LA TIERRA DEL OLVIDO
Damaris Izaguirre
Las poblaciones excluidas que yacen en la Colombia profunda, sufren las vicisitudes de la pobreza y el olvido estatal que las margina y las sume en condiciones infrahumanas; agrava el problema que, como sociedad las abandonamos al naturalizar la pobreza y la miseria.
La crisis en que se desarrolla el Chocó va más allá de unas pésimas carreteras, refleja la penuria de muchas poblaciones apartadas de la Colombia profunda, que más allá de la pobreza y la miseria sufren el abandono estatal multidimensional, que durante décadas solo ha visto este tipo de territorios como fortines para el saqueo despiadado de las multinacionales, por eso reduce su acción a planes de seguridad y defensa, para saturar los territorios con soldados y policías, disque para cumplir la función constitucional y proteger a la población; cuando en verdad, el objetivo es salvaguardar los intereses de la multinacionales y generar condiciones que obliguen a las comunidades a abandonar el territorio, para facilitar el saqueo.
Esta sociedad de doble moral y cínica, hoy se desgarra las vestiduras por la muerte de más 40 personas en un alud de tierra en la carretera que va de Quibdó a Medellín; pero ella misma guarda silencio cómplice ante los vejámenes cometidos contra esta región y su población, y no me refiero a los efectos del conflicto armado, sino a una condición deplorable donde no existen servicios vitales y fundamentales, donde no hay hospitales, donde el personal médico no se ve ni por casualidad, donde las escuelas son chosas improvisadas y cuando aparece por acción divina un docente, este debe dar clases a los 5 años de primaria al tiempo en un mismo salón a todos los estudiantes, ¿dónde está el Estado Social de Derecho?
La orfandad estatal en la que está sumida la Colombia profunda no es responsabilidad del gobierno del cambio, lo que sí es de su responsabilidad es la inoperancia para dar solución al compromiso que hizo con la clase popular de gobernar para los nadie, de acabar con la exclusión, por el contrario, sus alianzas con el régimen muestran que el vitoreado cambio no era más que una venta de humo.
Debemos dejar de creer en ‘cantos de sirena’ y no abandonar la lucha popular, no olvidemos las palabras de Garzón: “si ustedes los jóvenes no asumen la dirección de su propio país, nadie va a venir a salvarlo, ¡nadie!”.
El autodenominado «Gobierno del cambio», sí es «Gobierno del cambio»… Del cambio gatopardista, es decir, que todo cambie para que nada cambie…