CRECE EL PIB, CRECE EL HAMBRE

CRECE EL PIB, CRECE EL HAMBRE

Chavela Villamil

En el modelo capitalista el Producto Interno Bruto (PIB) está ligado a una economía monopólica donde las utilidades del PIB se quedan en un grupo reducido, por ende el desarrollo y la productividad no debería determinarse exclusivamente por las fluctuaciones estadísticas del PIB.

El modelo económico global está fundado en la acumulación de capital en un grupo plutocrático reducido, desde luego esto incrementa los índices de pobreza (monetaria y multidimensional) y la brecha de desigualdad; sin embargo, el crecimiento de la economía [1] la miden por la oscilación estadística del PIB, que no es más que una cifra macroeconómica que mide únicamente el valor monetario de la producción de bienes y servicios de demanda final, en otras palabras, sólo mide las utilidades en base a las ventas y deja relegados estadísticas que determinan el desarrollo integral de la sociedad.

La economía debe estar en función de satisfacer necesidades básicas de la población y tener un enfoque redistributivo, por tanto el PIB debería ser inversamente proporcional al Déficit Social, a mayor PIB debería ser menor el desempleo y la pobreza (multidimensional, monetaria y extrema); sin embargo, en Colombia esta relación es directamente proporcional, a mayor PIB mayor Déficit Social, esto se debe a que las políticas económicas han estado diseñadas para la concentración de los ingresos en una élite, por tanto, la bonanza del PIB se ve reflejada en los estados financieros de las mega empresas, no en el incremento del poder adquisitivo per cápita.

Nos ‘venden humo’

Recientemente el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) dio a conocer que durante el tercer trimestre del año el PIB llegó a 7 por ciento, gran parte de este crecimiento se debe al fortalecimiento del consumo, el gasto de consumo final creció 6,7 por ciento y el consumo de los hogares repuntó 7,8 por ciento, mientras decreció la agricultura en 2,4 por ciento [2].

El aumento del PIB contrasta con otros datos socioeconómicos como la Tasa de Desempleo que en septiembre se ubicó en 10,7 por ciento (2,6 millones de desempleados), 58,1 por ciento de la población ocupada corresponden al trabajo informal  o rebusque, la inflación de octubre llegó a 12,22 por ciento y el Costo de Vida oscila en 29,3 por ciento.

El falaz repunte del PIB no es otra cosa que un aumento en las ventas de sectores que son fluctuantes y debido a un incremento coyuntural de la demanda, aumento volátil sin capacidad de sostenerse en el tiempo, ni de impactar positivamente el poder adquisitivo per cápita y por ende no contribuye a la dinamización de la economía.

Hay un repunte comercial y de las utilidades de las ventas en especial las de gran flujo de capital, pero no podemos hablar de reactivación económica, toda vez que el incremento de la inflación, el desempleo y la desaceleración de demanda de alimentos básicos en un 7,5 por ciento inducen un shock por demanda que deja al país en riesgo de un periodo de estanflación.

El aumento del PIB no se refleja en aspectos como la recuperación del empleo ni la formalización del trabajo informal, solo repercute en el repunte de las utilidades de las grandes empresas y las corporaciones; mientras el incremento del PIB no tenga como base el crecimiento del empleo su repunte es volátil, ya que sin incremento del flujo de capital circulante no hay aumento del poder adquisitivo, que es lo que permite el aumento de la demanda, en otras palabras, sin empleo no hay dinero circulante y sin este no hay reactivación de la economía.

Debemos cambiar los paradigmas económicos

Medir el crecimiento económico en base al aumento de la cifra del PIB, que no recoge los costos imprevistos ni las actividades económicas del mercado informal, además no mide la distribución de la riqueza ni la justicia social ni la ambiental, más allá de ser errado permite a la plutocracia y sus medios de comunicación generar la falsa idea de que el crecimiento del PIB favorece a toda la sociedad, cuando en realidad solo favorece intereses económicos de un grupo reducido, toda vez que el mentado incremento no implica mitigación de la pobreza ni mucho menos redistribución de la riqueza.

La política económica del país debe estar fundada en favorecer a todos los colombianos, en especial buscar el bienestar de las capas medias y bajas de la sociedad, se requiere un modelo que fomente el desarrollo integral de la producción nacional y aumente el poder adquisitivo per cápita, y disminuya el Gasto Corriente (burocracia, Guerra, pago de Deuda Externa) e incremente el Gasto Social.

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[1] Economía: formas y métodos para administrar los recursos disponibles a fin de satisfacer las necesidades de la sociedad en su conjunto.

[2] Colombia, con el PIB que más crece en el tercer trimestre del 2022. Valora Analitik, 15-11-2022.

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