EL DINOSAURIO DESPERTÓ
Comandante Antonio García
El pasado 14 de diciembre, los chilenos eligieron al ultra conservador José Antonio Kast como nuevo presidente de ese país, con un margen de casi 18 puntos sobre su rival del progresismo Jeannette Jara, una significativa derrota para el oficialismo y el progresismo, no sólo en Chile sino en toda la región.
Pese a los escasos logros favorables a los trabajadores, la administración de Boric fue incapaz de abordar una serie de problemas que afectan a la población, entre los que se destacan: la inflación creciente pospandemia, la pobreza, la desigualdad que aumenta, el crimen y la inmigración ilegal. Problemas que siendo estructurales, con promesas no se resuelven. En efecto dicha crisis estructural que se evidencia en la privatización de los servicios básicos, como las pensiones, universidades y atención médica, fue la que condujo al Estallido Social en 2019 y 2020 como una expresión legitima de rechazo al neoliberalismo y la esperanza de construir un sistema poscapitalista.
Es justamente en ese contexto donde surge la figura de Boric como un ex líder estudiantil, que buscó juntar el descontento social y proyectar la esperanza para los de abajo en ese momento. Principalmente con propuestas como la de adelantar un referéndum para reescribir la constitución de la dictadura pinochetista; al final, dicho proyecto de redacción de una nueva constitución resultó un fiasco, dejando al descubierto los límites del progresismo chileno y su carácter conciliador con el capital y la oligarquía chilena. Dilapidando así lo heredado del Estallido Social, su potencial y fuerza política en la dirección de los cambios estructurales.
Luego de la victoria de José Antonio Kast, mucho se ha visto frente a la narrativa del resurgir del pinochetismo, sin embargo, podemos decir que se trata de un proyecto político fascista, que se mantenía durmiendo en el país austral y despierta aprovechando las flaquezas que deja el progresismo. En efecto, las pasadas elecciones marcan un punto de inflexión para los chilenos, lo cual devela la liviandad de una generación de izquierda posmarxista, que para congraciarse con sus rivales de clase se han alineado más bien al progresismo.
El giro conservador se consolida en torno a dos temas cruciales: la seguridad pública y la inmigración. Estos fueron los ejes principales de la campaña de Kast, quien logró captar el descontento generalizado, por la sensación de inseguridad y la crisis migratoria, temas que calaron especialmente en las regiones y en los sectores populares.
Kast, lejos de ser un fenómeno aislado, es parte de una tendencia global de ascenso de la ultraderecha y el fascismo. Esto no solo refleja el crecimiento de la extrema derecha en el país, sino también la alineación creciente de Chile con las políticas de Estados Unidos, especialmente en seguridad y en su postura frente a Venezuela. En ese sentido Kast, busca seguir la senda de su homologo salvadoreño Nayib Bukele, sobre seguridad. Así mismo quiere copiar el modelo de su vecino argentino Javier Milei, prometiendo imponer recortes de gasto por un valor del 4 por ciento del PIB. Estados Unidos suma un aliado más en su plan de reconquista de América, dentro de su nueva estrategia de seguridad «Donroe».
En este complejo contexto los pueblos acuden a formas creativas de resistencia contra el fascismo, que apuntan a consolidar un bloque popular que genere poder desde abajo, Chile ya derrotó la dictadura una vez, muy seguramente lo logrará de nuevo y esta vez esperamos que no se dejen deslumbrar, por los discursos cosméticos del progresismo.
Podríamos decir como el famoso cuento del escritor Augusto Monterroso: «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí». Claro, no son tiempos de dinosaurios, ya se extinguieron hace 65 millones de años, no por muerte natural, sino por la gran explosión de la era jurásica, así, los que despierten en tiempos descolocados serán erradicados por la explosión de los pueblos.