NI UNA MENOS

NI UNA MENOS

Damaris Izaguirre

La violencia contra la mujer es quizás la más vergonzosa de las violaciones de los Derechos Humanos, no conoce fronteras geográficas, culturales, sociales o raciales; lo más preocupante es que este flagelo tiende a naturalizarse en nuestra sociedad.

Fechas conmemorativas como el 25N reivindican la lucha de las mujeres contra la violencia multifactorial a la que han sido sometidas durante décadas, sin embargo; en un Estado Social de Derecho este tipo de conmemoraciones no deberían existir, porque en sí la violencia de genero no debería existir, pero la triste realidad nos muestra que este tipo de violencia no solo existe sino que además está enquistada en la sociedad.

En lo corrido del año cerca de 30 mil mujeres han sido víctimas de violencia de género y se han perpetrado 500 feminicidios, la impunidad en estos casos sobrepasa el 92 por ciento; si bien es preocupante la violencia física y psicológica, es mucho más neurálgica la violencia política y socioeconómica a las que son sometidas millones de mujeres, que producto de la desigualdad y el hambre son revictimizadas y sometidas a condiciones de semiesclavitud, solo equiparables a la época colonial.

La desigualdad es un agravante que hace aún más compleja la violencia que ejerce el sistema contra las mujeres, el hambre y el desempleo son variables que si bien afectan a toda la sociedad, recaen con mayor fuerza sobre las mujeres, convirtiendo a millones de ellas en víctimas por partida doble: ser mujer y además pobre.

La violencia de género y en especial el abuso sexual en contra de las mujeres se ha vuelto una constante, se podría decir que ‘la sociedad ha naturalizado el abuso sexual’, por lo que no basta con denunciar, hay que dejar de estigmatizar a las víctimas y luchar arduamente por erradicar la violencia de género, además debemos empezar a ver la lucha contra la violencia de género como algo que ataña a la sociedad en su conjunto.

Más allá de la lucha por sobrevivir, debemos continuar la gesta porque porque la mujer se empodere como sujeto político, lo cual es algo que se construye día a día y no a expensas de los hombres sino en unidad con ellos, porque no es una lucha falocéntrica, es una gesta emancipadora, la lucha feminista ante todo es una lucha de clase y como clase debemos comportarnos y luchar.

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