LA INFLACIÓN NO ES UN PROBLEMA SUPERADO
Chavela Villamil
La desaceleración económica global ha impuesto la inflación no solo en los países en desarrollo, sino también en los desarrollados; desde luego la inflación se siente con más fuerza en países dependientes del capital extranjero, ¿es posible que la inflación ceda sin cambiar el modelo económico?
La inflación global ha atacado todos los mercados y exacerbado la desaceleración económica mundial; nuestra economía no ha sido la excepción y la inflación incrementó ostensiblemente y aunque en los últimos meses ha decrecido, aún no ha podido ser conjurada y continua como un fantasma amenazante, además se yuxtapone al Producto Interno Bruto (PIB) que tiene los indicadores más bajos de las últimas décadas, en el 2023 fue de 0,6 por ciento, en el año anterior se estima que tuvo una media de 1,6 por ciento, un déficit de cuenta corriente (Deuda Externa) que el año anterior fue de 198.034 millones de dólares, que equivale al 48,5 por ciento del PIB, recortes presupuestales en gasto de inversión y un déficit fiscal que continua con tendencia incremental.
La economía colombiana durante la última década se ha desacelerado principalmente por 3 factores: a) el crecimiento económico es inferior a sus necesidades lo cual crea un déficit fiscal, b) el aumento continuado del desempleo y el empleo informal genera una economía inestable y, c) el alto costo de servicios públicos, en especial la energía eléctrica. Estas condiciones sociopolíticas han llevado a que gran parte de la población pierda poder adquisitivo, lo que genera una caída drástica de la demanda y exacerba la desaceleración económica existente.
Una inflación que no cumple los estimados
El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), recientemente dio a conocer que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) para 2024 cerró en 5,20 por ciento; si bien esta cifra es positiva en términos que sostiene el decrecimiento de este indicador en los últimos meses, continúa siendo alto si se compara con otros países de Latinoamérica, en estos momentos nuestro país tiene la sexta inflación más alta de la región.
La disminución de la inflación durante los últimos meses se debe en gran medida, al desplome de la contribución de los alimentos al ritmo de crecimiento de los precios; esta disminución esta inferida por la caída brutal de la demanda, que se viene presentando durante los últimos meses, que en sí mismo está ocasionada por la pérdida de poder adquisitivo per cápita, en otras palabras, sino no hay quien compre, el precio del producto baja y si este se reduce la inflación cede; desde luego esta ecuación es volátil y puede variar en cualquier momento y llevar a que la inflación se incremente nuevamente.
Inflación baja genera un fenómeno inferido del bajo crecimiento del PIB, que es la pérdida de poder adquisitivo per cápita, entendida como la incapacidad de sufragar los altos costos de los productos básicos, que al ser productos esenciales en la alimentación de las capas medias y bajas, no tienen producto sustituto y lo máximo que puede hacer el consumidor es abstenerse de comprarlo o reduflarlo (pagar mismo precio, por menos producto), desde luego esto desacelera el mercado y nos conduce a una caída vertical de la demanda, que no solo sostiene la inflación como una amenaza latente, sino que sumado al desempleo y la proliferación del empleo informal -por encima del 50 por ciento del capital laboral-, nos deja en alto riesgo de ingresar a un periodo de estanflación.
Medidas riesgosas
La evidente recesión económica en la que se sume aceleradamente nuestro país, aunada a la baja formalización laboral, los salarios básicos deficitarios y el incremento desmedido del gasto corriente, nos están llevando a una situación financiera insostenible que puede desembocar en un periodo de estanflación. De nada sirve disminuir el índice de inflación, si el valor comercial de la canasta básica no disminuye considerablemente y no se traslada un alivio al costo de vida; en consecuencia, subsanar la crisis socioeconómica, dinamizar la economía y enfrentar su colapso, requiere incrementar el poder adquisitivo per cápita, lo cual demanda una política de empleo formal que disminuya el desempleo y reduzca el subempleo.
Subsanar la crisis socioeconómica, dinamizar la economía y enfrentar su colapso, requiere incrementar el poder adquisitivo per cápita; tiene implícito una política económica que se centre en la disminución de los beneficios a los grandes capitales y el desarrollo integral del sistema productivo nacional.