PERFIDIA CONTRA COLOMBIA
Himelda Ascanio
Chocó ha sido confinado a la pobreza, la exclusión y el abandono por las mafias criminales que han gobernado durante casi toda la historia nacional. Con la supuesta preocupación por este departamento y el show mediático, revictimizan a las comunidades y se burlan de ellas.
Chocó ha padecido durante décadas un confinamiento extremo y múltiple por parte del Estado colombiano. Siendo confinado a la pobreza extrema, aun teniendo uno de los suelos más ricos del mundo. Confinado también a la guerra, inundando de paramilitares que aplican con aplicación el despojo y el terror en comunidades. Confinada a la marginalidad y la exclusión, con una presencia estatal básicamente militar, y eso para apoyar a las hordas de paramilitares.
Depredadores de la riqueza
Hace dos años el Cinep publicó su informe ¿Por qué continúa la Guerra en Chocó?, donde se evidencia la situación del departamento desde 2011 hasta 2021, describe la relación entre violencia y muerte como requisito para hacer proyectos extractivos de minerales que operan legal e ilegalmente, en Río Sucio, Quibdó e Istmina.
Efectivamente, el Chocó es el segundo productor de oro. En contraste con su riqueza natural, el departamento experimenta la mayor tasa de pobreza monetaria en la región del Pacífico. Hace un año publicábamos que el índice de Pobreza Multidimensional es de 57 por ciento y el 20 por ciento de la población vive en la miseria. La mortalidad infantil tenía una tasa de 150 por 100.000 habitantes. En su extensión de 4.653.000 Hectáreas, el 27 por ciento están inscritas en el Registro de Tierras Despojadas y Abandonadas Forzosamente (Rtdaf), solo el 36 por ciento de los 128 procesos étnicos en curso han finalizado la fase administrativa para ser reconocidos. El 28 por ciento del territorio departamental está afectado por solicitudes o títulos mineros y el 16 por ciento está solicitado para explotar recursos naturales.
El problema estructural está en las mafias extractivas y narcotraficantes que son respaldadas militarmente por el Ejército y la Infantería de Marina en colusión con los narcoparamilitares. El Estado colombiano es el responsable de las crisis humanitarias, ya que durante años han gobernado para las mafias en el poder.
Infamia y Perfidia
Una cosa es la perfidia y otra una infamia. Perfidia es hacer trampa, engañar, aprovecharse de la buena voluntad de una parte para atacarla, incumplir un acuerdo deliberadamente; por ejemplo, firmar un acuerdo de cese al fuego y de inmediato incrementar las acciones de guerra, pero encubiertos, o decir que se hace parte de una delegación de paz, mientras se impulsa el paramilitarismo, se despoja territorios y se ataca el proceso de diálogos. Una infamia es un acto de vileza, de maldad, como algunos agentes del Estado que arrasan y masacran territorios, y luego posan de impolutos constructores de paz.
Es asqueante el show mediático que pretenden quienes se han robado el país durante décadas. Los mayores criminales, impulsores de la barbarie paramilitar que desangra al Chocó, queriendo posar de críticos, sensibles y preocupados por la dramática situación de este departamento. Saben también que esas mafias políticas son las que, desde sus gobiernos, se han robado los recursos y sometido al abandono el territorio. Dicha falsedad es un acto de perfidia que naturalizaron el Estado y sus gobiernos, incluyendo el actual. Como lo han hecho en los procesos de Paz y en las negociaciones con las comunidades movilizadas. Son actos de perfidia contra Colombia.
Asesinados de la semana
Julio Cesar Betancourt Medina, era firmante del Acuerdo de La Habana, quien actualmente realizaba su proceso de reincorporación en el municipio Corinto, Cauca; el 10 de noviembre fue raptado sobre las 10 am en el municipio de Corinto por hombres desconocidos, una hora después fue encontrado muerto en el sector conocido como La Balastrera en zona rural de Corinto, Cauca.