LA VERDAD SOBRE EL PARAMILITARISMO

LA VERDAD SOBRE EL PARAMILITARISMO

Claudia Isabel Ardila

Luego de presentarse el Informe Final de la Comisión de la Verdad, y a escasas dos semanas del inicio del nuevo Gobierno, el país cuenta con una nueva investigación sobre el arma paramilitar, necesaria para avanzar en la superación la violencia endémica que amenaza nuestra existencia como sociedad.

Esta investigación titulada, ‘¿Del paramilitarismo al paramilitarismo? Radiografías de una paz violenta en Colombia’, busca “indagar sobre la situación actual del paramilitarismo en Colombia, después del incompleto proceso de desmovilización (2003-2007)”, cuyas conclusiones las recogen en un  libro que contiene “investigaciones territoriales de las regiones más afectadas con miras a identificar continuidades y cambios en los fenómenos paramilitares durante los últimos años”, esfuerzo investigativo apoyado por la Fundación Rosa Luxemburg y el Instituto Colombo-Alemán para la Paz (Capaz).

Los investigadores advierten que los hallazgos buscan sumar al estudio de la dinámica paramilitar, “sin perder de vista que no se trata de un fenómeno homogéneo, sino más bien de un entramado de violencias disímiles en diversos lugares del país, que no son totalmente aleatorias” [*].

Este estudio trata de verificar en qué ha cambiado, cómo se ha reciclado, qué rasgos permanecen, cuáles son sus centros e intereses de promoción, para poder formular el fin de esta sanguinaria arma a la que históricamente han acudido las élites y los centros de poder imperial, para decapitar las resistencias, para hundir los anhelos y derechos de las mayorías nacionales; por esto se precisa en este momento una decisión de fondo que, teniendo los elementos de diagnóstico y prueba plena de las responsabilidades de la Guerra sucia, determine cómo debe desmontarse de una vez por todas el paramilitarismo.

No debe ser coyuntural ni superficial la intervención sobre este problema, sino a profundidad y de forma sistémica, para poner fin, como en otras sociedades y conflictos, a un arma de transgresión deliberada no sólo de las leyes de la Guerra sino de los Derechos Humanos.

El paramilitarismo ha cambiado para mantenerse, para ocultar a los determinadores ‘de corbata y chequera’, a los ideólogos empotrados en gremios y empresas del gran capital, porque Colombia ha ido del paramilitarismo de unas formas a otras: de los Manuales de Contrainsurgencia a las interacciones en clubs entre altos ejecutivos, Generales y narcos; con el nombre de “autodefensas” u “oficinas”, con mercenarios extranjeros o sicarios extraídos de las barriadas empobrecidas y excluidas a las cooperativas “Convivir”; ha ido de Zapateiro a “Popeye”; del Clan Castaño Gil al del Ñeñe; ha viajado de las grandes haciendas de ganaderos y terratenientes al Palacio Presidencial, en otras épocas de un Régimen de terror que ahora está conociendo medidas de depuración.

La posibilidad de acabar para siempre con esta arma de Guerra, comienza por una necesaria exposición de lo que desde diferentes esfuerzos ha sido encontrado en materia de archivos de la Seguridad Nacional, de instrucciones de “Defensa”, tanto las adoptadas en Washington como en Londres o Bogotá; debe en consecuencia, examinarse ese núcleo de barbarie que identifica el descontento popular como “Enemigo Interno”; la actual doctrina, la real, no la retórica, en la que se basan las Fuerzas Armadas del Estado, debe ser objeto de escrutinio, denuncia y renuncia, por ser antidemocráticos sus premisas y presupuestos, como lo son sus resultados de Genocidio.

Este ejercicio de investigación sobre el paramilitarismo no puede detenerse, es más urgente que nunca, y debe alimentarse de las pesquisas que desde hace décadas cumplen con rigor organismos y personas dedicadas a la promoción y defensa de los Derechos Humanos, tomando diversas fuentes y revalidando compromisos múltiples, como los desprendidos de los Acuerdos de Paz con las Farc, pero también los deberes que mucho antes el país asumió con las conclusiones, que desde los años 80 del siglo pasado, los que de manera continua arrojaron cientos de informes de misiones internacionales, incluyendo las de Naciones Unidas.

Mientras las élites usen el arma paramilitar en cualquiera de sus modalidades, no puede existir un Estado de Derecho, mientras exista paramilitarismo la democracia es inviable y los derechos de los pueblos serán un sueño, y estará por lo tanto legitimado seguir resistiendo y rebelándose a toda su macabra geometría, sea cual sea su nueva adaptación.

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[*] https://www.rosalux.org.ec/presentacion-publica-de-libro-sobre-paramilitarismo-en-colombia

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