Chavela Villamil

La actual crisis económica es multifactorial, pero, la desaceleración del Producto Interno Bruto (PIB) y la pérdida de poder adquisitivo per cápita, han exacerbado la pobreza y generado la caída abrupta de la demanda, que desacelera el mercado y sume nuestra economía en una Recesión Técnica.

La desaceleración económica global que se viene sintiendo con mayor rigor desde comienzo de esta década, se acentúa con mayor fuerza en países cuyas economías son dependientes del capital extranjero. La desaceleración económica ha conllevado un incremento considerable y sostenido en el déficit de poder adquisitivo per cápita, lo que ha generado una disminución considerable de la demanda, desencadenando gran pérdida de plazas laborales e incrementado la migración de la fuerza productiva a mercados extranjeros y en su gran mayoría al empleo informal (rebusque), que en febrero subió al 72,3 por ciento, de cada 10 trabajadores 7 engrosan las filas del denominado rebusque.

El desempleo retornó a su media ponderada

El más reciente Informe de ProBogotá plantea que en lo corrido de este año, en Bogotá 7 de cada 10 empresas disminuyeron su nómina, o sea, la pérdida de empleo creció 26 por ciento, de los cuales el 75 por ciento obedece al rango etario de 18 a 26 años; mientras la cifra de pérdida de empleo a nivel nacional oscila en 22,4 por ciento y 6 de cada 10 empresas han disminuido sus nóminas [1].

Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), durante lo corrido de este año el desempleo volvió a incrementarse y retornó a su media ponderada, en enero fue de 12,7 por ciento y en febrero de 11,7 por ciento; sin embargo, 68,73 por ciento de las capitales principales tienen su índice de desempleo por encima de la media nacional.

La pérdida de poder adquisitivo y la falta de plazas laborales formales han llevado a la migración de la fuerza de trabajo, a países con mayor proyección laboral como Canadá, EEUU, España, entre otros, por esto la captación de remesas se ha incrementado: en 2020 ingresaron al país 6.908 millones de dólares, en 2021 8.597 millones de dólares, en 2022 9.428 millones de dólares y en 2023 10.091 millones de dólares [2]. Incremento que ayuda a mitigar la desaceleración del Producto Interno Bruto (PIB), pero en el aspecto negativo y de productividad, deja ver que la inoperancia en términos de fortalecimiento del mercado laboral, genera un fenómeno adverso como es la migración de la fuerza laboral.

El sostenido decrecimiento de la productividad y del desarrollo tiene impacto sobre el costo de vida, aunado al alto índice de desempleo y proliferación del empleo informal, y la inflación que cede muy lentamente, nos deja en un alto riesgo de caer en un periodo de estanflación. Según el DANE a nivel nacional la Pobreza Monetaria oscila en 39,2 por ciento y la Pobreza Extrema está en 13,8 por ciento; índices que acentúan la crisis económica y desde luego detrimentan el desarrollo integral del país, dejando los indicadores en 19,3 millones de habitantes en la pobreza y 6,9 millones en pobreza extrema. Estos indicadores nos dejan dentro del rancking negativo de los países con mayor margen de pobreza en América Latina y el Caribe.

La desaceleración económica que sufre nuestra economía es un agente que contribuye a la actual crisis económica, sin embargo, en sí misma esta no es como tal la causante del déficit económico y financiero; el tronco del problema radica en una política económica y financiera que se centra en la aplicación del ‘factor goteo’, bajo el sofisma que favorecer las utilidades de las grandes empresas disminuiría el desempleo y generaría desarrollo y cambios positivos en el poder adquisitivo per cápita; sin embargo, esto no ha ocurrido ni ocurrirá, ya que lo que se requiere realmente es decrecer el margen de utilidades de las grandes empresas, para trasladar este superávit a la masa monetaria fluctuante del mercado.

Nuevos paradigmas económicos, financieros y laborales

No es posible superar la crisis económica y financiera mientras conservemos las mismas políticas económicas, que son deficitarias en términos de desarrollo social integral; además, la dinamización de la economía implica el incremento del poder adquisitivo per cápita y este solo puede aumentar en la medida que se formalice el empleo y se generen nuevas plazas laborales acordes al Costo de Vida de la población. La reactivación de la economía tiene implícito aumentar el flujo de capital circulante y el aumento del poder adquisitivo per cápita, además requiere un nuevo modelo de tributación con enfoque redistributivo y diferencial acorde al capital neto.

La desaceleración económica, la Recesión Técnica declarada por el Banco de la República, el incremento constante de la Deuda Externa, entre otros, exigen una política de austeridad que permita mitigar estos fenómenos; lo que hace inaplazable un cambio de fondo en el modelo económico, que disminuya el Gasto Corriente (burocracia, guerra, pago de intereses de Deuda Externa), fortalezca integralmente la producción nacional y equilibre la balanza comercial, disminuyendo la importación de materias primas y productos con valor agregado. Superar la actual crisis económica y el déficit de poder adquisitivo, implica instaurar una política económica fundada en la formalización del empleo y la mejoría de las condiciones salariales.

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[1] Siete de cada 10 empresas en Bogotá redujeron sus nóminas por la desaceleración. Valora Analitik, 15-22-2024.

[2] La recepción de remesas alcanzó suma récord mayor a 10.000 millones de dólares en 2023. Valora Analitik, 26-03-2024.

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