, guerra, pago de intereses de DE) para mitigar la desaceleración en el PIB, sino que opta por adquirir nueva DE para pagar intereses de la vieja DE, aunque esto asfixie el PIB.
Paliar los impactos de la recesión económica global que se avecina, más allá de incrementar el recaudo tributario e incrementar el PIB nacional, tiene implícito la reformulación de la actual política económica y el replanteamiento de un paradigma económico y financiero que se centre el decrecimiento del gasto corriente, el congelamiento de la DE y una posible refinanciación de la misma; al igual que una política de tributación con énfasis redistributivo, donde el mayor aporte lo hagan los grandes capitales y que las capas sociales medias y bajas sean exentas, para que este dinero se pueda percibir en fluctuación de masa monetaria, para remediar la caída abrupta que sufre la demanda y dinamizar los mercados.
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[1] Global Economic Prospects. Banco Mundial, junio de 2024
[2] Según la TMM, contribuye a reducir los tipos de interés debido al aumento de la demanda de los títulos de deuda por el Banco Central.
[3] El detonante de la nueva recesión mundial. Sin Permiso, Michael Roberts, 30-07-2024
Solo los ricos se han beneficiado del cambio
La pobreza se extiende como fuego en fábrica de muebles
Dejar de gastar la plata en cosas innecesarias y cobrarles impuestos altos a los ricos es la única opción que nos queda.
Todos los gobiernos hablan de la austeridad, pero ninguno deja de derrochar