LUCHA DE RESISTENCIA Y SILENCIOS CÓMPLICES

Comandante Antonio García

Hace unas décadas podía pensarse en una velocidad menor, a otro ritmo, con un compás de espera. Hoy no. El impacto de los fenómenos nos atropella antes de abrir los ojos cada día. Por eso hay que adelantarse con una visión de compromiso con la humanidad para poder protegerla.

Hubo épocas y espacios en los que el pensamiento crítico se alzó con brillo. En la diversidad rechazó la guerra impulsada por centros de poder contra los pueblos. Entre los años sesenta y comienzos de los setenta, mientras en América Latina ante las condiciones de opresión se generaban movimientos rebeldes, en Europa y los EE.UU. se reavivaban dinámicas neocoloniales, se escuchaba la voz del Tribunal Russell contra los crímenes del imperialismo en Vietnam; en el mismo Mayo francés del 68, filósofos, teólogos, sociólogos y cientistas de diferentes procedencias se conectaron con ese “Tercer Mundo”. Con su voz aportaron al reconocimiento de nuevos sujetos sociales y políticos, y con ello el derecho de los de abajo a la resistencia, a la rebelión frente a la violencia estructural, así desde la misma literatura trascendieron el simple enunciado de la Declaración de Derechos Humanos de 1948. En ese contexto se fortalecieron las expresiones de no alineamiento con las potencias y de convergencias con alternativas de liberación. El pensar tomó vida, dejó de ser sólo la “idea pura”. En cambio hoy, el pensar con voz pareciera que ha muerto.

Mientras corrían muchas opiniones con cierta solidez en todos estos campos, se establecía en los hechos una nueva geopolítica bajo las llamas de la Guerra Fría, que encendió el sur del planeta de fuegos que no han cesado. En lugar de abrirse debates sobre nuevos modelos o paradigmas en las relaciones internacionales, se hizo implacable el dominio capitalista como se proclamó la victoria en lo que se denominó la caída del “socialismo real”.

Ese triunfo, que fue el del neoliberalismo, el del capital más salvaje y cínico, sin ofrecimientos de democracia progresiva, el del llamado pensamiento único y desvergonzado que intentó callar toda opción crítica. La onda expansiva de esa gran explosión derrumbó las promesas de los Estados de Bienestar, también derrumbó certezas, inteligencias, cabezas pensantes y algunas moralidades de la época, de tal forma que poco a poco, esa masa de intelectuales que antes se atrevían a cuestionar al poder y sus ejercicios violentos, pasaron a matizar sus anteriores relatos, a relativizar la maldad per se del capitalismo, a considerar su orden como civilizatorio y que era la única opción tras el “fin de la historia”, en últimas a suavizar lo que jamás podrá ser suavizado. En consecuencia se dispusieron a condenar las respuestas rebeldes de los pueblos, de los nuevos movimientos sociales en los que intentaron y lograron interferir; se incrustaron en centros de investigación, en tertulias, en salones de universidad en programas de televisión, en el mundillo de las ONGs, en ámbitos donde se ensalzan vanidades, se compran conciencias y donde por medio de la captación se reducen las proyecciones de las luchas anti sistema.

Hoy vemos los resultados cuando palpamos los silencios criminales, que habilitan las licencias para matar. Duelen esos silencios pero hay que entenderlos como un tremendo desfase de los intelectuales que tienen opinión publicada, en Europa.

Es cierto que hay algunas voces aisladas y esfuerzos frente al genocidio que sufre Palestina, hay resquicios por donde pueden verse tímidas denuncias, pero es preciso una perspectiva valiente, coherente y urgente en ese continente, que además de señalar las causas históricas de la resistencia en Gaza, el porqué de esta etapa, ponga al descubierto la complicidad que desde países europeos se ha dado al sionismo, al Estado de Israel, como también a la OTAN para avasallar donde le plazca y planee nuevas oleadas guerreristas.

Por más silencios que se hayan presentado luego de más de 100 días de resistencia y de lo que Israel quiso presentar como una inminente y aplastante derrota de Hamas hoy se dice que tan sólo se ha podido golpear o destruir un 30 % de dicha fuerza combativa, pero la resistencia y la capacidad de lucha no ha sido aplacada, va quedando la sensación que el alcance de la victoria de Israel está limitada a lograr la liberación de los cautivos, más no a un cambio estratégico en la región.

El accionar coordinado del Eje de la Resistencia: Siria, Hezbolla, Resistencia Palestina, Huties de Yemen, Resistencia en Irak y la movilización popular en la región están cambiando la geopolítica en una de las regiones más disputadas por potencias imperialistas y coloniales desde el siglo XIX hasta nuestros días.

Al final, en medio de los silencios cómplices la resistencia se acrecienta.

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