LA SOLUCIÓN POLÍTICA ES DEL PUEBLO

Himelda Ascanio
Mientras un gobierno tenga que pedir permiso a los Estados Unidos para gobernar, no habrá posibilidades de construir la Paz y el bienestar de Colombia. Mientras desde Washington se tracen las políticas, los gobiernos seguirán siendo simples títeres.
El conflicto social, político, económico, ambiental y armado en Colombia es profundamente complejo, no solo por su longevidad, sino por los factores y formas que a lo largo de estos años ha configurado. Teniendo desde siempre como propulsor de la conflictividad e inhibidor de las soluciones a los EEUU, que se han encargado de impedir la superación de las desigualdades sociales y agregar detonantes de violencia para que el país no pueda superar estas lógicas y no pueda ser autónomo. Construyendo así, un narco Estado corrupto y servil.
Al menos 6 generaciones de colombianas y colombianos han vivido bajo el conflicto interno, las claves para superarlo se han evidenciado y manifestado, obvio no se ha permitido su implementación, y por eso sigue siendo un deber y una lucha, lograrlo. Las formas y elementos para superar el conflicto están claramente identificadas, para superar violencia, hay que ir a las causas que la generan, hay que transformar dichas condiciones y situaciones para crear nuevas, donde la violencia no sea necesaria y los conflictos se resuelvan de manera dialogada y no sean estructurales.
Cambiar el régimen político
Nadie en Colombia pone en discusión que la corrupción está en todos los rincones del Estado. En tal sentido, de lo que se trata es de transformar todo ese andamiaje de prácticas, estructuras e instituciones corrompidas, que van en contra del bienestar y la vida misma de las personas.
Implica desestructurar los esquemas mafiosos con que se ha desarrollado la política y poner al centro los intereses del país. Configurando una nueva organización política de la sociedad y del Estado que vaya realmente en pro de la justicia, dignidad y bienestar de los colombianos y colombianas. Lógicamente, esto implica erradicar y desmantelar las formas de violencia que han creado las élites mafiosas que han secuestrado el Estado, ponerle fin al paramilitarismo, las mafias y los clanes narcotraficantes.
Cambiar el modelo económico
Así como nadie discute la corrupción, no puede haber quien ponga en duda las profundas desigualdades sociales que existen en Colombia. Que ha llegado a ocupar el deshonroso lugar de ser el país más desigual de Latinoamérica. Es evidente que esta desigualdad es una primera forma de violencia que impulsa y gesta la espiral del conflicto.
Se requiere implementar nuevos y reales modelos de producción sostenibles, que rompan las imposiciones de una economía dependiente y depredadora. Pasar del extractivismo y la informalidad a una real producción acorde con el interés nacional y que busque la superación del hambre. Volver a nuestros diversos y amplios cultivos agrícolas en los campos.
Esto lleva implícito acabar con el narcotráfico y, por ende, con las estructuras que se lucran y sostienen este negocio. Contrario a lo que muchas personas creen, existen ejemplos claros y prácticos de sustitución de estas economías ilícitas. Se requiere, apartarse de la mayor empresa narcotraficante en el mundo, el aparato del Estado de EEUU.
Cultura de paz
Asumir estos cambios y transformaciones profundas, debe llevarnos a unas nuevas lógicas de ser como sociedad. Partiendo del conocimiento y reconocimiento de los sujetos que la conformamos y que interactuamos en ella. Dejando atrás las prácticas instaladas por el narco Estado.
Construir dinámicas de participación con real protagonismo de las comunidades, pueblos, sectores y organizaciones sociales, deliberativos y propositivos, asumiendo la construcción de transformaciones. Donde se construya realmente desde la territorialidad, interculturalidad e interseccionalidad. Entre otras prácticas y lógicas para una verdadera cultura de paz.
Estos elementos y derroteros han quedado claro que no vendrán en ningún gobierno; es la gente la que tiene que forjar la concreción y desarrollo de los cambios profundos, que son propiedad y potestad del pueblo colombiano. Algunos de estos elementos, entre otros, fueron propuestos por los sectores, organizaciones y comunidades participantes de los encuentros del Comité Nacional de la Participación, en el marco del desarrollo de la Participación de la Sociedad en la construcción de la Paz, punto uno de la agenda de Diálogos con el ELN.
Asesinados de la semana
Ester Julia Camayo, era una reconocida comunera indígena de la comunidad de la vereda San Isidro, perteneciente al territorio ancestral La Concepción; fue asesinada el 17 de abril, tras la activación de un artefacto explosivo en el corregimiento de Mondomo, Cauca.