LA SEQUÍA INCREMENTA LA INFLACIÓN

LA SEQUÍA INCREMENTA LA INFLACIÓN

Claudia Julieta Parra

Una de las consecuencias del cambio climático es el fenómeno del Niño, que suele alterar las pautas climáticas, hídricas y la pluviosidad, lo que afecta principalmente las cosechas, la producción de productos pecuarios, la generación de energía hidroeléctrica, entre otros. 

Este año el fenómeno del Niño ha atacado con rudeza gran parte del territorio nacional, generando incendios forestales y fuertes sequías que se sienten con mayor intensidad en la región norte y Caribe; afecciones ambientales que tienen repercusión directa en los procesos de producción pecuarios y agropecuarios, incrementando el costo de las materias primas y los alimentos básicos; además, la sequía disminuye el nivel de los embalses que reduce la producción de hidroelectricidad, obligando a aumentar el uso de termoeléctricas, que desemboca en la subida del ya costoso servicio de energía eléctrica; todo esto exacerba el déficit de costo de vida y de manera reciproca genera una curva inflacional.

Según el IDEAM el periodo de sequía apenas está empezando y ya en las centrales de abastos se empiezan a sentir su incidencia en el costo de los alimentos básicos; por ejemplo, en Corabastos de Bogotá las hortalizas y verduras se han incrementado en 15 por ciento, las frutas en 25 por ciento, entre otros. De continuar esta curva incremental nuevamente se dispararía la inflación, además, estos incrementos en un contexto de pérdida de poder adquisitivo per cápita en más de 20 puntos porcentuales, se pondría en grave riesgo la seguridad alimentaria con mayor énfasis en las capas sociales medias y bajas.

Sin desconocer las implicaciones medioambientales del fenómeno del Niño, sus mayores repercusiones son de índole económico, por lo tanto mitigar este fenómeno exige disminuir el gasto corriente (burocracia, guerra, pago de intereses de Deuda Externa) para liberar recursos, de esta manera se pueden implementar medidas que eviten el incremento desmedido del precio de los alimentos básicos y una posible crisis alimentaria, y por otro proteger el capital de los pequeños y medianos agricultores y cultivadores, que son los más afectados con este tipo de fenómenos.

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