CON LULA SE AVIVA LA UNIDAD NUESTRAMERICANA

David Cañas

Otra vez vuelve a ser posible el camino unitario que soñó El Libertador Simón Bolívar cuando expresó su estrategia general en un solo apotegma: La Patria es América. Más contundente y transparente no pudo ser.

Somos una Nación mutilada, desmembrada, en el decir de Jorge Abelardo Ramos, en su libro de historia, “con veinte provincias a la deriva, erigidas en Estados más o menos soberanos” (…) ”Existe una cuestión nacional sin resolver” [*].

Vuelve a ser posible la Celac, Unasur, la ampliación del Mercosur y con ellos los espacios unitarios y comunes en Defensa, Soberanía alimentaria, Salud Pública, Megaproyectos, respuesta ante el cambio climático, entre otros. Vuelve otra oportunidad para una sola identidad civil para los ciudadanos y ciudadanas de estas tierras, para que circulemos libremente.

El triunfo de Lula recompuso el mapa integrador y cambió la correlación de fuerzas en la región.  Decía una caricatura de Pagina12, que había dos noticias buenas que venían de Brasil: Una, el triunfo de Lula y otra, la derrota de Jair Bolsonaro, esto es tan cierto como lo fue en Chile con Boric y Kast, en Colombia con Petro y Hernández, en Argentina con Fernández y Macri. O en Bolivia con Arce y en Honduras con la Presidenta Xiomara contra sus contendientes cuyos nombres no nos acordamos ya.

Lula entra en su tercera ocasión a ejercer la Presidencia de ese subcontinente llamado Brasil, miembro de los BRICS, potencia global y uno de los países más ricos en recursos naturales. Brasil es el quinto país en extensión del mundo con 8 millones 534 mil kilómetros cuadrados. Es el séptimo país más poblado con 210 millones de habitantes. Está entre las diez economías más grandes del planeta.

En una confrontación contra todo el Estado, contra un Presidente en ejercicio, el pueblo de Brasil decidió por la vida, la alegría y el amor, como dijo Lula en su campaña. En un país arrasado por una debacle llamada Bolsonaro, Lula pudo comunicar futuro y esperanza al menos a la mitad de los pobladores que votan en Brasil. Derrotó la Necropolítica, que dejó sumido a su país en una profunda crisis social y política. Por un margen de casi dos puntos, estrecho como han sido las últimas elecciones en toda la región, Ignacio Lula da Silva, con 77 años, asume el centro de gravedad continental, con la disposición manifiesta de trabajar con los vecinos, con vocación integradora.

La tarea es inmensa y los tiempos corren para la humanidad. Latinoamérica y el Caribe es una región en paz entre sus repúblicas, entre sus pueblos y con el mundo. Eso le da una ventaja que es estratégica en estos momentos. Sus vínculos con Asia y África son históricos y cada día más crecientes. Y sus capacidades y responsabilidades con respecto al cambio climático son globales. Todo dentro de una de las peores crisis sociales y económicas, que en la región se profundizaron con la pandemia de la Covid.

Lula puede avanzar en su presencia internacional, recibió felicitaciones efusivas desde todas las partes de mundo, evidencia de que puede reasumir un rol que ya había logrado en su último período de gobierno. Es un líder global indiscutible, un guerrero de los pueblos que vuelve a tener poder político y que sabe que es ahora o nunca, que esta “resurrección” como él mismo la llama, tanto humana como política, es la oportunidad que le dio la vida para completar sus sueños de obrero metalúrgico, de estratega y de nuestramericano.

Encuentra Lula un mundo resolviendo una contradicción que ha marcado los últimos años, el surgimiento de un mundo multipolar y pluricéntrico. El orden impuesto por los EEUU y el gran capital, basado en sus reglas e intereses se está terminando y esto conlleva serias perturbaciones y enfrentamientos violentos. La Operación Militar Especial que desató Rusia sobre Ucrania es una de ellas, pues allí se manifiesta el renacimiento de Rusia como gran potencia y el declive del Occidente colectivo y su orden unipolar. Y Brasil es una de esas potencias emergentes y uno de esos centros.

Y un mundo en el quiebre climático. El asunto es ya existencial para la vida en el Planeta incluyendo a la especie humana, y Brasil tiene mucho que aportar a que este cataclismo no ocurra por poseer la mayor parte de la Amazonía, la mayor biodiversidad y el 30 por ciento del agua dulce del planeta. Su responsabilidad es global, pues este pulmón amazónico es uno de los cuatro más importantes en el metabolismo del gas carbónico.  Y su papel en la dinamización de las transformaciones necesarias es esencial.

Lula vuelve en otro contexto global que le va a permitir más presencia y jerarquía, pero tiene en su base serias dificultades para mantener una situación estable que lo deje implementar las políticas de justicia social y de ampliación de la democracia, que son demandas de su electorado. Recibe un Brasil políticamente exacerbado, polarizado y con una extrema derecha poderosa que no lo va a dejar gobernar. Que ya se está manifestando en las calles, con el visto bueno de sectores del Estado y del gobierno, pidiendo un golpe de Estado que impida la asunción al poder de Lula el Primero de enero de 2023.

La derecha liderada por Bolsonaro es muy poderosa institucionalmente y por eso es el pueblo brasilero, el pueblo que votó a Lula, el llamado a profundizar los procesos democratizadores y crear las bases políticas para un cambio de largo aliento con luchas en las calles, en los campos y en los sindicatos. La experiencia acumulada en estos años anteriores indica que ese es el único camino.  

Sudamérica y Nuestramérica toda retoman la senda bolivariana de la Unidad con este triunfo del pueblo brasilero y de su líder Ignacio Lula da Silva.

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[*] Jorge Abelardo Ramos. Historia de la Nación latinoamericana.

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