MÁS CERCA DE LA RECESIÓN QUE DEL EQUILIBRIO
Chavela Villamil
En el primer semestre de este año, los datos de inflación, productividad y desempleo, muestran una tenue tendencia hacia el punto de equilibrio; sin embargo, el trasfondo de las cifras y el crecimiento del déficit fiscal muestran lo contrario.
El modelo económico global tiene implícito la acumulación de capital en un reducido grupo plutocrático, esto incrementa la brecha de desigualdad per cápita y amplía el margen de desigualdad entre países desarrollados y en vía de desarrollo; además en estos últimos acrecienta la brecha de desigualdad social e incrementa brutalmente los índices de pobreza monetaria y multidimensional, lo que marginaliza grandes sectores de la sociedad y exacerba la crisis económica global existente.
Medidores y dogmas inservibles
El crecimiento de las economías se mide con el Producto Interno Bruto (PIB), que en teoría debería ser inversamente proporcional al Déficit Social, es decir, a mayor PIB menor el desempleo y la pobreza (multidimensional, monetaria y extrema); sin embargo, en los paises del occidente capitalista, como Colombia, ocurre todo lo contrario, esta relación es directamente proporcional y a mayor PIB mayor Déficit Social.
Nuestras políticas económicas siguen el fracasado dogma capitalista neoliberal del “Goteo” o Trickle Down Effect (TDE, por sus siglas en inglés), donde la productividad y el desarrollo se sustentan en el favorecimiento fiscal y tributario de las grandes empresas, bajo el sofisma de que estas al obtener más ganancias, luego gotearían la riqueza acumulada hacia las capas bajas de la sociedad. Tras décadas de aplicar este dogma en todo el mundo, el resultado es el contrario, porque los ricos se han vuelto más ricos, mientras crece grandemente los sectores empobrecidos y excluidos de la sociedad.
Diversos fenómenos macroeconómicos en el último periodo, han permitido algunas fluctuaciones positivas, que aunque generan expectativas, son volátiles y no se reflejan en los mercados internos, por ello las fluctuaciones del PIB siguen siendo muy bajas e inferiores a las proyecciones económicas de los Bancos Centrales, lo que impacta ostensiblemente el poder adquisitivo per cápita y ocasiona un desplome de la demanda, que si bien ralentiza la inflación no decrementa el valor de los productos, colisionado el déficit de costo de vida existente.
Nuestra economía sigue decreciendo
En un reciente informe el Fondo Monetario Internacional (FMI) sostiene que actualmente el crecimiento global está mediado por las economías de China y la India, ya que China presenta un crecimiento del PIB de 23 por ciento, seguido por India con 15,2 por ciento, muy lejos de estos márgenes se encuentra Estados Unidos con 11,3 por ciento.
En este mismo informe el FMI modifica sus proyecciones económicas globales y para Colombia registra una baja en la productividad, por lo tanto el PIB para este año, lo baja del 3 por ciento al 2,4 por ciento, para el año siguiente pronostica que el crecimiento no será superior al 2,6 por ciento [1].
El crecimiento económico de nuestro país ha venido repuntando de manera incipiente y no alcanza a subsanar el déficit de productividad pospandémico, en gran parte porque los incrementos obedecen a la burbuja especulativa, que genera el comercio de ocasión y el trabajo informal, que aunque generan masa monetaria fluctuante, no permiten trazar una línea de crecimiento ya que estamos ante fenómenos pasajeros. Según Fedesarrollo:
“Los bajos niveles de nuestro mercado y la baja inversión han tenido un impacto directo en el lento crecimiento de la economía, además desde el enfoque de la demanda, el comportamiento de la formación bruta de capital sigue siendo la principal barrera para lograr un mayor dinamismo económico, al completar cinco trimestres consecutivos de contracción, igualando la duración de la contracción observada en la inversión durante la pandemia. Por lo tanto, el país está lejos de alcanzar un punto de equilibrio a largo plazo y el horizonte seguirá nublado por un tiempo más” [2].
Déficit y nuevos paradigmas
La desaceleración negativa del PIB y el estancamiento de nuestra economía, hace inaplazable un cambio en los patrones de consumo y las políticas de gasto, lo que hace imperativo la disminución del Gasto Corriente (burocracia, guerra, pago de Deuda Externa -DE-), a la vez que se aplica una política de austeridad, que no solo implica disminuir gastos suntuarios y la burocracia estatal, sino disminuir o congelar los aportes del presupuesto general al pago de la DE, ya que este dinero no disminuye la deuda de capital, tan solo amortizan los intereses, con un alto costo que se carga al déficit fiscal.
Es imposible superar la crisis económica y financiera, mientras conservemos las mismas políticas económicas que son deficitarias en términos de desarrollo social integral; además, la dinamización de la economía implica el incremento del poder adquisitivo per cápita y este solo puede aumentar en la medida que se formalice el empleo y se generen nuevas plazas laborales, acordes al Costo de Vida de la población.
Es urgente decretar un periodo de austeridad estatal y la disminución del Gasto Corriente, en especial la mitigación del déficit causado por el pago de DE, que consume más del 57 por ciento del PIB, sin que ello subsane este pasivo, tan solo logra amortizar sus intereses, en otras palabras, lo financieramente viable es la disminución de los pasivos y la renegociación de la DE. La dinamización de la economía requiere un modelo económico que tenga como base el aumento del poder adquisitivo per cápita, el desarrollo integral y el fortalecimiento del sistema productivo nacional.
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[1] El FMI revisó a la baja el crecimiento de Colombia al pasar de 3 por ciento a 2,4 por ciento para 2025. Valora Analitik, 27-06-2025.
[2] Continua sin crecer la economía en Colombia. Valora Analitik, 11-07-2025.