LA OLIGARQUÍA OBLIGADA A RETROCEDER
Raúl Contreras
Lo que hemos visto en estos 20 días de Paro Nacional no está dentro de lo rutinario, son hechos distintos a lo que han ocurrido en los últimos 50 años, que expresan un quiebre histórico en la lucha de clases en Colombia.
En esta tercera semana de paro la represión sigue siendo brutal y despiadada, arroja nuevos hechos de barbarie, el más trágico ha sido el suicidio en Popayán de la joven Alinson Salazar de tan solo 17 años, indignada por la violencia sexual que sufrió a manos de la Policía mientras la mantuvieron ilegalmen privada de la libertad.
El número de colombianos asesinados por las Fuerzas Armadas (FFAA) en las protestas pasa del medio centenar, para matarlos han tenido que recurrir al Ejército con sus tanques en las calles, la utilización de armas de Guerra, helicópteros y todo el armamento cada vez letal del Esmad, entre ellos la Venom una pieza de artillería de disparo múltiple, largo alcance y tremendo daño.
Siguen recurriendo a los policías con armas de fuego pero sin uniforme y a escuadrones paramilitares de gente rica ligada al narcotráfico para disparar contra los manifestantes y los sitios de concentración, agresiones que están filmadas, como la que sufrió la Guardia Indígena en el sur de Cali el 9 de mayo.
A pesar del brutal despliegue represivo no han podido doblegar la protesta, la fuerza de la movilización y el aislamiento del Gobierno lo han obligado a retroceder y a buscar la negociación con las fuerzas movilizadas, quienes han colocado como primer punto de diálogo el cese de la bárbara represión y el castigo a los criminales.
Nuevas características de las luchas populares
En las movilizaciones de los últimos años y en las de estos 20 días han aparecido y fortalecido nuevas modalidades de lucha, que van cobrando importancia por su extensión, cuyo significado tienden a mantenerse hacia el futuro.
Los bloqueos en muchas carreteras troncales del país que no son nuevos pero sí la cantidad de ellos y su persistencia, hubo días en que llegaron a ser centenares, generados por los campesinos, camioneros y diversos núcleos urbanos en varias regiones del país; novedosos han sido los bloqueos dentro de las mismas ciudades como en Cali y Bogotá, igualmente surgieron los asentamientos de los manifestantes en puntos críticos de las ciudades como Puerto Resistencia, la glorieta de Siloé, Sameco y otros en Cali y el Portal de las Américas en Bogotá.
Las expresiones de autodefensa en las movilizaciones han cobrado más fuerza y extensión en estas jornadas, conocidas como la Primera Línea, fueron destacadas en las jornadas del 2019 pero este año han sido más numerosas, más diversas y en más centros urbanos.
En las grandes ciudades los sitios de inicio de las marchas se han multiplicado, en la capital recientemente llegaron a sobrepasar los 40, en distintas ocasiones las marchas no se concentran en un punto céntrico de la ciudad sino que se despliegan de manera simultánea por distintas zonas de la urbe.
Las asambleas territoriales vienen adquiriendo importancia, son las que organizan la lucha territorial y facilitan la participación de las gentes en sus zonas de vivienda.
En este 2021 todos los sectores sociales y los territorios han estado movilizados, se han estado movilizando al tiempo trabajadores, campesinos, estudiantes, transportadores, indígenas, la gente de los barrios, etc., o sea, es todo el conjunto del pueblo.
La confrontación en la ciudad ha adquirido mayores dimensiones, masividad y radicalidad sobrepasando la contundencia del escenario rural, las imágenes de los noticieros internacionales y los miles de vídeos de las redes sociales muestran verdaderas escenas de Guerra en los centros urbanos, que antes eran propias los paros agrarios y de la confrontación con las guerrillas.
Son imágenes del enfrentamiento entre las FFAA con su arsenal represivo y de Guerra contra millones de ciudadanos desarmados, quienes se han levantado y han tomado las calles para ser escuchados, y al ser agredidos construyen mecanismos propios de protección y defensa.
Quiebre histórico
Lo que hemos visto en Colombia estos 20 días no está dentro de lo que se ha dado siempre, las dimensiones de este Paro Nacional rebasan las jornadas de noviembre del 2019 y los estallidos del 9 y 10 de septiembre de 2020, expresan un momento especial de mayor ascenso de la lucha y un salto en la misma, pero es difícil anticipar hasta dónde va ha llegar este auge.
Los acontecimientos van indicando que si las fuerzas y el pueblo movilizado no se dejan dividir, que si los principales espacios de conducción o de referencia logran amplitud y flexibilidad, dándole cabida a los distintos procesos y movilizaciones que se están presentando, que si se abren y facilitan recoger a las mayorías movilizadas, obtendrán importantes victorias y se acumulará para librar en mejores condiciones las batallas que están por venir.