EL CAMBIO, PERO DE ANTIFAZ

EL CAMBIO, PERO DE ANTIFAZ

Damaris Izaguirre

La política en Colombia, desafortunadamente se convirtió en un bajo mundo donde el régimen al estilo Vito Corleone, quita y pone personajes a su antojo para garantizar que sus intereses no se afecten y que los planes del Tío Sam se mantengan, sin importar cuál sea el Gobierno.

La Procuraduría General de la Nación debería ser un ente autónomo y libre de cualquier injerencia politiquera y ejercer su labor constitucional, que según el manual de funciones es, “ejercer la supervigilancia de la conducta de los servidores públicos, la defensa del orden jurídico, del patrimonio público, de los intereses de la sociedad y velar por la protección de los Derechos Humanos”; sin embargo, esta entidad fue relegada a ser una cuota clientelista y burocrática, un ‘cheque al portador’ que permite pagar las ‘jugaditas’ y las triquiñuelas del legislativo, esto ha llevado a que a la cabeza de esta se posesionen personajes nefastos y lesivos para la sociedad, por citar algunos casos tenemos a Alejandro Ordóñez -digno representante de la inquisición-, o a la saliente Margarita Cabello -digna representante de la corrupción, quien recientemente exculpo a Karen Abudinen conocida por facilitar el robo de 70.000 millones de pesos-; no se puede caer en la falacia de que es cuestión de ‘manzanas podridas’ y hechos aislados, es asunto de política, de cómo el régimen prostituyó las entidades de control para garantizar la impunidad de sus fechorías y sostener el statu quo.

La nominación de Gregorio Eljach a Procurador por parte del presidente Petro, sorprendió a los que aún creen que este Gobierno en verdad quiere construir un cambio estructural y acabar con la exclusión a la que Los Nadie han estado sometidos durante décadas; Eljach es un personaje sombrío igual o peor que Margarita Cabello, no es fortuito que lo apoyen el partido Conservador, Liberal, La U, partidos que claramente se han opuesto a las reformas propuestas por el Gobierno y que están en constante consonancia con el régimen; además deja aún más marcada la tendencia de este Gobierno que pide apoyo popular mientras se alía con el régimen, por ello continúa rodeado de ‘camaleones’ políticos, históricos adalides de la politiquería y el clientelismo, cuando en realidad lo que debería hacer es una ruptura radical y rotunda con el régimen y sus representantes.

La nominación y posterior designación de Elijach como Procurador, evapora como ‘castillos de humo’ el anhelo popular por un cambio y deja claro que este Gobierno es demagógico al momento de prometer cambios, y es ambiguo al instante de ejecutar sus decisiones, ya que estas constantemente quedan de lado de los intereses del régimen; aunque Petro se ‘rasgue las vestiduras’ diciendo que cambiará al país y habla en contra del régimen, los hechos muestran los contrario, muestran un Presidente y un Gobierno dispuesto a todo para hacer alianzas con el régimen, además, este Gobierno progresista continúa subordinado al imperio norteamericano y leal a sus intereses, muestra de ello es que la Doctrina de Seguridad Nacional impuesta por el Tío Sam y responsable de un genocidio en curso, continúa sin ser modificada y mucho menos depuesta, al igual que continúa permitiéndole al Tío Sam que sea quien marque con el dedo la designación de los funcionarios que laboran en áreas estratégicas de interés del régimen y el Tío Sam.

No se pueden negar los esfuerzos del régimen para evitar cualquier cambio mínimo y sostener el statu quo; sin embargo, este Gobierno se autosabotea al esperar lograr cambios mientras sostiene ‘alfiles y camaleones’ de la vieja politiquería al interior del alto Gobierno, al igual que sostiene políticas heredadas a sabiendas que estas evitan que las cosas cambien. Los hechos hablan por sí solos, son irrefutables y dejan en evidencia que este Gobierno no es capaz de realizar las transformaciones de fondo que Colombia exige, porque ello implica romper con el régimen y desconocer las órdenes del Tío Sam.

Cualquier cambio real por incipiente que sea, no vendrá de manos ni de este ni de ningún Gobierno que esté direccionado por el Tío Sam; el cambio no puede ser retórico y debe estar fundado en hechos tangibles, pero este no se puede limitar a lo que haga el Gobierno; el cambio debe darse a toda costa y para ello es indispensable la lucha decidida y organizada del pueblo, en manos de este está alcanzar unidad de clase y lograr un país donde quepamos todos, en paz con justicia y equidad social.

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