SOLANO, UNO DE LOS FUNDADORES

SOLANO, UNO DE LOS FUNDADORES

Nicolás Rodríguez Bautista, Primer Comandante del ELN

Entre los 17 fundadores de la Primera Marcha guerrillera del 4 de julio de 1964 se destacaba un hombre de cuerpo menudo, muy humilde, disciplinado, observador, sencillo y reservado, que escogió llamarse Leonardo como su nombre de guerra.

Él ocupó su lugar en la vanguardia de la Marcha al ser uno de los más cualificados guerrilleros; el 5 de julio durante el día noté que era uno de los cuatro compañeros a quien más consultaba Carlos, nuestro Primer Comandante cuyo nombre real era Fabio Vásquez, quien rondaba los 40 años y era uno de los de más edad entre nosotros los fundadores del ELN.

Leonardo portaba un rifle Remington calibre 22, una de las pocas armas buenas que teníamos. Días después me fui enterando que él había sido guerrillero gaitanista bajo el mando del legendario Rafael Rangel Gómez, durante la llamada época de La Violencia, cuando se hizo famoso como ‘Tira Pavas’; pronto entendí que de él tenía mucho que aprender por lo que busqué la forma de ganarme su confianza.

Aunque no sabía leer ni escribir fue el primer ecónomo de la guerrilla; su disciplina, afán de superación, sencillez y buenas relaciones lo llevaron a asumir como jefe de la primera escuadra, que junto a José el jefe de la segunda serían apoyo importante para Carlos.

Leonardo tenía además una capacidad asombrosa del manejo del terreno y para orientarse en la selva; siempre estaba entre los destacados en el entrenamiento y su afán para alfabetizarse  mostraban su espíritu para salir adelante, por lo que pronto ganó el reconocimiento del resto de compañeros.

Su valerosa y sagaz capacidad en el combate quedó demostrada en el asalto al cuartel de Policía de Simacota del 7 de enero de 1965, gracias a su arrojo contra emboscó a los soldados que llegaron de refuerzo, a quienes causó tres bajas y les recuperó dos fusiles.

A mediados de 1965 Leonardo como segundo mando de un destacamento de 20 guerrilleros emboscó a una patrulla motorizada del Ejército, entre el corregimiento de Yarima y la vereda La Colorada, en un lugar conocido como Cruz de Mayo, allí quedó herido de gravedad por defender una posición que se hizo decisiva en el desarrollo del combate, cuando una bala enemiga le entró por el cuello, le rompió el esófago y le salió por el omoplato derecho; gracias a la intervención de compañeros médicos de Bucaramanga y al debido reposo, 4 meses después se pudo reintegrar a las filas guerrilleras.

Leonardo fue el jefe de la comisión que hizo la inteligencia para el ataque realizado al Tren Pagador en el municipio de Las Montoyas en 1967, que fue la primera acción guerrillera filmada y publicitada por el periodista mexicano Mario Renato Menéndez y su fotógrafo Armando Salgado; desde entonces sus virtudes guerrilleras y carisma fueron ampliamente conocidas en las páginas de la revista Sucesos, que llevaron a que las Fuerzas Armadas colombianas pusieran precio a su cabeza.

En 1968 asumió la segunda responsabilidad de una fuerza guerrillera que desde San Vicente de Chucurí se trasladó a Cimitarra en el sur de Santander y a Puerto Berrío en Antioquia, para ampliar las bases de apoyo popular a la guerrilla, que fueron esenciales para extender el accionar insurgente. A partir de este momento empezó a hacer parte del Estado Mayor del ELN, cargo en que se ganó el cariño y admiración de la base guerrillera como Comandante, así como el de la población que lo reconocían con admiración y afecto, al tiempo que sus enemigos le temían y odiaban.

Como jefe de comando dirigió la emboscada donde fue capturado y ajusticiado el Sargento del Ejército Miguel Vega Jáuregui, quien ejercía como segundo comandante de la Base Militar de La Colorada en Yarima, sentenciado en un juicio relámpago por crímenes de guerra que perpetró en las zonas rurales de Barrancabermeja.

En el primer trimestre de 1969 guió al Estado Mayor Nacional que al frente de 50 guerrilleros cruzó el río Magdalena, para trasladarse de Santander a una zona de Antioquia comprendida entre Puerto Berrío y Yondó.

Comenzando 1972 dirigió el comando guerrillero que tomó el Cuartel de la Policía de San Pablo, Bolívar, acción realizada en momentos en que otra parte de la guerrilla realizó tomas simultáneas en Remedios, Santa Isabel y Otú en Antioquia, lo que significó un salto cualitativo en la capacidad y el  impacto militar nacional e internacional del ELN.

Al frente de un comando guerrillero retornó a los alrededores de San Vicente de Chucurí, para retomar la actividad político-militar en las zonas donde había nacido el ELN nueve años antes. El 24 de enero de 1973 comandando una treintena de guerrilleros, emboscó a una patrulla motorizada del Batallón Baraya del Ejército, pero iniciando el repliegue cayó herido mientras instalaba explosivos en la vía para frenar el avance enemigo, por la extrema gravedad de sus heridas murió una hora después.

En medio del repliegue fue sepultado con honores militares, pero el 25 de enero sus restos fueron sacados de su sepultura por una patrulla de contraguerrilla del Ejército enemigo, que los juntó con  el cadáver de una campesina que los militares habían asesinado horas antes, a ambos los presentaron a los medios de comunicación como “muertos en combate”.

El cadáver del Comandante Luis José Solano Sepúlveda fue exhibido luego como trofeo de guerra a la población de los municipios de San Vicente de Chucurí y Barrancabermeja, colgado de una cuerda a un helicóptero militar, que arrojaba millares de volantes donde lo presentaban como “muerto en combate”.

Hoy a casi medio siglo de su partida las mujeres y hombres del ELN seguimos aprendiendo del maestro y Comandante guerrillero que enseñó con su vida y ejemplo, cómo debe ser un auténtico revolucionario, quien desde lo más humilde del pueblo ascendió a la comandancia por los méritos más sobresalientes, por lo que se encuentra en un pedestal en la historia de la lucha popular y guerrillera, que hoy trae al presente a este gigante de la insurgencia colombiana.

SIGUE PARTE 2.

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