POR LAS VÍAS BLOQUEADAS CAMINAN LOS SUEÑOS
Lía Amanda Sánchez
Los bloqueos de vías están en el centro del debate nacional a raíz de su proliferación durante el Paro Nacional, en esta crónica se puede apreciar cómo surgen y se desarrollan tales bloqueos en una ciudad colombiana que tiene cerca de un millón de habitantes.
Desde que inició el Paro Nacional el pasado 28 de abril, cualquier día es de manifestación y movilización, se han vuelto cotidianas las marchas y los plantones, la hora cero de una manifestación ya no es planeada con meses de anticipación, ahora son casi espontáneas y los puntos de reunión dejaron de ser unos sitios emblemáticos para ser puntos diversos extendidos por toda la ciudad.
La convocatoria ya no se hace como en gloriosas décadas anteriores con megáfono y volantes hechos a máquina o en mimeógrafo, que tardaban días en hacerse y distribuirse, ahora la difusión es instantánea, digital, de alcance mundial y a cargo de los dedos pulgares; así, con un pitido de alerta me enteré de la convocatoria y conforme me llegó se la envié a todos mis contactos.
El día anunciado llegó y como buenos colombianos nadie llegó puntual, al transcurrir el tiempo empezó la afluencia de numerosos combos [*] que empezaron a llenar los alrededores del edificio del Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena), muy pronto el espacio se quedó pequeño y con la multitud agolpada comenzó a darse un bloqueo involuntario de las vías circundantes, donde no había espacio para que se abrieran paso los vehículos.
Con la carrera cuarta desbordada y al ritmo de la batucada empezamos a caminar hacia la carrera quinta, las arengas, cánticos y el júbilo amenizaban nuestra marcha, a medida que avanzábamos empezamos a ver el puente de la 60 y un poco más abajo un fuerte dispositivo de la policía militarizada del Esmad, era evidente que intentaban no dejarnos pasar, su misión era que nuestros gritos de cambio no se trasladen al norte de la ciudad.
Arribamos a la 60 a una cuadra de donde nos esperaba el Esmad, no continuamos avanzando sino que empezamos a concentrarnos sobre la avenida, la marcha había mutado a un plantón que se extendió de norte a sur por varias cuadras de la avenida, habíamos partido la ciudad en dos y al poco tiempo el tránsito vehicular estaba colapsado.
Sabíamos que nuestra presencia no era bien vista y que era inminente que en cualquier momento el Esmad lanzara sus gases y nos atacara brutalmente, así que con una mínima coordinación empezamos a construir pequeñas barricadas que protegieran nuestra estadía en esta avenida; otros pintaban paredes con consignas del Paro Nacional, los demás traían vallas de la papelería Panamericana que estaba a nuestro costado y buscaban cualquier cosa que pudiera agrandar las barricadas.
Tras varias horas de bloqueo los carros represados se desviaron y la vía quedó solitaria, con la avenida en nuestras manos los cánticos y las expresiones culturales afloraron, pero la diversión fue interrumpida por varios estruendos y una bola de humo que nos asfixió, era evidente que la batalla había empezado.
El Esmad avanzaba y desde las improvisadas barricadas les llovían piedras, un poco más atrás varios compañeros corrían a recoger las granadas para devolverlas antes que nos inundara el gas; la adrenalina me invadió y no me quedaba otra opción que ayudar a los que repelían los ataques, así que me integré al grupo que estaba líneas atrás, en el trabajo de hormiga de llevar piedras y cuanta cosa sirviera para lanzar desde la barricada.
Entre piedras, gases y estruendos el tiempo transcurría y a pesar de la desventaja no cedíamos, como leona recién parida defendíamos nuestra posición, decididos a no rendirnos y a luchar por nuestro derecho a decir ¡basta!, a dignificar la lucha de calle, para recordar que la movilidad de los vehículos pasa a segundo plano cuando un mar de gente desborda las calles, pide transformaciones sociales y exige que defender los derechos fundamentales no sea penalizado con la muerte.
Tras varias horas de tropel los funcionarios de la Alcaldía aparecieron, tras fallar la fuerza bruta y violenta del Esmad optaron por diálogo, ¡qué extraño!, siempre había entendido que primero se dialoga y si esta vía falla si procede la acción violenta.
Tras las conversaciones entre los funcionarios y nosotros logramos un Acuerdo, que el Esmad se retirara y nosotros de manera pacífica despejábamos la vía, pero ese despeje no fue de inmediato fue más bien progresivo y pausado, porque dijimos “como vinimos nos vamos”, así que retomamos la marcha y muy despacio regresamos hasta nuestro punto de partida.
Algunos dirán que emprendimos una marcha de retirada, pero para nosotros era un retorno con sabor a triunfo, porque durante muchas horas una de las avenidas más importantes fue nuestra, paralizamos la ciudad y difundimos nuestro mensaje de cambios y transformaciones.
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[*] Combo: grupo de amigos.
Muy buena crónica refleja lo que siempre ha paso con muchas marchas y manifestaciones, los que inician bloqueando el paso de la manifestación pacífica es el Esmad para justificar la agresión.
Con respeto les digo que les quedo un error en la introducción y es que Bogotá no tiene un millón de habitantes sino 8 millones.
Me pareció excelente la crónica ya que relata lo que se vive y deja muy buenas reflexiones. Además, las crónicas que han venido sacando me parecen muy buenas, es lo que debería hacer caracol y rcn, pero como están comprados por el gobierno solo hablan de paredes pintadas y policías atacados.