¡BIENVENIDOS AL CIRCO!
Damaris Izaguirre
Según la Constitución tenemos derecho a elegir y ser elegidos sin restricciones; sin embargo, las empresas de comunicación a través de los famosos ‘debates’ se abrogan el derecho de elegir quienes asisten y facilitan todo para que las idea estén ausentes del debate, ¿esto no es un asalto a la democracia?
Los ciudadanos tenemos el derecho de conocer los postulados de todos los candidatos y los aspirantes deben exponer sus ideas sin ningún tipo de restricción o segregación, este planteamiento lo desarrolla en el Artículo 35 de la Ley 996 de 2005 que afirma que, “los concesionarios y operadores privados de radio y televisión deberán garantizar el pluralismo, el equilibrio informativo y la veracidad en el manejo de la información sobre las campañas presidenciales y el proselitismo electoral”.
Contrario a lo que dice la jurisprudencia las empresas de comunicación con base en unas encuestas que no representa ni el uno por ciento del censo electoral, se abrogan el derecho de discriminar aspirantes y solo invitan a los que según su criterio sesgado consideran “candidatos serios”, acaso no todos los candidatos tienen el derecho a que conozcan sus propuestas, ¿si no les dan la oportunidad de exponer su Programa, cómo van a aumentar su caudal electoral?
Como si fuera poco la segregación de la que es víctima la democracia por cuenta de la selección sectaria de los candidatos que participan en los debates electorales, los debates planteados por los medios de comunicación no buscan que los ciudadanos conozcamos las propuestas políticas de los asistentes, y de esta forma tener elementos suficientes para decidir por quien votar.
El formato de los debates electorales es un diseño mediático que está en función de hacer espectáculos que les suba la sintonía, no buscan informar solo se preocupan por presentar un Talk Show al estilo de ‘Laura en América’ o ‘Caso Cerrado’, lamentablemente los debates dejaron de ser un encuentro político de controversia respetuosa, para ser un ‘circo romano’ donde no hay ética ni límites, solo ataques personales, bajezas y descalificaciones que reemplazan los argumentos políticos y las propuestas.
Las empresas de comunicación están desde luego politizadas, al ser privatizadas no las mueve el interés por informar sino los intereses económicos, así que su formato no solo desinforma sino que además de manera solapada busca favorecer el candidato que mantenga el estatu quo, en otras palabras, los debates se volvieron un acto circense digno del mago Kandú, donde con gritos y aplausos nos distraen mientras nos venden el viejo sombrero con el conejo de siempre.