SÍ ES POSIBLE DIEZMAR LA BRECHA DE DESIGUALDAD
Chavela Villamil
Es irrefutable que el modelo económico capitalista fomenta la pobreza, lo que constantemente aumenta la desigualdad social, mientras incrementa el capital de un reducido grupo plutocrático.
El sistema imperante que concentra el capital en un reducido grupo plutocrático, hace incremental los indicadores pobreza (monetaria y multidimensional), generando grandes déficits del Gasto Social, que los Estados son incapaces de subsanar ya que el modelo en sí mismo es deficitario; a la vez que incrementa constantemente la brecha de desigualdad social, a tal punto que hoy es insostenible.
Durante décadas el modelo capitalista ha venido experimentando una crisis que ha contraído paulatinamente la economía global, lo que ha conllevado la desaceleración de la economía mundial, afectando la sostenibilidad fiscal de los países sin importar si son desarrollados o en desarrollo, impacto que se siente con mayor fuerza en los países dependientes del capital extranjero, obligando a decenas de países a incrementar constantemente su Deuda Externa (DE), por medio de suscribir constantemente empréstitos con la Banca multilateral, con los que sostienen el statu quo y su régimen económico y político, permitiendo que las potencias económicas injieran en las políticas económicas de los países deudores.
Según el Comité de Oxford de Ayuda Contra el Hambre (Oxfam, por su sigla en inglés), la desigualdad social global contribuye a la muerte de al menos 21.000 personas cada día, a su vez, desde la aparición de la pandemia los diez hombres más ricos del mundo vieron crecer sus fortunas en una media anual estimada de 1,5 billones de dólares, la Directora Ejecutiva de Oxfam afirma que “un sistema económico que permite a un puñado de personas amasar tan grandes fortunas, mientras miles de millones pasan hambre y sin la atención médica adecuada durante una pandemia, es un acto abierto de violencia dirigido a grandes franjas de la humanidad” [1].
La pobreza y la desigualdad son insostenibles
El Informe Panorama Social de América Latina y el Caribe 2024 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), concluye que al cierre de 2023, más de 172 millones de personas presentaban un déficit en el cubrimiento de sus necesidades básicas. La pandemia intensificó las brechas de pobreza (monetaria y multidimensional), generando en la región niveles de pobreza extrema (miseria) del orden del 13,7 por ciento; el año anterior la pobreza general alcanzó una tasa de 27,3 [2].
La dependencia que tiene nuestro país del capital extranjero y la desaceleración de la productividad y el mercado interno, han conllevado a que continuemos con grandes déficits en los indicadores de pobreza y desigualdad; según la CEPAL, Honduras, Colombia y Argentina son los países con mayores índices de pobreza en la región, siendo Colombia el segundo país con mayor pobreza y el primero en desigualdad, en América Latina.
La baja productividad y la baja capacidad de compra de los sectores socioeconómicos medios, medio-bajos y bajos, incrementan la deceleración económica existente y hace más difícil la posibilidad de una recuperación económica, por lo tanto, el país está lejos de alcanzar un punto de equilibrio a largo plazo. El incremento en las ventas que reflejan algunos sectores de la economía, se percibe como un leve aumento del comercio y de las utilidades, pero esto, no se refleja en aspectos como la recuperación del empleo ni la formalización del trabajo informal, solo repercute en el repunte de las utilidades de las grandes empresas y las corporaciones.
Nuestra economía solo es viable si cambiamos el modelo
Durante décadas gran parte del país y en especial las zonas periféricas han estado sumidas en un total abandono estatal, a tal punto que carecen de servicios fundamentales como alcantarillado y agua potable; lo que conlleva a que crezca constantemente la pobreza multidimensional, y con mayor fuerza se incremente la pobreza monetaria, en gran medida por el bajo poder adquisitivo per cápita, que a su vez está determinado por la falta de empleo formal, y la sobre proliferación del subempleo -rebusque-, que ni incrementa el poder adquisitivo ni mucho menos permite suplir las necesidades básicas.
La marcada contracción de la economía requiere que el Gobierno trace un plan de emergencia, que en plazo inmediato debe centrarse en la disminución del Gasto Corriente (burocracia, guerra, pago de intereses de Deuda Externa) y el incremento del recaudo, centrando este último no en la captación por masa de capital (afecta a capas medias) sino en la captación por volumen de capital neto (afecta al gran capital). Nuestra política económica debe estar fundada en favorecer a todos los colombianos, en especial en subsidiar capas bajas de la sociedad, además el desarrollo sostenible debe tener como eje central el aumento del poder adquisitivo per cápita y la disminución de los beneficios fiscales y tributarios de los mega empresarios; en otras palabras, como sociedad debemos luchar por una política económica que disminuya el Gasto Corriente e incremente de manera integral el Gasto Social.
Dar solución a la crisis económica del país implica congelar los montos destinados a la DE y en el mediano plazo renegociar este pasivo; además, la política estatal debe desarrollar un plan estricto de austeridad fiscal, que desde luego debe contemplar la disminución de la carga burocrática y decrecer el Gasto Corriente. La reactivación y la solidez solo es posible incrementando el flujo de capital líquido y mejorando el poder adquisitivo per cápita, lo que tiene implícito dar solución al desempleo, a la vez que se desarrolla un plan de formalización del empleo. Por lo tanto, es inaplazable un cambio estructural de la política económica y laboral, en otras palabras, se debe incrementar la tributación de las grandes empresas y de los grandes capitales, generando una política redistributiva que invierta este dinero en planes de desarrollo integral sostenible que dé prioridad a la inversión nacional y merme la inversión de capital trasnacional.
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[1] Las desigualdades empobrecen y matan. Oxfam, 17-10-2024.
[2] Cepal calcula que Colombia es el segundo país con mayor pobreza de América Latina. Valora Analitik, 28-11-2024.