EL FUTURO ES DEMOCRATIZAR LA RIQUEZA

EL FUTURO ES DEMOCRATIZAR LA RIQUEZA

Chavela Villamil

La actual crisis económica y ambiental, y la desalmada brecha de desigualdad son muestras irrefutables de que el sistema actual solo beneficia a unos pocos; por tanto, se necesita un modelo que salde las deudas con el medio ambiente y que democratice la riqueza y los bienes comunes.

Tras la culminación de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y la posterior recomposición económica y geopolítica, se consolidó un sistema económico que tiene por objeto el lucro individual y la acumulación de capital.

El actual sistema económico –neoliberalismo- ha llevado a un incremento abismal de la brecha de desigualdad, el 65 por ciento de la riqueza está en el 1 por ciento de la población global [1]; además ha gestado una crisis ambiental que a su vez ha derivado en pandemias letales como el Covid-19, causando la muerte de millones al tiempo que agrava la crisis socioeconómica.

En el 2020 el Producto Interno Bruto (PIB) mundial sufrió su caída más pronunciada desde el final de la Segunda Guerra Mundial, 250 millones de personas en los países en desarrollo enfrentan la pobreza absoluta, pero paradójicamente 651 multimillonarios aumentaron su patrimonio neto en un 30 por ciento [2], por tanto, llegó la hora de democratizar la riqueza y que los acaudalados subsidien a los desposeídos.

Es posible e indispensable un modelo menos voraz

Recientemente el Grupo de Puebla dio a conocer su Manifiesto Progresista, donde plantean un conjunto de medidas urgentes para combatir la actual desigualdad [3], como un proceso de construcción colectiva de un proyecto político alternativo para América Latina y el Caribe. 

La propuesta de 33 puntos gira en torno a la autonomía, la democracia real, la solidaridad y la economía redistributiva, en suma, es “un nuevo modelo solidario que garantice la consolidación de América Latina como zona de paz, que asegure la continuidad y el fortalecimiento de sus democracias, y reduzca la desigualdad social a través de una mayor inclusión” [4].  

En materia económica uno de los pilares de esta propuesta es la responsabilidad social del mercado, que si bien continúa por la línea de la empresa privada y el libre mercado establece parámetros que protegen el trabajo digno, bien remunerado y desestima las prácticas monopólicas y oligopólicas.

La propuesta también da importancia a las cadenas sociales de valor, que hace referencia a la reindustrialización de pequeñas y medianas empresas, lo que constituye eslabones productivos incluyentes y sostenibles ambientalmente.

Otro aspecto relevante de este Manifiesto es la implementación de una Reforma Fiscal Progresiva que a través de impuestos directos y progresivos a los ingresos y al patrimonio, eliminen las exenciones a los mega empresarios aliviando la carga fiscal sobre las capas sociales más empobrecidas y excluidas; proponen también la implementación de una Renta Básica Solidaria como punto de partida para enfrentar la crisis social agravada por el Covid-19.

Plantean que para solventar la crisis socioeconómica existente es urgente la refinanciación de la Deuda Externa, la mitigación del desempleo y la emisión directa de los Bancos Centrales, lo que llevaría a la eliminación de la Regla Fiscal y que sean directamente los Gobiernos y no la Banca privada quienes gestionen los recursos para la recuperación económica.

Un nuevo paradigma económico y social

En términos macroeconómicos la propuesta del Grupo de Puebla si bien no se desliga de características propias del neoliberalismo como la Teoría de Libre Mercado, si es una medida viable en términos de sustentabilidad y sostenibilidad, donde se prevé la democratización de la riqueza y se restablece la responsabilidad social inherente al Estado y la tributación redistributiva.

En esa medida el primer objetivo a conseguir es desechar la política financiera basada en el Trickle Down Effect (TDE, por sus siglas en inglés), donde la productividad y el desarrollo se sustentan en la reducción de la tributación de las grandes empresas; para pasar a un paradigma económico donde la dinamización económica sea fruto del fortalecimiento integral de la microindustria, la industria y la agroindustria nacional.        

Necesitamos un modelo económico que recorte los gastos suntuarios (gasto militar y administrativo excesivo, entre otros), la disminución de las exenciones tributarias a las mega empresas, la nacionalización de los beneficios de los bienes naturales, el desmonte de los Tratados de Libre Comercio (TLC) y la redistribución de la tierra y la riqueza; en últimas, una política económica a favor de las mayorías nacionales.

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[1] El 45 por ciento de la riqueza mundial está en manos del 1 por ciento más rico del planeta. Forbes, 22-10-2020.

[2] Economía mundial en 2021: quiénes serán los ganadores y los perdedores. BBC 9-01-2020.

[3-4] El proyecto alternativo al neoliberalismo. Grupo de Puebla, 18-02-2021.

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