EL COSTO DE VIDA SUBE Y SUBE, Y NO DEJA DE SUBIR

EL COSTO DE VIDA SUBE Y SUBE, Y NO DEJA DE SUBIR

Chavela Villamil

Las fluctuaciones macroeconómicas producto de un modelo que monopoliza la riqueza en un grupo plutocrático minoritario, son agudizadas por la guerra arancelaria, incrementando los costos de producción y la pérdida de poder adquisitivo per cápita.

En los últimos años se ha exacerbado la desaceleración económica global que venía gestándose décadas atrás. Si bien la inflación se ha moderado medianamente, los datos de pobreza monetaria y multifuncional siguen elevados con tendencia alcista; además, el alto costo de los productos y servicios básicos, aunado al déficit de poder adquisitivo per cápita, mantienen el costo de vida elevado y con tendencia incremental.

El costo de vida sube sin techo

Recientemente el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) dio a conocer los indicadores de pobreza durante el año anterior, según el informe la pobreza monetaria el año anterior a nivel nacional tubo una “reducción” en las estadísticas, no en la vida, de 3,2 por ciento, ubicándose en 33,2 por ciento y la pobreza extrema en 11,48 por ciento; sin embargo, a nivel regional la pobreza monetaria se incrementó y casi que se duplicó, las ciudades más afectadas son Quibdó con 60,1 por ciento, Valledupar con 49,8 por ciento y Riohacha con 46 por ciento. Estos índices acentúan la crisis económica y desde luego decrementan el desarrollo integral del país, actualmente existen 19,37 millones de habitantes en la pobreza y 6,92 millones en pobreza extrema. Según el DANE, en el primer trimestre de este año el poder adquisitivo per cápita decreció y osciló en 34,7 por ciento; por su parte el costo de vida también se ha incrementado llegando a 32,3 por ciento.

La desaceleración económica que sufre nuestra economía es un agente que contribuye a la actual crisis económica, sin embargo, en sí misma esta no es como tal la causante del déficit económico y financiero; el tronco del problema radica en una política económica y financiera que se centra en la aplicación del ‘factor goteo’, bajo el sofisma que la proliferación de utilidades de las grandes empresas disminuirá el desempleo y generará desarrollo y cambios positivos en el poder adquisitivo per cápita; sin embargo, esto no ha ocurrido ni ocurrirá, ya que lo que se requiere realmente es decrecer el margen de utilidades de las grandes empresas, para trasladar este superávit a la masa monetaria fluctuante del mercado.

Transformar el paradigma económico

La desaceleración económica, la Recesión Técnica declarada por el Banco de la República, la inflación, el incremento constante de la Cuenta Corriente (Deuda Externa -DE-), entre otros, exige una política de austeridad que permita mitigar estos fenómenos; es inaplazable un cambio de fondo en el modelo económico, que disminuya los pasivos estatales, fortalezca y desarrolle integralmente la producción nacional y equilibre la balanza comercial, disminuyendo la importación de materias primas y productos con valor agregado.

El principal problema de nuestro país es que tenemos una política económica que centra sus esfuerzos en sostener el pago continuado de la DE, que además de ser onerosa es constantemente sobregirada, convirtiéndola en un pasivo incremental al que mes a mes aumenta su valor y los pagos realizados solo sirven para amortizar los intereses, pero la deuda de capital continúa intacta; lo que convierte a este pasivo en un círculo vicioso que asfixia el PIB e imposibilita pagar la Deuda Social.

La política económica y financiera del Gobierno de Petro se ha concentrado en incrementar el Gasto Corriente (burocracia, guerra, pago de intereses de DE) para ampliar la cobertura de algunos programas de subsidios e incrementar estamentos estatales. El Gobierno tiene el deber y el reto de dinamizar la economía, lo que tiene implícito la disminución del Gasto Corriente y en si misma un cambio de política económica y la construcción de un nuevo paradigma económico, que se centren en medidas que incrementen el poder adquisitivo per cápita, que solo es posible en la medida en que opere una política de formalización y estabilidad laboral, que permita a las capas sociales medias y bajas sufragar sus gastos básicos.

Superar la actual crisis económica y el déficit de poder adquisitivo, implica instaurar una política económica fundada en la formalización del empleo y la mejoría de las condiciones salariales, además debe generar una tributación redistributiva que permita subsidiar capas bajas de la sociedad, el sistema actual no genera ni inclusión social ni sostenibilidad ni mucho menos crecimiento y productividad, por tanto, se requiere un modelo que fomente el desarrollo integral de la producción nacional, y que a su vez disminuya el Gasto Corriente e incremente de manera integral el Gasto Social.

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