LA HORA DE LA UNIDAD NACIONAL
Damaris Izaguirre
La pasada contienda electoral sacó a flote lo peor de nosotros como sociedad, los candidatos y sus ‘barras bravas’ se desligaron de cualquier lineamiento ético y moral, al aplicar el ‘todo vale’ para destruir a su contendor.
En esta contienda electoral primó el apasionamiento que nubló el entendimiento y el discernimiento emocional, hasta llegar al punto de ‘repetir como loros’ las matrices mediáticas que fabrican las ‘bodegas digitales’ de los candidatos, la miserableza humana llegó hasta el punto de convertir dramas personales en temas de campaña, nos dejamos contagiar y en este proceso quedó el país más dividido de lo que ya estaba.
El populismo impregnó las campañas, algunas de las propuestas no tenían un sustento sólido y terminaron balbuceando ocurrencias que como imanes atraían adeptos y votos, que carecían de sustento jurídico o económico que las hiciera viables.
Quizás me equivoque al afirmar que el gran perdedor de las elecciones fue el pueblo colombiano, nos deslumbramos por los ‘cantos de sirena’, que prometían cambios mientras el régimen y la rancia clase política como siempre se sumó a la retórica de los “cambios”, los Partidos Tradicionales terminaron apostándole a ambos candidatos, así, la amenaza latente es que todo siga igual.
El primer reto que tiene el Presidente electo en sí mismo es el más básico y fundamental y de este depende lograr desarrollar su plan de Gobierno, es más que obvio que para transformar la sociedad debe tratar de alcanzar la unidad nacional, no podemos olvidar que la amalgama que sostiene a la élite en el poder es la desunión social y popular.
En esta nueva etapa las divisiones no funcionan, desde luego hay matices y no todos sufrimos la crisis económica con la misma intensidad, pero deponer los odios y las diferencias nos permite centrarnos en el objetivo primario, que la vida de los 29 millones de colombianos que sufren la pobreza cambie y se vuelva digna, y que el país logre ser soberano, y eso solo es posible si apelamos a la máxima del sociólogo y sacerdote Camilo Torres, “insistamos en lo que nos une y prescindamos de lo que nos separa”.