¡UN SÍMBOLO POPULAR!
Damaris Izaguirre
En un país adoctrinado por los medios y silenciado por el miedo al Terrorismo de Estado, se destacan las voces críticas que develan los intereses de los buitres, que viven del anhelo popular y sirven al Tío Sam. Ser una voz disonante se paga con sangre, esa es la historia de Jaime Garzón.
Se podría decir sin exagerar que tres generaciones de colombianos crecimos con la ironía política y el sarcasmo de Jaime Garzón. Tristemente las nuevas generaciones fueron sometidas a una mala serie de televisión, que de manera deformada trataba de tergiversar su legado, diezmándolo hasta convertirlo en una caricatura. Aunque el régimen ha tratado por todos los medios de borrar el pensamiento político de Garzón, su legado sigue incólume y continúa diseminándose en el pensamiento y actuar de las nuevas generaciones, muestra de ello es que sus ideas e imagen fueron un elemento conductor durante el Estallido Social de 2021.
Jaime era mucho más que un crítico del régimen, encarnaba el sentir de todo un país que no solo lo seguía a través de sus personajes, sino que vio en él un adalid de la verdad, que con su sátira los sacudía y los hacía pensar por sí mismos, que los convocaba a disputarle el poder a los de siempre. Por esto Jaime se convirtió en un peligro para el régimen, que en colusión entre la Agencia estatal de espionaje -DAS- y los paramilitares le segaron su vida, la madrugada del 13 de agosto de 1999.
Además de ser un político crítico con el sistema que a través de su humor satírico, también era un convencido de la Solución Política del Conflicto y tenía una visión de la paz muy distante de los politiqueros aliados del régimen, que la reducen al silenciamiento de los fusiles y la desmovilización y la reinserción de la insurgencia; Jaime creía en una paz que era inherente a la transformación política, social y económica de país, para él la paz significaba trabajo arduo y el cambio fundamental de la realidad social que da origen al conflicto, para lo cual disminuir la desigualdad a su mínima expresión y erradicar el hambre y la pobreza, eran el primer peldaño para construir paz con justicia y equidad social.
Garzón era consciente que el luchar por un propósito tan humano como la paz no era una tarea fácil, más si se tiene en cuenta que perpetuar el conflicto es imperativo para el régimen, sembrar terror para vender seguridad la perpetua en el poder y les permite sostener el lucrativo negocio del narcotráfico, columna vertebral del régimen, donde el principal ganador es el Tío Sam. El problema real detrás de este sistema nefasto de perpetuar la guerra impuesto los gringos, es que nos convencieron de que no hay otra forma de hacer las cosas, además nos han hecho creer que ellos son el poder por ser clase dominante; pero Jaime fue muy claro y en la voz de Heriberto nos mostró el camino: “Todavía le hacemos la venía a los que manejan el poder, sin asumir que el Estado es nuestro”.
Sin importar lo que haga el régimen para desfigurar los líderes naturales que son guía para Los Nadie y el movimiento popular, seres como Jaime Garzón no mueren sino que se perpetúan en el tiempo, su muerte no fue en vano ni mucho menos sus ideales palidecieron, se convirtieron en semilla fértil que fue sembrándose en la nuevas generaciones y que germinaron es procesos populares como el Estallido Social; donde miles de jóvenes cansados del hambre y la exclusión optaron por luchar por un país donde quepamos todos, muchas veces en las multitudinarias marchas y movilizaciones se veían pancartas que decían; “si ustedes los jóvenes no asumen la dirección de su propio país, nadie va a venir a salvarlo. ¡Nadie!”, frase célebre de Jaime Garzón.
Este sentir no se queda allí continúa propagándose y será la semilla del movimiento que nos dará una definitiva independencia, parafraseando al Doctor Godofredo Cínico Caspa, los mártires del régimen y líderes populares como Garzón, -‘son los libertadores que este país necesita’-.