EN EL ÚLTIMO TRAMO, EL RÉGIMEN EMBISTE

Damaris Izaguirre
Entre más se acerca el periodo preelectoral de cara a la próxima presidencia (2026-2030), el régimen y sus partidarios tratan de oponerse al cambio, a la vez que tratan de reacomodar sus fuerzas y su capital político para retomar el control absoluto del país.
Estamos iniciando el tercer año del mandato del Gobierno del cambio, se podría decir que las expectativas de la gente que le apostó a un cambio fueron defraudadas y los más optimistas dirán que han sido boicoteadas por el régimen; no se puede desconocer que este Gobierno progresista lo ha intentado, pero sin romper radicalmente con el régimen y más bien ha tratado de que sea su aliado, pero a través de sus esbirros constantemente se atraviesa a los cambios, como lo ha demostrado en el legislativo negando cualquier posibilidad de reforma, que permita el más mínimo alivio a la población.
Parte de la demagogia institucional es que los cambios vendrán vía legislativa y que por ello es necesaria una alianza que garantice la gobernabilidad del Gobierno progresista, en otras palabras, que para sostenerse en el poder, continuarán con la política de garantizar más cuota burocrática para los Partidos tradicionales, y más negocios y concesiones para la oligarquía y los magnates.
Las Reformas planteadas por el Gobierno, en su gran mayoría han sido tumbadas por el régimen y las pocas que logran sobrevivir, son convertidas en el Congreso en verdaderos Frankenstein que distan abismalmente de los proyectos originales; en este contexto vamos para 3 años de modificaciones cosméticas, giros de 360 grados que no dan solución real a las problemáticas de la sociedad; aun así, el régimen ‘no suelta prenda’ y ni siquiera permite estas reformas tímidas y ha cerrado filas de todas las formas posibles.
Aunque Petro habla duro en micrófonos y postea en Mayúsculas, su subordinación al Tío Sam y sus intereses sigue inamovible, por lo tanto, los hechos van indicando que este Gobierno del cambio no es capaz de realizar las transformaciones de fondo que la Colombia profunda exige; lo que lleva a fortalecer el descontento social y popular, haciendo muy vigente la consigna de que ‘solo el pueblo salva al pueblo’, en este sentido, solo la unidad de clase y la lucha popular decidida permitirá transformar políticamente al país y devolvérselo a sus legítimos dueños, el pueblo.