VENEZUELA Y SUS ALREDEDORES Ó LOS ALREDEDORES DE VENEZUELA
Amalia Santana
El presidente Trump sentenció en sus redes sociales el pasado sábado 29 de noviembre: “A todas las aerolíneas, pilotos, narcotraficantes y traficantes de personas, les rogamos que consideren que ‘el espacio aéreo sobre Venezuela y sus alrededores’ permanecerá cerrado en su totalidad”.
Amenaza que lanza, una semana después de que la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos emitiera la alerta, en la que le “recomendaba” a las aerolíneas no volar sobre territorio de Venezuela.
Trump, el pirata del Caribe
No es casualidad que esta declaración ocurra el mismo fin de semana de las elecciones en Honduras, y que al respecto Trump haya ofrecido su apoyo a la candidatura de derecha de Nasry Asfura, con la excusa de “combatir el narco comunismo e impedir que Maduro tome el control de este país”. Y así mismo, haya ofrecido indultar al expresidente hondureño Juan Orlando Hernández, socio de Trump y preso en Estados Unidos, ese sí, por enviar toneladas de cocaína a ese país.
Trump protege y se asocia con los negociantes internacionales de drogas, mientras usa el remoquete del narcotráfico, para impulsar sus planes colonialistas e imperialistas contra América Latina.
La comunidad internacional debería estar escandalizada y en máxima alerta ante esta flagrante violación de la Carta de las Naciones Unidas. Mientras tanto, el presidente Petro, reputado por sus discursos grandilocuentes contra el imperialismo y en defensa de la soberanía, le responde a Trump después de sus amenazas: “Invito a Trump a visitar mi país y nos vamos juntos a destruir fábricas de cocaína”.
Una no entiende si la ingenuidad del presidente, llega al punto de creer que el gobierno de Estados Unidos lucha contra el narcotráfico, o si es que el presidente no se ha dado cuenta que, cuando Trump habla de ‘invadir Venezuela y sus alrededores’, también está hablando de Colombia. Amenazan con invadirnos y el gobierno de Colombia responde extendiendo la alfombra roja para recibirlos.
Insisto en que no es causalidad y en que no son aislados los hechos de Honduras, Venezuela y Colombia, pues están perfectamente enmarcados en los propósitos de la Operación Lanza del Sur que resonó en los medios de comunicación internacionales el pasado 13 de noviembre. En realidad, esta ya había sido anunciada desde enero por la Cuarta Flota de la Armada de EEUU, como una operación que ejecutaría el Comando Sur en 30 países suramericanos, centroamericanos y del Caribe.
El propósito de la Operación Lanza del Sur es Reforzar la presencia del imperio en regiones de “importancia estratégica y económica”. Todo el mundo sabe que los buques y portaaviones desplegados por Trump, no son eficaces en la lucha contra los narcos; en realidad persiguen el objetivo de afectar infraestructura estratégica venezolana y ocupar posiciones, que les permitan hacerse con el control de petróleo, minerales, tierras raras y recursos estratégicos.
Rechazar la invasión anunciada
Entonces, estamos ante una invasión imperialista nunca antes conocida en América Latina, ni siquiera como la de Panamá en 1989. En medio de esta situación que amenaza la soberanía no solamente de Venezuela, sino de toda la región, los medios corporativos callan y las llamadas fuerzas progresistas se mantienen timoratas. Sí, las mismas fuerzas progresistas que con justa y masiva solidaridad, se movilizaban junto a los pueblos del mundo contra el genocidio en Palestina, hoy hablan pasito ante las amenazas de guerra en nuestra propia casa.
Ante la amenaza del imperio, enemigo de la humanidad, la libertad y la soberanía, la tarea histórica la tenemos los pueblos unidos en lucha. Recordemos la instrucción que nos dejaba Martí para momentos como este:
“Los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos. (…) ¡Los árboles han de ponerse en fila para que no pase el gigante de siete leguas! Es la hora del recuento y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes”.