DE ROUX Y SU POGROMO
Leila Sankara
El Presidente de la Comisión de la Verdad, el sacerdote De Roux declaró que el Gobierno de Uribe (2002-2010) había acabado el narcoparamilitarismo y que este brazo del terror de Estado había liberado a Barrancabermeja de la guerrilla, afirmaciones que adelantan el sesgo que tendrá el Informe que esta Comisión elaborará.
En octubre pasado un político de la extrema derecha francesa, Eric Zemmour, interceptó y agredió a Rachida una mujer árabe, obligándola a despojarse del velo que le cubría su cabellera, es lo que se conoce como Islamofobia: una de las fuentes del fanatismo de los neoconservadores que disfrazan sus posiciones fascistas, acudiendo a nuevas herramientas; en el pasado, en la Alemania nazi hubo los Pogromo, palabra rusa que significa ‘causar estragos, destruir’, por ejemplo, los seguidores paramilitares de Hitler en noviembre de 1938 ejecutaron actos contra los judíos, considerando que con esas actuaciones se prepararía a la población para medidas antisemitas más feroces.
Acto 1: lavatorio del narcoparamilitarismo
Corrían los primeros años de este siglo cuando en una ciudad del centro de Colombia, Barrancabermeja, conocida por ser Puerto Petrolero de marcada historia de combate social y político por movilizaciones obreras y campesinas, una y otra vez los ríos y sabanas se entintaron de sangre popular, llegando ejércitos paramilitares a tener dominio como brazo de las Fuerzas Militares oficiales, desde ese entonces hasta las formas que asume en la actualidad ese modelo con una hegemonía indiscutible; allí se tomaron fotos el Presidente Álvaro Uribe Vélez (2002-2010) y jefes de redes sicariales que recuperaron para las castas de siempre esa amplia y rica región, expulsando a la guerrilla, que desde décadas atrás mantenía presencia en la zona.
A ese brazo paramilitar se le agregó en 2002 un eficiente Programa contrainsurgente justificado como Plan de Desarrollo, Inversión y Pacificación, con una sistemática intervención mediante Ongs y algunos métodos de cooptación y compra de una parte de las organizaciones de base, que vieron cómo circularon millonarios fondos de la cooperación internacional de agencias europeas y de los Estados Unidos (EEUU); al frente de dicho Programa estuvo un clérigo jesuíta Francisco de Roux, proveniente de una pudiente familia de la derecha, quien con ideas plegadas al neoliberalismo dio un impulso inusitado a esa ofensiva histórica, cuyo objetivo lo indican los manuales de guerra antisubversiva: suprimirle a la guerrilla apoyos, ‘quitarle el agua al pez’, configurando polos de economía cohesionados por empresas, mafias, ganaderos, administraciones locales y Gobiernos extranjeros mediante agentes polivalentes.
Uribe Vélez no sólo reconoció dicha fórmula por su éxito de contención y aislamiento de la influencia guerrillera, sino porque sirvió al necesitado reciclaje de las estructuras paramilitares que así pudieron camuflarse y exhibirse como salvadores del Magdalena Medio, manteniendo el control social logrado con las desapariciones, masacres y torturas recrudecidas desde 1997; donde antes hubo un tejido social y político de campesinos congregados en torno a reivindicaciones, había ahora plantaciones de palma aceitera o de otros cultivos y actividades depredadoras, junto al infaltable abrazo de la reconciliación entre el latifundista y el labriego, ¡todo un logro estratégico!, ¡una verdadera reconquista!
Acto 2: legitimación del Genocidio
La trayectoria personal del cura de Roux es la de una carrera de notoriedad como economista graduado en Georgetown, EEUU, cabeza del mencionado Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio (Pdpmm) y varias veces jefe de los jesuítas de Colombia, hasta llegar a la cima de presidir la Comisión de la Verdad (CV) pactada entre las Farc y el Estado colombiano, la cual debe entregar un Informe Final a mediados de este año, reporte que debería llegar a ser una narrativa objetiva sobre el Conflicto Armado; pero en agosto de 2021 quedó clara la proclividad del cura de Roux con Uribe Vélez, al montar un espectacular y vergonzante estrado de exculpación de este expresidente paramilitar, cuando a su hacienda acudió a la cabeza de la CV para escenificar quién tiene el poderío y cómo el relato neofascista sigue al mando del país.
El 25 de enero en un foro de un semanario de Bogotá, portavoz de la extrema derecha colombiana, el cura de Roux trazó no sólo una explicación de por qué “se salvó esto” (el statu quo) [1], enumerando factores como el Plan Colombia del cual él fue un gestor de alto vuelo, junto a la acción bélica de la “aviación” que golpeó a las FARC, más el liderazgo del tenebroso Uribe como artífice de la solución final, y por supuesto el narcoparamilitarismo, que “liberó” a Barrancabermeja, según las palabras del jesuita, en abierta legitimación del Genocidio.
Es conocida la reacción de algunas personas que analizan el conflicto colombiano, el médico y antropólogo exiliado Alberto Pinzón, afirma: “es muy deprimente leer una tergiversación tan burda e impactante y una mentira tan irritante, vejatoria y provocadora para los millones de víctimas del Conflicto Interno colombiano, y sobre todo para las víctimas del Genocidio del terror del Estado, viniendo de quien se supone preside las jerarquías no solo religiosas sino la moralidad y la ética de una Comisión Oficial de la Verdad en Colombia, como la que dirige el sacerdote de Roux (…), ¿cómo se atreve el sacerdote de Roux, contradiciendo toda evidencia empírica y factual, a afirmar que Uribe Vélez desmontó el narcoparamilitarismo? (…), ¿por qué desestima o desconoce adrede, las declaraciones de los principales “Capos” narcoparamilitares, y las evidencias probatorias acumuladas en los procesos judiciales sobre la llamada “Parapolítica”, donde se trató el tema de las falsas desmovilizaciones de los paramilitares?” [2].
El investigador irlandés Gearóid Ó Loingsigh [3] coincide con Pinzón en la necesaria crítica al movimiento alternativo que ha enaltecido al cura hasta consagrarlo como una figura ética e imparcial, sin serlo, destaca igualmente el papel de Francisco de Roux no sólo en la contrainsurgencia estratégica sino, peor aún, en la adaptación funcional de Programas para la domesticación de la población mediante la cooperación internacional, articulada a un modelo económico, social y cultural opresivo, exitoso a punta de masacres y terror; modelo de control social que debe mucho a de Roux; otras voces igualmente señalaron cómo esa posición no hace más que revictimizar o volver a atacar a quienes han sufrido graves violaciones de los Derechos Humanos [4], siendo una verdadera y terrible ofensa lo aseverado por este religioso, cobijado durante mucho tiempo por las capas del poder, recompensadas hoy con este ejercicio de tergiversación y negacionismo.
Acto 3: la violencia simbólica del clérigo
Así como las víctimas deben tomar nota de la tarea que el Establecimiento encomendó al cura de Roux, debe hacerlo también el movimiento eleno, ese humanismo rebelde que no cesa en su lucha y que en las antípodas de este cura de las élites, sigue acrecentando el sueño y la propuesta de una Colombia con democracia popular y soberanía nacional, recordando el pensamiento y el testimonio moral de cristianos revolucionarios como los sacerdotes y comandantes Camilo Torres Restrepo y Manuel Pérez, que dieron sus vidas al servicio de la dignidad de los pueblos.
¿Por qué debemos tomar nota?, el comunicado de la CV del día 12 de enero [5], cuando unidades del Esmad fueron atacadas legítimamente por comandos elenos en Cali con apenas unos agentes heridos, sin dudarlo emplea otra vez la CV el sambenito [6] del “terrorismo”, su calificación preferida para juzgar no al Estado y sus crímenes sino a la resistencia armada, además expresa su solidaridad “con los uniformados” y “con la institución”, es decir con ese cuerpo militarizado responsable de torturas, asesinatos, desapariciones, violaciones sexuales, mutilaciones y otros crímenes sistemáticos contra la población civil, además la CV le pide a los elenos que “tengan el coraje de tomar la iniciativa y dar los pasos que les corresponde para entrar en el camino de la paz”.
Volvemos al famoso cuento infantil El rey desnudo de Andersen, donde una cierta estafa tiene lugar cuando el monarca se pone un vestido invisible con el que sale a un desfile, siendo alabado por mucha gente del pueblo que sostenía la mentira del traje, hasta que un niño dijo: ¡pero si va desnudo!, y todos gritaron que el mandamás iba desnudo, el emperador oyó el cuchicheo de la multitud, supo lo que pasaba pero levantó la cabeza y terminó la procesión.
No sabemos si esta vez la lengua de De Roux le ganó a su astucia o si calculó exactamente lo que dijo, para disponernos o preparar al país para el mamotreto que en unos meses firmará como Presidente de la CV sirviendo una narrativa funcional al Genocidio que hoy continúa; su pogromo, su violencia simbólica, esta lapidación que hace de las víctimas del narcoparamilitarismo, reveló que vendrán más hechos y deformaciones terribles, como fue en el proceso de ascenso fascista o nazi en la misma Europa donde hoy un extremista obliga a una mujer a quitarse el velo; de Roux se quitó la máscara esta vez, el cura va desnudo y lo sabe.
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[1] Gran Foro Colombia 2022, ¿cómo mejorar la seguridad y la convivencia en el país? Revista Semana, 25-01-2022.
[2] ¿Qué pretende el cura De Roux? Rebelión, 31-01-2022.
[3] De Roux y la liberación paramilitar. El Salmón Urbano, 28-01-2022.
[4] Ante mala fe, hipocresía y manipulación del farisaico jesuita que preside Comisión de la Verdad de Colombia, respecto del paramilitarismo, defensores de derechos humanos lo controvierten y piden su renuncia. Cronicón, 28-01-2022.
[5] La Comisión de la Verdad rechaza el atentado terrorista en Cali. Comisión de la Verdad, 12-01-2022.
[6] Sambenito hace referencia a una prenda usada antes por los penitentes católicos para demostrar su público arrepentimiento por sus pecados, y para señalar a los acusados por la Inquisición española, a fin de denigrar a los condenados por ese tribunal eclesiástico.