El ciclismo en diferentes décadas y generaciones ha traído triunfos y reconocimientos a nuestro país. Sin demeritar estos triunfos, en el día a día encontramos ciclistas anónimos que enfrentan la carrera contra el hambre.
Categoría: Los Nadie
La jungla de cemento con su ritmo frenético nos ensimisma, nos vuelve seres que vemos, pero no miramos, por eso pasan desapercibidos acciones y seres que luchan día a día para sobrevivir, pero a nuestros ojos son invisibles.
Las transformaciones abruptas sufridas por la sociedad, imponen cambios drásticos en las estructuras familiares, como la negativa a tener hijas e hijos; vacío que copan seres sintientes.
Somos orales por naturaleza y si somos de raíces latinas o caribeñas, nos cuesta hablar poco y mucho más mantenernos en silencio; pero, si nos percatamos de los detalles y expandimos nuestros sentidos, nos podemos dar cuenta que podemos hablar desde el silencio.
Recuerdo cuando conocí a Coco. Él era un líder innato, de esos que la gente seguía con tan solo mencionar unas palabras. De esos que trabajaba día y noche
Es una ironía que la jungla de cemento es la tierra de las oportunidades, porque el que no consigue trabajo se dedica al rebusque -la gran mayoría-, la supervivencia hace aguerridos a Los Nadie, a los excluidos y condenados a vivir en las sombras
Los altos costos y el mal servicio del transporte público, incrementaron el parque automotor (carros y motos) de gama regular o económicos
Karina Pacheco.
En la jungla de cemento apremia el hambre y escasean las oportunidades laborales, por eso en esta gran urbe que es Bogotá, las grandes aglomeraciones que genera el gusanito rojo del Transmilenio o Trasmi, se convierten en un ambiente propicio para quienes sobreviven del rebusque.
Trasmi moviliza diariamente millones de personas, lo que se convierte en un mar de oportunidades, tanto para el hampa que sale a cosquillear bolsillo, como para los que viven del rebusque; en medio del tumulto y las grandes distancias, con una voz suave pero penetrante se abre paso, -`con el permiso del señor conductor’-, vengo a ofrecerles unos ricos productos alimenticios para que calmen el hambre mientras llegan a casa, tras esa vocecita está Jenny, una joven desempleada que se cansó de pasar hojas de vida y hacer trabajos temporales, y como muchos de Los Nadie que viven un día a la vez, vio en Transmilenio una oportunidad para conseguir unos pesitos y de una manera honrada espantar el hambre y las necesidades.
Jenny casi siempre se cuela en las estaciones porque si paga pasaje se le disminuyen los ingresos, una vez adentro se mueve de línea en línea, de bus en bus, en busca de personas que compren, las papitas, los chicles, el maní y, otras que compra a buen precio en los grandes depósitos; no les gana mucho a sus productos porque la clave está en vender a bajo costo, ya que los que viajan en Trasmi, también viven al día y no es que les sobre la plata; además el negocio del rebusque en Trasmi se volvió muy competido, en cada parada en una estación se suben de 3 a 5 vendedores y a veces hasta más, todos buscando lo mismo embolatar el hambre y llevar comida a la casa.
Muchas veces Jenny se ha subido a un bus articulado y no ha logrado vender nada, pero siempre ha contado con una mano amiga y solidaria que no le compra, pero le brinda el apoyo con una monedita, en esta escases cualquier pesito suma y en la tienda del barrio no regalan nada. El mundo de Jenny, es el mundo de muchos a quienes el sistema se lo ha negado todo y ven en el rebusque la única oportunidad de sobrevivir.
La jungla de cemento es una sociedad de consumo, donde la filosofía es gastar y comprar sin importar la obsolescencia del producto; lo que convirtió la basura en un negocio redituable y un medio de subsistencia…
La falta de oportunidades y de empleo formal convirtieron al rebusque en el trabajo nacional, en donde quiera que hay una necesidad surge una idea para rebuscarse la ‘papita’, que cada día está más cara y difícil de conseguir
En la jungla de cemento abunda el hambre y escasea el trabajo, por eso día a día Los Nadie, los excluidos por el sistema, salen a guerrear para conseguir unas pocas monedas que mermen el hambre y espanten la miseria.