SAQUEO DEL PETRÓLEO Y RESISTENCIA POPULAR

Ramón Montoya
Hablar de la empresa estatal petrolera Ecopetrol, resulta vago sin atender la historia; no es posible hablar de la empresa sin las luchas de obreras y obreros en Colombia, sin mencionar a Barrancabermeja y al Catatumbo.
Hay que recordar a la Concesión Barco y a la Colombian Petroleum Company (Colpet) en El Catatumbo, a la Tropical Oil Company (Troco) y a la Concesión De Mares en el área de Barrancaberneja, donde épicas huelgas petroleras se libraron en estos territorios saqueados del oriente del país. Hoy, de estos territorios sólo se dicen vilezas y se resaltan algunos efectos del conflicto, pero no se señala lo duro que ha significado para esta región reconstruir tejido social y darles continuidad a las luchas en medio de una guerra de proporciones gigantescas.
Sería bueno que la crónica sensacionalista no solo mencionara a estos territorios perdidos en la espesura colombiana por sus “escándalos”, sería bueno decir que Catatumbo significa ‘Casa del trueno´ en lengua del pueblo ancestral Barí, que sus pobladores capitaneando sindicatos y organizaciones sociales han estado representando al pueblo catatumbero enfrentando el saqueo y la injusticia, que la soberanía del país sólo se garantiza con organización y lucha, como lo ha demostrado el pueblo trabajador de los santanderes.
Son bienes naturales, no “recursos” para saquear
El saqueo del petróleo en estos países de economías dependientes, que aún respiran los vapores tóxicos del Tercer Mundo, hoy llamado del Sur Global, es un asunto de soberanía, de suma potestad sobre la riqueza que existe en el suelo y subsuelo, del deseo de un pueblo que ha visto irse los bienes nayurales de su territorio en trenes y barcos, mientras anida la pobreza. La desesperanza y las enfermedades en los suelos polvorientos que deja la su explotación acelerada, mientras en el aire, en la atmósfera, queda un tufillo de indignación, de odio ante el saqueo extranjero y de desprecio ante el connacional que avala el robo perpetuo.
Ese denominado Oro Negro ha servido para ensanchar las arcas de las familias dueñas de tierras y poseedoras de capital en la región, pero también para exterminar al indígena Barí y perseguir al obrero sindicalista. El debate sobre el saqueo del petróleo tiene alcance nacional, pero para esta oligarquía, que no le toca sentir el petróleo metiéndose por sus poros, este es un tema que lo determina el «libre mercado» del capitalismo, no es para que la sociedad colombiana defina cómo gestionar sus recursos. No está de más decir que el pueblo santandereano es altivo y valiente, por ende, si no lo quieren invitar a la discusión buscará la forma de hacerse invitar.
Los falsificadores de la historia
La idea de tener una empresa con mayoría estatal para extraer un recurso propio, no surgió de las grandes mentes capitalinas o de economistas de renombre, surgió del seno de las luchas de las organizaciones obreras, son las luchas obreras las que hicieron que construir una empresa estatal petrolera dejara de ser un clamor nacional y se convirtiera en una realidad; es al menos una mezquindad referirse a Ecopetrol como una empresa colombiana y no darle el lugar que tienen los sindicatos y las organizaciones sociales en esta victoria.
En 1951 se logró frenar la prórroga de la concesión De Mares entregada a los gringos por medio siglo y abrir la discusión sobre la propiedad nacional del petróleo, gracias al sabio uso de las vías de hecho. La historia falseada es que fue Mariano Ospina Pérez el creador de la empresa estatal del petróleo, cuando fueron los trabajadores petroleros de la región, quienes con una heróica e histórica huelga obligaron a la oligarquía rancia a atender la exigencia popular de nacionalización de esta empresa.
No es una tontería defender la soberanía
Los santanderes también parieron guerreros elenos como el Comandante Óscar Santos, puesto que cuando un Estado persigue y asesina a las líderesas y lídereres que han sido constructores de planes de vida en su territorio, como los Barí y los trabajadores petroleros, no puede esperar que la gente se quede ‘cruzada de brazos´; de las universidades del Oriente colombiano también salió pueblo a construir futuro y a hacerle homenaje a la historia de resistencia, que constituye uno de los brillos de la región.
Abunda el cinismo cuando hasta el presidente actual, haciéndole coro a esa oligarquía cleptómana, dice que es «bobo» seguir dándole al tubo después de sesenta años, en clara alusión a las acciones de sabotaje económico que hace el ELN contra los oleoductos, cínico mensaje cuando se han descubierto entramados de corrupción, como el Cartel de la gasolina que creados por militares, paramilitares y la oligarquía mafiosa. En las declaraciones de un miembro de la banda narcoparamilitar AUC, en las audiencias contra el ex presidente Uribe, confiesa que ellos se financiaban robando gasolina del oleiducto que pasaba por la hacienda Guacharacas (propiedad de la familia de Uribe), a través de válvulas ilegales conocidas por ‘Patadegrillos’, sin hablar del uso de esta gasolina como insumo para la producción de cocaína en el lugar.
No se sabe si los amiguetes de Petro, que coloca de Ministros y gerentes le han informado de los escándalos por manejo indebido de recursos, por corrupción y por desfalcos en cuanto a la producción ya contabilizada de hidrocarburos. El crudo considerado producción nacional también ha contaminado cuerpos de agua, acuíferos y ha matado fauna y flora; recientemente, quien filtró los «Iguana Papers» [ sobre el manojo de entramados de corrupción en Ecopetrol] le tocó salir del país amenazado, porque para Petro es válido decir que la guerrilla causa daño ambiental, pero para él no es válido decirlo cuando es la empresa estatal y su dirigencia la culpable de esto mismo, en clara connivencia con clanes políticos mafiosos y empresarios de muchas regiones.
Nunca es tarde
Cuál: ¿»Paz con la naturaleza»? ¿»Colombia potencia mundial de la vida»? El gobierno actual produjo unos slogans muy grandilocuentes, llamativos y engañosos, lo que es positivo para vender una buena imagen hacia afuera, pero hacia dentro se sabe que no ha sido, ni va a ser capaz de: hacer la paz con la historia santandereana y sus protagonistas, de hacer respetar los recursos propios y defender el territorio, de garantizar la continuidad de la biodiversidad, de comprometerse y esforzarse por brindarle un hogar digno a las futuras generaciones.
Cuando se salden las deudas históricas, sólo en ese momento, podremos empezar a pensar en ser «Colombia, potencia mundial de la vida», cuando las guerreras y los guerreros salgan de los anaqueles de los «libros prohibidos», sólo en ese momento, podremos hacer la paz entre nosotros mismos, y también, con la naturaleza claro está, pues a quien sabe escuchar ella le susurra al oído. La resistencia del pueblo de los Santanderes deslumbra tanto como el Faro del Catatumbo, y aún en el cielo más sombrío seguirá guiando a los caminantes que elijan la ruta noble de las luchas dignas.