LA INFLACIÓN, ¿ES UN FANTASMA O UNA AMENAZA?

LA INFLACIÓN, ¿ES UN FANTASMA O UNA AMENAZA?

Claudia Julieta Parra

El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) dio a conocer el ponderado Índice de Precios al Consumidor (IPC) durante el año anterior, que luego de decrecer durante 8 meses continuos cerró en 9,28 por ciento; estas cifras generaron varios titulares optimistas que daban por “conjurada la ola inflacional pospandémica”, sin embargo, en medio de una desaceleración económica como la actual algunos economistas no son tan optimistas y consideran que aunque este indicador viene decreciendo, es muy prematuro para considerar que la inflación y sus estragos ya son cosa del pasado, porque la inflación continua siendo una amenaza para los mercados y el costo de vida.

De acuerdo al DANE, la disminución de la inflación durante el mes anterior se debe en gran medida, al desplome de la contribución de los alimentos al ritmo de crecimiento de los precios; esta disminución esta inferida por la caída brutal de la demanda, que se viene presentando durante los últimos meses, que en sí mismo esa ocasionado por la pérdida de poder adquisitivo per cápita, en otras palabras, sino no hay quien compre, el precio del producto baja y si este se reduce la inflación cede; desde luego esta ecuación es volátil y puede variar en cualquier momento y llevar a que la inflación se incremente nuevamente.

La evidente recesión económica en la que se sume aceleradamente nuestro país, aunada a la baja formalización laboral, los salarios básicos deficitarios y el incremento desmedido del gasto corriente (burocracia, guerra, pago de Deuda Externa), nos están llevando a una situación financiera insostenible que puede desembocar en un periodo de estanflación. De nada sirve disminuir el índice de inflación si no se incrementa el poder adquisitivo, por el contrario, pauperiza aún más la calidad de vida de más del 30 por ciento de la población.

Subsanar la crisis socioeconómica, dinamizar la economía y enfrentar su colapso, requiere incrementar el poder adquisitivo per cápita; tiene implícito una política económica que se centre en la disminución de los beneficios a los grandes capitales y el desarrollo integral del sistema productivo nacional.

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