¿LA DIPLOMACIA O LA FUERZA EN MEDIO DE LA GUERRA?

Amalia Santana
Tres años después de iniciada la guerra en Ucrania, se abre la posibilidad de una salida negociada propuesta por Trump, una mesa de conversaciones entre Rusia y EEUU, en una guerra que está lejos de ser un conflicto de orden local.
Con esta puerta abierta para negociar, habría que recordar cómo inició la guerra en Ucrania en 2014, orquestada por la OTAN -EEUU y la Unión Europea-, luego de que la derecha del país tomara el poder y lanzara una cruzada en contra de la cultura rusa predominante en el este de Ucrania.
Se impusieron medidas culturales que restringían las formas de vida de la población de esa región; luego el nuevo gobierno, sus fuerzas armadas y sectores neofascistas armados, llevaron a cabo matanzas de civiles, como en la ciudad de Odesa cuando reclamaban referendos para que fuera tenida en cuenta su voz por parte del gobierno central.
Aun así, diferentes provincias se declararon independientes: Crimea para salir de Ucrania y ser anexada a Rusia; mientras que las provincias de Donetsk y Lugansk, que integran la región del Donbass fronteriza con Rusia se independizaron. Crimea pasó a integrar Rusia en medio de una alta tensión internacional. Sin embargo, las repúblicas independientes no fueron respetadas por Ucrania y se inició la guerra civil, en la que el ejército ucraniano ha sido señalado de cometer crímenes de lesa humanidad.
En medio de este escenario de guerra librándose en las fronteras rusas, la OTAN pretendió anexionarse a Ucrania en contra vía de los acuerdos hechos a mediados de la década del 90, donde EEUU se comprometió con Rusia no anexar países limítrofes a este organismo militar, por considerar Rusia que esto amenazaba su seguridad nacional.
Siendo evidente que esta es una guerra civil con visibles intereses geopolíticos que podía desencadenar una escalada bélica mundial, se promovieron en 2014 salidas diplomáticas, negociaciones llevadas a cabo en la capital de Bielorrusia y en las que participaron las repúblicas independientes, Ucrania, Rusia, EEUU, Francia y Alemania, firmando protocolos que se conocen como los Acuerdos de Minsk.
En ellos se contempla un cese al fuego inmediato, mayor participación política y autonomía para el Donbass en el Estado ucraniano, una amnistía generalizada, la reconstrucción de la región, entre otros. Acuerdos que nunca se pudieron siquiera implementar porque el cese al fuego no se respetó. En 2015, las partes interesadas volvieron a Minsk para renegociar los acuerdos y avanzar de forma definitiva en parar la guerra, sin embargo, siguió escalando. La Otan usó estos Acuerdos para armar a Kiev, en clara y descarada perfidia, porque violaron cada artículo que pactaron.
Desde Ucrania, la OTAN repitió durante años que la guerra en esa región la había impulsado Rusia y que las repúblicas independientes serían títeres suyos dentro de Ucrania, por lo que no vieron factible cumplir con los Acuerdos de Minsk y más bien había que continuar con los intereses de anexarse a Ucrania. Rusia apoyó al Donbass en esta guerra, entre otras cosas porque la población es rusa y es la región con mayor infraestructura industrial y minera de Ucrania, a la par que veía una amenaza militar en sus fronteras.
En febrero de 2022, luego del incumplimiento de los acuerdos firmados, Rusia interviene de forma directa atacando bases ucranianas en el Donbass y otras regiones de Ucrania. La OTAN apoya decididamente a Ucrania alegando que Rusia es una amenaza continental y mundial a detener, el envío de armamento y las compañías de mercenarios dan cuenta de ello. Por su parte Rusia, ha desplegado su ejército y también ha recibido cooperación militar de países como Corea del Norte e Irán.
En medio de la guerra, al inicio triunfalista y luego aceptando su incapacidad por parte de Ucrania, su presidente ha manifestado que entregará todos los recursos naturales de su país a cambio de la ayuda militar, entregando la soberanía nacional a la OTAN, especialmente su principal socio: EEUU.
Más de diez años después el número de muertos es de cientos de miles, sumada la destrucción de Ucrania, en el desarrollo de una guerra en la que la participación mundial ha sido amplía. La salida negociada hoy planteada por parte de EEUU está marcada por su imposibilidad de seguir sosteniendo el frente ucraniano contra Rusia, quien tiene mejores condiciones para seguir adelantando sus líneas de avance, por el despliegue tecnológico de su armamento de mejores características que el de la OTAN, además de su crecimiento económico a pesar de la guerra y las sanciones que le han impuesto.
En este escenario de negociación lo cierto es que no tendrán en cuenta ni a Ucrania, ya sometida totalmente a EEUU, ni tampoco a la Unión Europea, quien ha entrado en profunda crisis económica por su apoyo a EEUU en esta cruzada bélica, aun en contra de sus propios intereses geopolíticos. Evidenciando esta nueva realidad en el frente de guerra ucraniano que las salidas negociadas y diplomáticas están supeditadas a medidas de fuerza, donde tristemente EEUU sale de esta guerra para dedicarse con mayor ahínco a otras con enemigos más débiles que Rusia.