EL TRICKLE DOWN ES VENENO PARA LA ECONOMÍA SOCIAL

Chavela Villamil

El modelo económico imperante se centra en la generación de plusvalía para incrementar las utilidades por la comercialización de productos, y a su vez concentra estos dividendos en un grupo plutocrático minoritario; del mismo modo desliga obligaciones estatales a través de la enajenación de activos para disminuir el compromiso fiscal de este, y consolidar el monopolio financiero, de servicio y productivo en el mismo grupo oligopólico; este modelo genera un déficit general de recursos que exacerba la desigualdad, la pobreza monetaria y multidimensional, a la vez que decrece el poder adquisitivo per cápita.

Un modelo centrado exclusivamente en la acumulación oligopólica va en total contravía del deber ser de la economía, que tiene como objetivo central satisfacer las necesidades básicas de la población, reduciendo al mínimo la brecha de desigualdad y la línea de pobreza moderada y extrema, además busca que el sistema fiscal y tributario tenga un enfoque redistributivo; desde luego, este paradigma económico no es más que una utopía que cada día se diluye en una economía de libre mercado, donde el fin último es la acumulación desmedida de capital.

El Trickle Down Effect (TDE, por sus siglas en inglés), es una ideología económica neoliberal que plantea que el crecimiento y favorecimiento tributario de las grandes empresas y emporios, supuestamente es beneficioso para la economía nacional, porque permite crear nuevas plazas laborales. El TDE falazmente plantea que “la productividad y el desarrollo” de una economía se dinamiza si se provee favorecimiento fiscal y tributario de las grandes empresas, bajo el supuesto de que si estas empresas aumentan su riqueza, esta supuestamente “se derramaría por goteo hacia las capas medias y bajas de la sociedad”.

Los más recientes informes del Instituto Roosevelt afirman que la tributación de las personas jurídicas y en especial las grandes superficies, es clave para crear una economía fuerte y mejorar el bienestar de la sociedad en su conjunto, sin embargo, esto contrasta con la mayoría de modelos económicos que durante décadas han socavado este precepto y se han centrado en la reducción fiscal y tributaria de este tipo de empresas. 

Los citados informes sostienen que, “erróneamente, la política fiscal corporativa desde Reagan, ha sido impulsada por la narrativa económica de que recortar los impuestos a los ‘creadores de empleo’ beneficiará a los contribuyentes menos ricos» [1]; por su parte la Doctora en Economía Tributaria Emily DiVito afirma que, “los recortes regresivos del impuesto de sociedades no aumentan significativamente los ingresos de las familias trabajadoras, pero sí reducen la capacidad del gobierno para financiar los ingresos familiares y el apoyo a los cuidados; además, una política fiscal corporativa sólida es vital para todos los aspectos de una economía próspera, no reinventar un uso más ambicioso e integral de la política fiscal corporativa nos impide lograr una economía y una sociedad más equitativas, sostenibles y democráticas para todos» [2].

Los países que por décadas han aplicado el TDE en su economía no han logrado minimizar la brecha de desigualdad social, ni han incrementado el poder adquisitivo per cápita; por el contrario, a medida que los dividendos del capital privado se incrementan los ricos se vuelven más ricos, se pauperiza el sector asalariado y crece el empleo informal, lo cual aumenta la brecha de pobreza y desigualdad.

Keynes sostiene que “la crisis económica no existe debido a la escasez de recursos, sino por la escasez de demanda, que provoca que no se consuma lo suficiente como para tener que producir una cantidad de bienes que dé trabajo a todos”; por lo tanto, la dinamización de la economía depende del fortalecimiento del poder adquisitivo de las personas y no de las rentas de las mega empresas.

Salir de la crisis económica y laboral tienen implícitos cambios estructurales y radicales en los paradigmas económico, financiero, fiscal y tributario; por lo tanto, se hace necesario e inaplazable un cambio estructural en el modelo económico, que conlleva un tributación que abandone la recaudación por volumen y se centre en la recaudación por capacidad de capital, -entre más dinero y capital, mayor tributación-, además, se debe disminuir el gasto corriente y los excedentes netos invertirlos en la atención del déficit de gasto social (Deuda Social), a la vez que se implementa una política que formalice el empleo y genere solidez laboral e incremente el poder adquisitivo per cápita.

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[1-2] Reports expose deep harms of corporate tax cuts and ‘trickle down’ ideology. Common Dreams, 23-01-2024.

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