“MAL, MUY MAL COMPORTAMIENTO”

Jerónimo, Preso Político en la Cárcel de La Dorada, Caldas

“La población indígena es constantemente revictimizada por el Estado y los Gobiernos locales, que le niega sus derechos y cuando los reclama es estigmatizada y reprimida con violencia y fuerza desmedida.”

Los indígenas se están “portando muy mal” y ese mal comportamiento no es de ahora, es desde hace más de 500 años, cuando -algunos, no todos- se negaron a recibir a los hijos de Castilla que vinieron de buena voluntad a enseñarles las “bondades” de la propiedad privada, el uso del oro y la plata como dinero, a vestirse decentemente y sobre todo que se sometieran al Dios Altísimo que ordenaba quemar como herejes y brujas a quienes adoraran al Agua, al Sol y a la Luna.

Para colmo de males “se portaron peor” cuando -300 años después- los descendientes de aquellos castellanos, aragoneses, gallegos, vascos, portugueses y alemanes, entre otros, decidieron que La Madre Patria no los trataba como iguales y por lo tanto era mejor independizarse de tal tutoría.

Esos nuevos «ciudadanos» en su magnanimidad quisieron que los pobres indígenas reducidos a resguardos también fueran ciudadanos, para ello los resguardos debían desaparecer y las tierras entrarían a ser comercializadas tal como lo estipulaban los nuevos derechos adquiridos; ¿tierras comunales, Pacha Mama?, eso no era de cristianos civilizados y los muy taimados indígenas prefirieron ponerse del lado del Rey que de los Patriotas, que alentados por la Revolución Francesa y por el liberalismo inglés les querían brindar las ventajas del libre cambio.

Como maña vieja no es resabio los pocos indígenas que quedan, por lo menos en Colombia, se siguen negando al desarrollo; por tanto, las multinacionales, ganaderos, mineros, palmicultores y uno que otro «marxista» no han tenido otra alternativa que correrlos de sus territorios, para que el neoliberalismo pueda desarrollar todas sus fuerzas productivas, sin que montañas ni lagunas sagradas se lo impidan.

Tercos como ellos solos, estos anquilosados no solo se niegan a desalojar las tierras sino que invaden las que de «buena fe» han adquirido los “honestos terratenientes”, que las heredaron de sus antepasados o las compraron con el fruto de su inmenso esfuerzo productivo, comercial y empresarial.

No satisfechos con eso los indígenas, algunos de ellos se han ido a las ciudades -en las que vive “Gente de Bien”- a vivir en cambuches y desde allí salir a “destruir el patrimonio histórico”, como lo son las estatuas del Gran Descubridor y de los insignes conquistadores, a quienes los indígenas deben el idioma que ahora les permite tener Embajadora ante las Naciones Unidas.

Ejemplo de ese desagradecimiento fue lo sucedido el pasado 19 de octubre de 2022, cuando un grupo de Indígenas Emberas quiso tomarse el edificio Avianca en Bogotá, símbolo de una de las empresas nacionales que vuela más alto y que lleva el crecimiento de la economía hasta las nubes; ¿Qué querían los indígenas?, nadie sabe, ¿por qué siguen en Bogotá?, no hay explicación, ¿por qué agredieron de esa manera a los policías y a los gestores de paz?, seguramente porque les cayeron mal, ¿tal vez a causa de la falta de sueño, de comida y del exceso de frío?, raro, porque los indígenas aguantan todo eso, como los burros, según lo dejó escrito Fray Pedro Simón.

No hay duda los indígenas se han “portado muy mal” y lo siguen haciendo, situación que hay que reprocharles y castigarlos como es debido, ¡a la cárcel con ellos!, ¡que alguien cobre los 50 millones de recompensa ayudando a dar con el paradero de los más buscados!, ¡una madre indígena con un niño a la espalda y con una piedra en la mano no puede andar suelta por ahí rompiendo vidrios! Si a los indígenas se les ha tratado tan bien durante la Conquista, la Colonia, la República y por el modelo Neoliberal, vale la pena dejar para la reflexión este interrogante: ¿Por qué se porta tan mal, alguien a quien se le ha tratado tan bien?

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