UN DRAGÓN RECORRE AMÉRICA

UN DRAGÓN RECORRE AMÉRICA

Anaís Serrano

Los Estados Unidos temen el crecimiento de la relación económica de la República Popular China con los países de nuestra región.

El simple avance de las relaciones comerciales con gobiernos abiertamente pro imperialistas como el de Dina Boluarte o progresistas como los de Chile y Colombia, que aun siendo cercanos a EEUU y a la Unión Europea, están distantes de la actual administración de la Casa Blanca, constituye un fracaso para Donald Trump, cuya guerra arancelaria debió retroceder luego de alcanzar algunos pocos logros, principalmente sobre sus propios aliados.

Temores viejos

En 1822, tan pronto se mostró irreversible la victoria de la Gran Colombia, no antes, los EEUU dirigido por el gobierno de James Monroe, se vio obligado a reconocer su independencia de España. No por su supuesto amor a la libertad, sino porque temía el avance de la influencia europea, particularmente británica y porque desconfiaba de que pueblos a los que siempre consideraron inferiores, administraran los ingentes recursos de la región.

Según EEUU, no podían los pueblos indios, negros, ni mestizos de origen ibérico, es decir del sur de Europa, ser quienes administraran tan ricos territorios y peor aún eligieran con quién aliarse. Así que en 1823, comienza a gestarse la famosa Doctrina Monroe a la que tempranamente se opone el Libertador Simón Bolívar.

La idea de ser un pueblo excepcional, elegido por Dios, cuyo Destino Manifiesto había sido primero dominar el norte de América y luego todo el mundo, aún hoy continúa justificando su política injerencista y genocida. La idea de que toda América les pertenece, está arraigada ya incluso en gran parte de su pueblo y tristemente, también en nuestros propios pueblos.

La guerra arancelaria de Trump

Al llegar Donald Trump a su segundo mandato, la conmoción que desataron sus discursos supremacistas, sus declaradas intenciones expansionistas y su violencia económica, en realidad sólo fueron un intento furioso del imperio en decadencia por reafirmar su poder, llegando a los discursos más groseros y violentos de los últimos tiempos emitidos desde Washington, con lo que logró asustar a los mismos de siempre.

Más allá de los terremotos comunicacionales y su impacto político ocasionados en los primeros tres meses de gobierno trumpista, países más pequeños como Cuba y Venezuela, permanecieron firmes con nervios de acero y la dignidad por delante.  Las potencias emergentes como Irán y Rusia, tampoco cedieron y China, su principal objetivo de guerra, no ha hecho más que avanzar. Finalmente, EEUU ha comenzado a negociar. Un ejemplo muy diciente es que la superpotencia militar del planeta, se vio obligada a dialogar con el pequeño pero valiente pueblo de Yemen, que ha demostrado su solidaridad con Palestina de modo eficaz.

Teniendo aún la economía más grande del mundo y concentrando también el mayor poderío militar, la potencia estadounidense ya no luce infranqueable ni imprescindible. China se impulsa en el escenario con el aplomo de su historia milenaria y Nuestra América le abre cada vez más sus puertas.

De los 236.545 millones de dólares que registró en el 2015 el comercio entre China y América Latina y el Caribe, llegó a 518.467 millones de dólares en el 2024. Este avance puede medirse también por el flujo de transporte y volumen de carga entre los puertos de Shangai en China y Chancay en Perú, que en apenas unos meses ha logrado mantener un crecimiento sostenido.

El retroceso de la política arancelaria que pretendía imponer EEUU a China, ha sido sólo la punta del iceberg. Sigue bajo el agua la gran masa de hielo mortal, que puede hundir a la superpotencia del norte si no cambia definitivamente su rumbo.

Relaciones comerciales de China con Nuestra América

China insiste en una política de ganar-ganar y en garantizar la no injerencia en las políticas internas de sus aliados comerciales, lo cual marca una gran diferencia. En la inauguración de la IV Reunión Ministerial China-Celac, el presidente Xi Jinping pronunció un discurso ante los presidentes Petro, Lula y Boric presentes en la cumbre, en el que remontó las relaciones entre ambas partes del mundo hasta el siglo XVI.

Xi Jinping expresó que el mundo está viviendo un cambio centenario que se acelera y que solo con la unidad y la cooperación se podrá mantener la paz y promover la prosperidad y propuso cinco proyectos: el proyecto de unidad, los proyectos de desarrollo, el proyecto de civilización, los proyectos de paz y el último con el que se busca ganar el corazón de la gente, un plan de becas e intercambios en educación y turismo.

El proyecto más ambicioso del momento es el ferrocarril que uniría el Puerto do Santos, en el Atlántico brasileño con el Puerto de Chancay en Perú, convirtiéndose en una de las principales vías de la Franja y la Ruta en Nuestra América, a la que Colombia ya anunció su voluntad de unirse.

Los tratados de libre comercio que China ha firmado con los países de la región, encarnan riesgos similares a los que anteriormente se han firmado con EEUU y Europa, el primero de ellos puede ser una invasión de productos extranjeros, que puede derrumbar la producción nacional.

¿Qué tan compartido será el futuro?

La clave está justamente en el modo de negociar que caracteriza al gobierno chino y que tiene arraigo en su cultura, el rechazo a los conflictos, la búsqueda permanente de la paz y la idea de un futuro compartido, que se ha plasmado incluso como parte del eslogan de la resolución final de este encuentro. Este es el modo chino, sin embargo, ahí es donde la preocupación de los pueblos debe enfocarse en el modo de negociar de los gobiernos, porque serán ellos quienes establezcan el perfil final de esos acuerdos.

La política de no injerencia china en nuestros asuntos internos puede ser un arma de doble filo para los intereses populares, por un lado eso garantizará que no habrá imposiciones que atenten contra nuestra soberanía y el derecho a la autodeterminación de los países, pero eso también implica que no será China quien va a imponer a las élites latinoamericanas y caribeñas los límites que los propios pueblos no les pongamos y entonces el poder de la clase dominante puede verse fortalecido con estas alianzas.

Prima la autodeterminación nacional

El futuro de Nuestra América, no está en las manos de China, está donde siempre ha estado, en manos de los pueblos, los que se enajenan y se someten o los que luchan y defienden sus intereses reales. Con la mayoría de los países ha firmado sólo acuerdos y planes de desarrollo conjunto, en los que impera el pragmatismo comercial. Si quienes negocian entregan las riquezas que nos pertenecen o las conquistas populares, dependerá de esto. Si por el contrario defienden la soberanía y autodeterminación, China ha demostrado ser respetuosa de ello y puede convertirse en gran aliada en medio de este mundo que vive los violentos movimientos tectónicos de un imperio que se cae a pedazos.

En Washington, republicanos y demócratas resienten cada paso que acerca a los países del Sur Global y en particular, a China con Nuestra América, porque saben que cada uno es para ellos un paso atrás. Ojalá sepamos usar lo que puede ser una nueva ventaja histórica.

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