DOS AÑOS DE SUBLEVACIÓN EN CHILE

Raúl Contreras

El 18 de octubre cumplió dos años el estallido del pueblo chileno donde volvieron a mirar hacia el futuro, desnudaron la desigualdad y opresión del mito neoliberal impuesto con la dictadura tras el golpe militar contra el Presidente Allende, sublevación que abre nuevas alamedas para el continente.

Como réplicas los efectos de este levantamiento popular siguen sacudiendo a Chile, veamos algunos de los más recientes.

El 13 de octubre la Cámara aprobó iniciar un proceso contra el Presidente Piñera por los hechos de corrupción en que lo involucran los Papeles de Pandora, por el negocio del proyecto minero Dominga, acusaciones que podrían desembocar en la destitución del Presidente.

Está sesionando la Convención Constitucional que definirá una nueva Constitución Política que dejará atrás la heredada de la dictadura, cambio que es posible por la composición favorable hacia la centro-izquierda gracias a los resultados electorales logrados durante su conformación.

Sigue el ascenso lucha del pueblo Mapuche en el Sur del país, protestas que quieren sofocar con el Estado de excepción decretado el pasado 12 octubre.

Gabriel Boric el candidato de la coalición del Partido Comunista y el Frente Amplio encabeza las encuestas para las elecciones presidenciales del próximo 21 de noviembre con el 25,7 por ciento, mientras Sichel el candidato del oficialismo sólo llega al 12,5 por ciento, Yasna Provoste de la otrora Concertación que gobernó después de la dictadura tiene 11 por ciento y Kats de la ultraderecha llega al 16,2 por ciento; todo indica que habrá segunda vuelta, habrá que ver cómo incide en ella el agitado clima social y político.

El levantamiento popular

El estallido social de octubre de 2019 inició con la desobediencia de los estudiantes secundarios que se negaron a pagar los pasajes en el Metro en rechazo al alza de la tarifa, luego el día 18 esta desobediencia y la protesta social se generalizaron en la capital y otras ciudades.   

Bajo el grito ‘No son 30 pesos sino 30 años’ se multiplicó la presencia en las calles, que fue respondida por el régimen con la más brutal represión, sin que esta lograse doblegar la protesta generalizada y el extendido ambiente de movilización; en Santiago se realizaron concentraciones que superaron el millón de habitantes, la del 25 de octubre alcanzó casi un millón y medio de personas en la Plaza de la Dignidad y sus alrededores; las movilizaciones diarias se mantuvieron en la capital y otras ciudades hasta parte de diciembre, quedando en pausa en marzo del 2020 cuando decretaron las restricciones por la pandemia.

La sublevación terminó de desnudar el espejismo del supuesto “milagro neoliberal chileno”, impuesto con la brutal dictadura de Pinochet, que arrasó ‘a sangre y fuego’ el movimiento popular y la resistencia; ayudó a que muchos más captasen la inequidad y el desastre social de un modelo publicitado como ejemplo de crecimiento económico, estabilidad política y progreso social.

En Chile al igual que lo que aconteció en Colombia la lucha popular ha dado un salto teniendo este un proceso de acumulación ascendente, que venía asentándose en los años anteriores, hay que recordar expresiones del movimiento estudiantil de secundaria y universitario cuando El Mochilazo del 2002, la Revolución de los Pingüinos del 2006, el gran movimiento universitario por la educación pública de 2011, las luchas de profesores en el 2018, la lucha por el “No + AFP” de los últimos años, las diversas movilizaciones de mujeres, ambientalistas y por el agua.

El continente lucha por democratizarse

En Chile, Colombia, Perú, Brasil, Argentina, México y Venezuela entre otros se abren nuevos horizontes favorables al interés nacional y popular; son procesos de cambio signados por duras confrontaciones, avances y retrocesos, al igual que por aciertos y errores de las fuerzas que estamos por los cambios.

Las experiencias de estos años, indican que aunque las transformaciones son aún limitadas, son favorables para los pueblos y dependiendo de múltiples factores y contradicciones, podrán saltar hacia mayores desarrollos de justicia, democracia, soberanía y participación popular. 

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