HABLAR EN SILENCIO
Karina Pacheco
Somos orales por naturaleza y si somos de raíces latinas o caribeñas, nos cuesta hablar poco y mucho más mantenernos en silencio; pero, si nos percatamos de los detalles y expandimos nuestros sentidos, nos podemos dar cuenta que podemos hablar desde el silencio.
En la jungla de cemento que es Bogotá, cada uno de nosotros contamos nuestra propia historia, y quizás las historias que más resaltan es la de los guerreros de ‘jade’ que ante la falta de oportunidades y el acoso incesante del Titán ‘hambre’, deben salir día a día a la jungla para batirse en duelo con la exclusión y tratar de conseguir unas Lukas -dinero-, aunque sea para tomar aguapanela y espantar el hambre.
Por estos días está de moda y fresco en la memoria las historias del viejo ‘Gabo’ y dentro de ellas, no se puede evadir de la memoria al viejo Coronel que esperaba una pensión por sus servicios prestados a la patria. Tal cuál como este personaje, ahí estaba, en la mitad de la plaza de Lourdes, un hombre mayor de pelo negro, cabeza grande y uniforme militar -de época-,anónimo como el personaje de la afamada novela del ‘Gabo’, mudo e inmóvil, con la majestuosa iglesia de fondo, yacía una estatua del viejo coronel, sentado en un silla mecedora con la mirada expectante, tal real y mágico que sin originar palabra alguna trasmite todo lo que siente; de un momento a otro uno de los espectadores deja caer unas monedas en un viejo sombrero, tras el sonido, de buenas primeras, en un lento movimiento, quizás por el trasegar de los años, el viejo Coronel se levantó de la silla para estrechar la mano de su benefactor y sin más retornó a su silla. Con esta rutina transcurrió toda la tarde, hasta caer la noche cuando se fue el Coronel y dejó en su lugar a un estudiante de artes escénicas, que encontró en el arte callejero -estatua humana-, una forma de subsistir, y llevar ‘pan’ para su casa.
En unas semanas quizás desaparecerá el viejo Coronel y el personaje será otro, porque en la jungla de cemento hasta los artistas deben innovar, así que de vez en vez el personaje desaparece para que surja otro, pero el artista, el guerrero que se bate contra el hambre continúa altivo e incólume.