¿QUIÉN PESCA EN EL RÍO REVUELTO COLOMBIANO?

¿QUIÉN PESCA EN EL RÍO REVUELTO COLOMBIANO?

Sergio Torres

Las empresas de comunicación hegemónicas, mienten. El presidente, los medios oficiales y sus bodegas, mienten. Los representantes del régimen, mientras se lamentan, avanzan en una contrarreforma. El imperio se complace observando cómo siembra el caos en Colombia.

Cuál maestro de las marionetas, el imperialismo norteamericano, viene moviendo los hilos de la desestabilización de Colombia, con ambas manos mueve a derecha e izquierda, generando disputas, contradicciones e inestabilidad política. Los primeros cierran filas desde la trinchera del Congreso y las empresas de comunicación. Los segundos apelan a utilizar el remanente del pueblo que todavía tiene esperanza en sus acciones. En medio de esto, una cantidad de extraña fauna política colombiana se deja ver. La Colombia rica en fauna silvestre, repite esa distinción en el terreno de la política institucional.

Seres hematófagos

En medio del desastre actual, aparecen quienes pretenden alimentarse de la sangre de la guerra, por ello la instigan, aunque no la enfrentan. Ahora, disfrazados de candidaturas presidenciales, lanzan cualquier cantidad de gazapos e improperios contra el pueblo colombiano. Aprovechan cualquier situación violenta para exacerbarla y generar confusión y odio. Viven de la mezquina tergiversación que inoculan a través de las empresas de comunicación masivas, propiedad de los oligarcas interesados en la continuidad de la tierra arrasada y el genocidio de liderazgos sociales.

Es así que la ex-periodista de la mafia y miembra del clan Gnecco, ahora candidata presidencial, hace sus mejores esfuerzos por generar odio, tratando de ser la primera en disparar sus mensajes señaladores y sospechosamente instigadores.

Pero como en este país, cada vez que hay elecciones aparece un animal nuevo, más extraño, más repugnante. Esta no fue la excepción, con gritos y epítetos, un empresario con ínfulas de traqueto aparece en el partidor electoral con una única propuesta: darle balín a quienes protesten. Una nueva naturalización y reproducción de la cultura narco, en plena ebullición.

Desde el Congreso, el poder legislativo del Estado, avanza en consumar su tramposa contrarreforma laboral, ahora escondida justamente detrás de las coyunturas que ellos mismos ayudan a generar. Expertos en trampas y legislando para sus oligarcas patrones, aprueban por “debajito” un nuevo atentado contra la clase trabajadora.

El Gobierno de los incumplimientos

Además de esa extrema derecha sanguinaria, hoy el país padece los tumbos de un presidente soberbio y perdido. Que intenta utilizar los llamados y la respuesta popular a la movilización para posicionar su campaña electoral y que, al menos en este último tramo de su periodo, parezca que si fue un gobierno popular. Aunque el pueblo sabe que incumplió y defraudó (léase traicionó) las apuestas y esperanzas de cambio.

Desde el gobierno también se aprovechan las coyunturas y los medios para avanzar en planes copiados y continuados de los gobiernos mafiosos anteriores al suyo. La alianza y promoción del narco paramilitarismo en las regiones es grotesca, evidente y criminal.

Petro prefiere hacer caso omiso de las múltiples voces que señalan que el montaje de la política de paz se cayó. Prefiere continuar inculpando al ELN, señalando y amenazando a todos quienes evidencien dicha realidad. Continúa con los montajes de las falsas desmovilizaciones y agenciando bandas narcoparamilitares, aun cuando desde las mismas comunidades están haciendo las denuncias, dando testimonios y demostrando la realidad de dichos procesos.

La esperanza siempre es popular

En medio de tantas mareas aparentemente contrapuestas y encontradas, la única realidad concreta es la lucha popular. La continuidad de la lucha por los cambios profundos y necesarios para superar todas estas manifestaciones de violencia e intromisión. Aprendida la lección, una vez más, de los falsos caudillos. La movilización popular callejera y transformadora debe ir hacia lograr esas transformaciones. En ello, la izquierda revolucionaria, los sectores sociales, los pueblos y sus organizaciones, debemos ser unitarios. El momento es entonces una oportunidad para reencontrarnos en la lucha popular por un país en paz, con condiciones de dignidad y bienestar para las mayorías populares.

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