CON LA PAZ TOTAL, LO IMPORTANTE ES NO DEJARSE CONFUNDIR

CON LA PAZ TOTAL, LO IMPORTANTE ES NO DEJARSE CONFUNDIR

Amalia Santana

A pocos meses de finalizar el gobierno del presidente Gustavo Petro, no son escasos los balances y críticas, sobre uno de los proyectos más ambiciosos de su cuatrienio: la Paz Total.

Recientemente, el Consejo Gremial, los medios corporativos y los tanques de pensamiento de la derecha han enfilado sus baterías para señalar la Paz Total, de fiasco y fracaso.

Pero no nos dejemos engañar, a lo que la derecha se refiere no es a los errores que ha cometido este gobierno en la concepción y diseño de su política de paz; no es que para la derecha la “paz total sea un fracaso”, es que para el régimen que representan y defienden, cualquier búsqueda de construcción de paz y superación política de la guerra será siempre un fiasco. Por eso, su respuesta va a ser siempre que la paz se garantiza no con el diálogo y la participación de la sociedad, sino con militarismo y política de securitización.

El balance que hacemos en el ELN de la apuesta del presidente con la Paz Total es totalmente diferente. No parte del desprecio o el rechazo a la búsqueda del diálogo y la negociación para superar la guerra, al contrario, parte de la convicción de que la solución política asumida como camino serio y responsable, es el único camino para transformar las causas que han originado el conflicto.

En este sentido es que el ELN ha cuestionado con rigurosidad política lo que consideramos errores del presidente Petro, en relación con su política de Paz Total:

  1. Empezamos regular

Una cosa era utilizar el lema de ‘paz total’ como publicidad de campaña, otra era pretender elevar esta idea vaga e inviable a la categoría de política de Estado.

Ni la paz total existe, ni es una realidad probable, ni mucho menos deseable. El camino de la construcción de la paz desde la solución política tiene que ver con reconocer la riqueza y potencia de los conflictos en la sociedad, no con su eliminación o erradicación. Construir la paz no es aspirar al fin de los conflictos, sino convocar el compromiso de todos los sectores de la sociedad, para resolverlos y dirimirlos participativa y democráticamente. Paz no es entonces, como ha dicho el ELN, el silenciamiento de fusiles.

Se ha equivocado una y otra vez el presidente, al venderle al país la quimera de que la paz llegará de forma total e irreversible, si logra la desmovilización de los grupos armados.

  1. Una apuesta timorata para no enemistarse con los Estados Unidos

Con el objetivo de no ver amenazada su gobernabilidad ante la furia de los Estados Unidos, que tienen larga carrera en la desestabilización de gobiernos populares y democráticos en la región, el gobierno de Petro ofreció la moneda de cambio más barata: desconocer el carácter insurgente de la última guerrilla revolucionaria de América Latina, que implica una amenaza contra los intereses imperialistas de los Estados Unidos en la región. Para ello bastaba aplicar los principios básicos de la doctrina contrainsurgente: desconocimiento del conflicto armado como un conflicto social y político, junto a la aplicación de estrategias de Desarme, Desmovilización y Reinserción (DDR). Ese es el tratamiento que ha recibido el ELN.

Revelación: Sale mal. Porque como ‘mal paga el diablo a quien bien le sirve’, en lugar de merecer el favor de los Estados Unidos por su accionar contrainsurgente, este gobierno ha recibido en respuesta el desprecio y los anuncios intervencionistas e imperialistas de Trump.

  1. Una pésima política de alianzas

La apuesta contrainsurgente y de DDR del gobierno no solo fue la salida elegida para congraciarse con los Estados Unidos. Fue también el camino para conseguir el respaldo, o por lo menos, la no oposición de las minorías dominantes en el régimen colombiano. Por eso la Paz Total de este gobierno está plagada de lugares comunes en los que se reduce el estado de la guerra, a la supuesta disputa por economías ilícitas en las regiones, desconociendo así el indispensable camino de transformaciones estructurales profundas de carácter nacional.

Mientras el gobierno anunció inicialmente la Paz Total como una búsqueda sin “líneas rojas”, en el camino las fue colocando a merced de los deseos de gremios patronales y sectores políticos tradicionales, que se oponen a un gran diálogo nacional sobre los factores estructurales del régimen político, el modelo económico, la política ambiental y la educación y la cultura en Colombia. La salida fue entonces acusar mordazmente a la insurgencia elena de “narcos y mafiosos”, para eludir con este argumento las discusiones que el país requiere.

Revelación: También salió mal. Ni ante las más grandes concesiones, el régimen y la clase política tradicional le han permitido gobernar a Petro, ni aprobar las reformas propuestas por su gobierno.

  1. Recrudecimiento del paramilitarismo y la guerra

Fue fallida la estrategia de desmovilización y fragmentación del actual gobierno y su Consejero comisionado de paz. Con el objetivo de conseguir rápidas desmovilizaciones regionales, este gobierno ha facilitado el fortalecimiento de franquicias criminales y narco paramilitares, como las bandas ex farc. Tal es el caso del EMC, el frente 33, el grupo de H, la tal coordinadora guerrillera del pacífico, entre otros.

La tesis del presidente y del Comisionado Otty Patiño ha sido que fragmentando esos grupos, los debilitarían para derrotarlos; el efecto ha sido el contrario, pues las violencias se han multiplicado y no han logrado hasta el momento una sola desmovilización de estas bandas. Al contrario, se siguen fortaleciendo en las regiones, con el beneplácito del gobierno y el respaldo de las Fuerzas Armadas.

Ante los intentos de desmovilización frustrada, el gobierno opta por la guerra total y la militarización, ha sido el caso de la región del Catatumbo.

  1. Violencia política y elecciones

Contrario a lo que vociferan las Fuerzas Militares y otros funcionarios del gobierno, el recrudecimiento de la guerra y la violencia política en época pre electoral, no es resultado del accionar de la insurgencia, es resultado del propio accionar del gobierno y su política de paz, que ha permitido el fortalecimiento de las bandas criminales, quienes actúan criminalmente contra la población civil, el campesinado y los pueblos indígenas.

El accionar errático del presidente y de los funcionarios encargados de la política de paz, son los principales responsables, además, de que en la sociedad y en la opinión se perciban frustración y desgaste, ante las posibilidades del diálogo y la participación como caminos conducentes a la democratización y a la superación de la guerra.

Son estas razones las que nos hacen tener un balance crítico, pero diametralmente opuesto a lo que opina la derecha sobre los errores de la Paz Total. No nos llamemos a engaños.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *