¿ALGUIEN QUIERE PENSAR EN LOS NIÑOS?

¿ALGUIEN QUIERE PENSAR EN LOS NIÑOS?

Himelda Ascanio

Hipocresía politiquera. Es bastante ruin y canalla tratar de aprovechar la muerte para fines particulares y politiqueros. Los bombardeos de las Fuerzas Armadas estatales en los que murieron menores de edad, se convirtieron en pretexto para incoherencias y falsedades al interior del gobierno y otras agrupaciones políticas.

Los debates directamente relacionados con la muerte de niños y niñas por la acción directa del Estado a través de sus Fuerzas Militares, en el que surgen una cantidad de incongruencias, desconocimientos, incoherencias y justificaciones leguleyas, han puesto en relieve la continuidad de las políticas y la Doctrinada ordenada desde Washington. Para tratar de justificarse y diferenciarse de gobiernos anteriores, que también asesinaron niños y niñas en bombardeos, Petro trató de encontrar salida en la letra menuda y en supuestos vacíos del Derecho Internacional Humanitario (DIH).

Hipocresías de diferente orilla

Conocidos los hechos, se despertó una ola de opiniones de diferente tipo. La extrema derecha recordó y sintió una justificación histórica, de cuando ellos hicieron lo mismo. El extremo centro se acordó de los niños y las niñas para visibilizarse, pidiendo la renuncia del Ministro de Defensa, algo similar a lo que hizo Petro siendo congresista. Y el presidente rebuscó la forma de justificar y ratificarse en su acción militar, algo como lo que hicieron sus predecesores Uribe, Santos y Duque.

A ninguno les interesó, ni les ha interesado en realidad, la situación de la niñez colombiana. Las reacciones frente a lo acontecido en los bombardeos de el Guaviare, Amazonas y Arauca, son una simple excusa para sus agendas electorales y narrativas falaces sobre el país. De nuevo, las causas las dejan a un lado, para aprovechar el ruido de una consecuencia.

Unos y otros corrieron a buscar los protocolos del DIH para atacar o justificar, pero no las convenciones informes y planteamientos sobre derechos y situaciones de los niñas y niñas en el país. Bastaría recoger las palabras de la representante de Unicef en Colombia, Tanya Chapuisat: “Sabemos que la mejor forma de prevenir el reclutamiento es permitiendo a los niños disfrutar sus derechos y acceder a oportunidades”.

Nótese que no hablamos de organizaciones revolucionarias, ni posiciones de izquierda, bastaría con centrarse y asumir la responsabilidad del Estado, desde las propias consideraciones de organismos y agencias del sistema de Naciones Unidas. Que a propósito del Día Mundial de la Infancia planteó su informe anual, “El Estado de los Niños en el Mundo 2025: Acabar con la Pobreza Infantil”.

Dicho informe plantea cosas como que: “más de uno de cada cinco niños del mundo, están privados diariamente de al menos dos de seis aspectos considerados claves para su bienestar y desarrollo: educación, salud, vivienda, nutrición, saneamiento y agua”. Y justamente esos aspectos son vulnerados por la corrupción, que es la principal economía ilícita del país y se aloja en todos los rincones del Estado y a través de los gobiernos de turno desde hace décadas. Esa situación deja ver el desinterés y la indolencia frente a la protección y desarrollo de la infancia.

La importancia del territorio

Para un real interés, desarrollo y proyección de la niñez colombiana, es fundamental el territorio. Los entornos cercanos y las construcciones, en las que puedan crecer niños y niñas en ambientes sanos, con salud, recreación y cultura. En donde la familia, la comunidad y la organización social son fundamentales. Lógicamente para un desarrollo así desde el Estado, este tendría que llegar a dichos territorios.

Cuando por el contrario el Estado está ausente y su única forma de asomar en las comunidades es la violencia militar y paramilitar, los desarrollos y dinámicas se resuelven por otras lógicas y dinámicas. Y cuando estos territorios los entregan a mafias y bandas, como lo ha hecho el gobierno colombiano, la situación de conflicto es declarada para esas comunidades. Y la niñez es una de las poblaciones más vulneradas.

El territorio es la vida y la posibilidad de hacer reales los proyectos de desarrollo real de las comunidades y pueblos. La organización social y comunitaria es fundamental para que construir planes de bienestar y vida digna. La paz solo se construye con esta participación protagónica de los territorios, comunidades, pueblos, organizaciones y sectores; esto incluye, por supuesto, a niños y niñas.

Asesinados de la semana

En un bar llamado Café Paraíso, ubicado en la carrera 11 con calle 19 del municipio de Ciénaga, Magdalena, sicarios ingresaron y perpetraron una masacre contra un grupo de personas que se encontraba en el lugar; en el ataque fueron asesinados Antonio José Peláez Álvarez, de 43 años, Luis Alberto Gutiérrez Cantillo, de 28 años y, una tercera persona aún por identificar.

Darío Vergara Blandón, era un reconocido líder social y comunal, miembro de la Junta de Acción Comunal (JAC) de la vereda Río Frío, en el municipio de Támesis, Antioquia; fue asesinado el 17 de noviembre, en su propia vivienda, ubicada en la vereda Río Frío.

Julián Arenas, era un reconocido líder social, político y comunitario. En 2023 fue candidato al Concejo de Chaparral por el Pacto Histórico; impulsaba la Zona de Reserva Campesina (ZRC) para el municipio y era contratista de la Alcaldía de Chaparral, Tolima; fue asesinado el 17 de noviembre en la vereda Las Juntas, del corregimiento La Marina, cuando fue atacado con arma de fuego mientras se dirigía a su lugar de residencia.

José Adelmo Valencia, era un reconocido líder social y mayor indígena, destacado por su papel como comunero. Prestó servicios comunitarios a la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN) y se desempeñó como jurídico del territorio de Munchique Los Tigres, en el municipio de Santander de Quilichao, Cauca; fue atacado en los primeros días de noviembre, en la vereda La Esperanza, en Santander de Quilichao, por hombres que lo golpearon en repetidas ocasiones y lo dejaron en el lugar, fue trasladado a un hospital en Cali, pero, debido a la gravedad de sus heridas, falleció el 17 de noviembre.

Jenny Ramírez Enríquez, era una reconocida lideresa social y expresidenta de la Junta de Acción Comunal (JAC) del corregimiento de La Feria, en el municipio de Pradera, Valle del Cauca; este feminicidio ocurrió el 17 de noviembre, en el corregimiento de Lomitas y estaría relacionado con su propio esposo, quien presuntamente habría perpetrado los hechos y luego se fugó del lugar.

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