ES POSIBLE SUPERAR LA CRISIS ALIMENTARIA

Claudia Julieta Parra

Los diferentes factores macroeconómicos que vienen presentándose años atrás, no solo han elevado considerablemente a nivel global el déficit de cuenta corriente y la inflación, sino que además ha gestado una crisis alimentaria con énfasis en los países en desarrollo.

La actual crisis económica global ha exacerbado la pobreza y la brecha de desigualdad que genera el modelo económico capitalista. Según la ONU 131,3 millones (22,5 por ciento) de las personas en América Latina y el Caribe no cuenta con los medios para tener una alimentación adecuada -en términos de calidad y cantidad diaria (3 veces al día)-. En Colomba el panorama no es muy diferente, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) 19.634.410 millones (33,6 por ciento de la población) sufren pobreza monetaria, y 6.904.501 millones (13,8) por ciento de la población) viven en pobreza extrema.

Recientemente la ONU lanzó una alerta afirmando que lejos de mejorar la crisis alimentaria está empeorando, este organismo fue enfático al afirmar que “la actividad no regulada dentro del sector de productos básicos contribuye al aumento especulativo de los precios y a la inestabilidad del mercado, lo que exacerba la crisis alimentaria mundial”.

La crisis alimentaria va más allá de un déficit de alimentos, en realidad es un problema del modelo económico que prepondera la obtención y acumulación de capital sobre el derecho básico a la alimentación que tiene todo ser humano, es inaudito que mientras hay personas que gastan 100 dólares o más en un almuerzo, más de 6 millones de colombianos deben sobrevivir con 1,7 dólares al día (51 dólares al mes). En ese mismo sentido, las grandes empresas alimenticias prefieren tirar la comida antes que donarla, anualmente en Colombia se pierden 9,76 millones de toneladas de alimento.

Acabar la crisis alimentaria y mejorar la calidad de vida de millones de personas tiene implícito cambiar el modelo y las políticas económicas implementadas en nuestro país; desde luego este cambio debe ser integral y estructural, y debe superar el modelo asistencialista de dar mercados y bonos de 100.000 pesos que se ha implantado Gobierno tras Gobierno. Las transformaciones estructurales deben dar lugar a un modelo que invierta integralmente en la producción nacional y la repotenciación agrícola y campesina; además debe establecer políticas públicas que creen nuevas plazas laborales, formalice el empleo, elimine la tercerización laboral e incremente el poder adquisitivo per cápita.