EN TIEMPOS DE CRISIS ECONÓMICA GANA LA BANCA

Chavela Villamil

La desaceleración del crecimiento provocada por el modelo económico y exacerbada por la pandemia del Covid-19 generó un shock de oferta, que desencadenó el aumento desaforado de la inflación global ocasionando el colapso de las economías y la carestía del costo de vida.

El problema de Colombia no es financiero sino económico, en otras palabras, la política económica de nuestro país tiene directrices nefastas, consumimos más de lo que producimos y lo recaudado se destina al gasto corriente (burocracia, Guerra, pago de Deuda Externa); además, el gran volumen de importación de materias primas, productos básicos y suntuarios traslada los efectos inflacionarios globales a nuestra economía, esto no solo impacta el valor de los productos sino que además deprecia el Peso; así mismo, al no poseer una industria nacional fuerte y un mercado interno sólido, nos convertimos en una economía dependiente y por ende vulnerable.

El pago continuado de la Duda Externa (DE), que además de ser onerosa es constantemente sobregirada, la convierte en un pasivo que crece constantemente haciéndolo un círculo vicioso impagable e inamortizable, el año anterior alcanzó los 184.692 millones de Dólares, lo que representa el 63,5 del Producto Interno Bruto (PIB), además este año la Nación destinó 76,9 billones de Pesos, 22 por ciento del PIB al pago de este pasivo, mientras no exista una disminución del presupuesto destinado a la DE que podría ser acorde a la inflación nominal (2,1 por ciento), es imposible solventar el gasto social y dinamizar la economía.

A mayor interés mayor asfixia de las capas medias

En el segundo cuatrimestre del año pasado la inflación aumentó con tendencia incremental y superó todos los pronósticos, lo que llevó a que el Banco de la República en septiembre aumentara la Tasa de Interés en 0,25 por ciento como medida para mitigar la inflación, sin embargo, en enero nuevamente aumentaron la Tasa de Interés a 4 por ciento, un incremento de 2,25 por ciento en solo 4 meses [1], y con una inflación con tendencia incremental que oscila en 5,96 por ciento.

El incremento de la Tasa de Interés tiene repercusión directa en el costo de vida, en especial en las operaciones bancarizadas -tarjetas débito y crédito-, las cuales tienen un gran peso en la economía nacional y en el gasto de las familias de capas medias, que solventan gran parte de sus gastos mensuales con créditos de consumo –tarjeta de crédito–.

Según datos de Asobancaria el año anterior el consumo con tarjetas de crédito se incrementó en 46,8 por ciento, de estas compras el 65,5 por ciento obedecen a productos alimenticios básicos [2]; el incremento en los pagos con tarjeta de crédito obedece al alto costo de los productos y la pérdida de poder adquisitivo, lo que impide el pago de contado de los productos y obliga a las familias a endeudarse con la banca para poder solventar sus gastos básicos.

Necesitamos una economía sólida

Para alcanzar una economía sólida nuestro país debe disminuir considerablemente su dependencia de la economía exógena, en especial de la de EEUU, tanto en capital liquido e infraestructural como en importación de productos y materias primas, para ello debe hacer cambios estructurales en su modelo económico, entre estos el desmonte gradual de los Tratados de Libre Comercio (TLC) y las exenciones tributarias a las grandes empresas.

La dinamización de la economía requiere un modelo económico que tenga como base el aumento del poder adquisitivo per cápita y el desarrollo integral del sistema productivo nacional, además es necesario romper la lógica antifinanciera de una DE onerosa e impagable que asfixia el PIB y devalúa la divisa nacional, de igual forma se requiere un sistema tributario redistributivo que disminuya el gasto corriente (burocracia, Guerra, pago de la DE) e incremente el gasto social.