NO MÁS OLÉ
Damaris Izaguirre
Los animales por ser seres sintientes tienen derechos y en ese sentido han venido siendo reconocidos por la sociedad y la jurisprudencia como sujetos de derechos, por ende, estamos en mora de eliminar cualquier conducta violenta o cruel que vulnere su integridad.
Durante décadas a nivel mundial la fiesta taurina se ha consolidado más que como un “espectáculo cultural”, como una industria poderosa que mueve millones de dólares; sin embargo, con el pasar de los tiempos este barbárico espectáculo goza cada vez de menos aceptación social, a tal punto que en diferentes sociedades y países ha sido proscrito y condenado a la extinción.
En Colombia llevamos décadas librando la ardua batalla de tratar la crueldad animal como un delito, medianamente se ha venido logrando avances, como que la Corte Constitucional reconozca a los animales como sujetos de derechos; sin embargo, en la lucha antitaurina no se ha logrado tener éxito, recientemente y por quinta vez hundieron el Proyecto de Ley que buscaba prohibir las corridas de toros.
Defender la tauromaquia esgrimiendo como único argumento su larga tradición o que diferentes regiones han construido emporios económicos en torno a ella, no solo no es políticamente incorrecto, sino que además es un sinsentido que niega el concepto de evolución de la sociedad, es olvidar que la transformación y la evolución son intrínsecas a la condición humana, y que el desarrollo no solo es económico, sino también ético, moral, filosófico y social.
Los eventos taurinos tal y como los conocemos deben acabarse o transformarse, de igual forma las corralejas, las peleas de gallos y cualquier “espectáculo” que gire en torno a refrendar el maltrato animal como acción cultural, no se puede considerar digno de celebración regocijarse alrededor del dolor o la muerte de un animal.
La tauromaquia debe ser reevaluada como acto cultural ya que su espectáculo se centra en el culto a la tortura y muerte cruel a la que es sometido un toro indefenso, con el único fin de “divertir” a los asistentes, hecho que en sí mismo es antisocial y nos debe llevar a reflexionar, ya que pasar la página de la Guerra implica cesar cualquier acto que ejerza crueldad sobre los seres sintientes y sentipensantes, no podemos hablar de paz mientras nos satisfaga como sociedad la tortura y la barbarie, así sea en contra de un animal.